El asesinato más original jamás escrito
Celos, rivalidad y venganza entre amigos que acaban con un asesinato horrible, o, al contrario, terriblemente dulce.
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Yo, en tanto, esperaba mi oportunidad, labio sonriente y corazón traicionero. No ocultaré que estudiaba la vida de los grandes hombres de la antigüedad clásica y que raros eran aquellos que no hubieran dado alguna vez muestras de una conducta que, lejos de ser honorable, fue mezquina, tortuosa y pérfida.
Pasaron los meses. Mi odio contra Arsenio se había estabilizado dulcemente. A veces me encontraba con él por la calle, y mirándole me decía: “He aquí a un hombre a quien podría ver quemar vivo con plácida seguridad.”
También en dos o tres oportunidades me encontré con Herminia, y lo que nuestros labios no se dijeron, lo traslucieron nuestros ojos. Comprendí que ella estaba arrepentida de haberse casado con Arsenio. Posiblemente intuía que yo era un hipócrita y un desalmado de su misma naturaleza y, aunque parezca mentira, los seres humanos se comunican por sus vicios y no por sus virtudes.
Una noche, Herminia, en ausencia de su esposo, me habló por teléfono, sin decirme que era ella. La reconocí en la voz. Aproveché la oportunidad para fingir también que no reconocía su voz y decirle que no me interesaba hablar con mujer alguna, porque estaba irremediablemente enamorado de otra mujer. La supuesta desconocida me preguntó quién era esa mujer, y yo le respondí que, por desdicha, era una mujer casada. Así continuamos charlando y yo siempre ensalzando a la mujer de quien estaba enamorado, hasta que Herminia, no pudiendo contenerse, me dijo que ella era la mujer casada de quien yo estaba enamorado. Pasados los fingidos arrebatos de fingida sorpresa, comenzamos a charlar razonablemente. Herminia, efectivamente, continuaba queriéndome.
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Publicado el 11 de enero de 2024 por Edu Robsy.
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