Simoens, alter ego de Arlt, sigue entrenando su voluntad y su cuerpo, fortaleciéndolo, con una clase de boxeo. Alentado por un desengaño amoroso, solo su deseo de ser más fuerte le guía hacia adelante.
Con la frente arrugada, observa. En verdad, sería más agradable irse a
bañar que trenzarse a puñetazos con el hombre de la cara aplastada.
Simoens se frota suavemente el brazo. Soslaya las movedizas manchas
blancas sobre el asfalto negro, y sin saber por qué, se besa
amorosamente el brazo, donde ahora crece un músculo que antes era
invisible.
Suavísima tristeza pasa después de este acto por la parte alta de su
carne. Allí es donde se refugian los sueños maravillosos, los sucesos no
cumplidos y los recuerdos que desean revancha.
Paladea mentalmente la palabra definitiva:
“Te recordaré a través de todos los climas y de todos los tiempos, y
gozaré la congoja de buscarte siempre con mi pensamiento. Y donde estés,
también tú pensarás en mí.”
La bolsa de arena se bambolea. Un hombre desnudo descarga puñetazos
tremendos en la lona. Simoens lo examina malhumorado, y piensa algo
desagradable.
No puede explicarse semejante mal deseo. Luego se dice:
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Publicado el 19 de diciembre de 2023 por Edu Robsy.
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