Libro gratis: Lágrimas Escarlata
de Robert E. Howard

—¡Fanáticos hindúes! —susurró Richard Corwell con voz átona—. Diabólicos devotos de su diosa de la muerte, Kali.

—¿Se refiere a…? —murmuró Kirby, con los labios secos. Richard Corwell asintió, desesperanzado.

—Sí… Thuggee.

Las feas sílabas de aquel nombre antiguo y temido parecieron levantar siniestros ecos en la negra penumbra del vestíbulo, como si las escamas de una serpiente letal se deslizaran por entre los huesos de los difuntos.

3. Sangre sobre frío acero

Kirby encendió una lamparita en una mesa de lectura; su tenue luminiscencia no resultaría casi visible en el exterior, a través de las cortinas y las ventanas cerradas. Después volvió a colocar en su sitio la puerta principal, conteniéndola con el respaldo de una silla. La débil luz provocaba que las sombras se movieran en las esquinas, de un modo espectral, y arrancaba destellos en las antiguas espadas y los cuernos montados sobre los trofeos que adornaban las paredes.