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Y las lágrimas volvían a cortar la voz del orador.
Para hablar con verdad, la oratoria del Manco tenía más de meliflua y llorona que de ardiente y bélica. Nueva gallarda prueba hallábase dando de esta su ternísima especialidad, entre el general regocijo del auditorio, ponderando y enalteciendo los méritos, las virtudes, las pudibundeces y discreciones de su bella hija, cuando de súbito la inesperada exclamación de un concurdáneo cortó el hilo de sus logomaquias apologéticas.
—¡Ahí está la Mariposa!
Y el Manco, tembloroso, palideció de espanto.
En el umbral de la puerta acababan de apoyarse, breves y ligeros como dos pajarillos, los lindos pies de una mujer rubia y rosada, bajita y airosa, llenita de carnes, con grave expresión de melancólica indiferencia en los fríos ojos azules, con dulzura de risas y llamaradas de rubor en el rostro, con enérgico ceño.
La innata distinción aristocrática de aquella admirable figurita plebeya, contrastaba grandemente con el acre olor a vino, tabaco, borrachera y pereza que de la taberna emanaba.
43 págs. / 1 hora, 15 minutos.
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Publicado el 11 de octubre de 2017 por Edu Robsy.
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