Cabezas de nuez

Rhoma Grace


Mito, leyenda


Cuando el tiempo todavía era nuevo, las horas vacías y los segundos, sin nombre, la Historia, aburrida, se cansó de la soledad. Sus padres, el Espacio y la Existencia pasaban el nuevo tiempo tan ocupados agrandando el universo, que la Historia no tenía nadie con quien compartir la nada que se generaba a borbotones. Los segundos recién estrenados los utilizaba para encender y apagar estrellas, formar espirales galácticos, y cuando el aburrimiento era muy grande, borrar uno que otro lugar del universo creado por su papá, para formar luego su propio agujero negro y girarlo hasta el cansancio, como trompos de juguete.Eventualmente, incluso esas extraordinarias actividades perdieron su encanto, opacadas por la monotonía de la repetición eterna. Pero lo que más afligía a la joven Historia, era saber que no importaba que tan magníficas o impactantes sus creaciones e inventos con la materia fueran, no habría nadie para contemplarlos, pues ni siquiera sus padres prestaban mayor reparo en sus galaxias y planetas. Decidido un momento cualquiera, acudió a los confines del universo donde el Tiempo hilaba la tela de los nuevos segundos, milenios y horas, y, lanzando una estrella para distraerlo, robó un poco del hilo temporal. A continuación, acudió a donde su madre Existencia, que por aquel entonces solo se dedicaba a componer la sinfonía de la nada para que el universo no estuviese en silencio y mientras ella componía la melodía, arrancó un efímero pedazo de las faldas de su vestido.Finalmente, viajó hasta el centro del todo, donde su padre dibujaba furiosamente las líneas limitantes de todo lo existente, estirándolas cada vez más lejos hasta chocar con la tela del Tiempo. Sin mayor reparo en el trabajo de su padre, tomó su borrador y eliminó un tajo de las líneas en las que este trabajaba, causando que Espacio se detuviese malhumorado a buscar entre sus planos el origen de la disrupción.Distraído su progenitor con el importuno, Historia tomó uno de los lápices de trabajo y con todos los materiales recién hurtados se fue en busca el lugar que se le antojó más cómodo de toda la nada. Encontró un cálido punto entre el telar del Tiempo y la caja musical de su madre, y con parsimonia desplegó la tela sobre unas estrellas enanas.Con el lápiz adimensional, dibujó un planeta con todo lo necesario para la vida. Sobre la tela esbozó ríos y mares llenos de límpida agua cristalina, árboles y flores coloridas, nubes esponjosas y tierra fértil para cultivar comida. Dejándose llevar por las galaxias con las que tantas veces había jugado, se inspiró de sus curvas y formas para crear unos seres que pudiesen existir dentro de su dibujo, con cuatro extremidades y en la parte superior una pequeña galaxia con forma de nuez agrandada que les sirviese para generar ideas.Ya contenta con lo diseñado, tomó un trozo de un asteroide que pasaba flotando por su costado izquierdo, lo partió en dos mitades filosas, y con ellas recortó todos los dibujos ideados en la tela, mientras veía emocionada cómo estás cobraban tiempo y forma ante ella.Con la tela sobrante cosió una bolsa ovalada para guardar todos sus dibujos, y finalmente le sopló con suavidad para desviar la melodía de su madre sobre la carcasa azul y darle vida. Los seres humanos entonces pensaron, por tanto, existieron, y por el resto de los milenios que siguieron, escribieron sobre la Historia la historia misma, a gran satisfacción de ella, pues lo único que ella precisaba eran espectadores.


Publicado el 22 de marzo de 2025 por Maria Alejandra León.
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