Arlt nos pone en la piel de un gimnasta novel, explicando con maestría la dureza del ejercicio físico sobre cuerpo y mente, así como las motivaciones del deportista para perseverar en su entrenamiento.
Interesante ejercicio que nos permite ver, además, cómo se desarrollaban los entrenamientos en aquel tiempo.
“Como cambie otra vez el paso, le saco la alpargata de un pisotón.”
Pero ahora un ardor se infiltra en sus bíceps y, mirando al profesor, le
dice con los ojos: “¡Bien podría cambiar de posición!...”
—Brazo izquierdo a la derecha, derecha en alto.
Simoens sopla hasta que el estómago se le contrae por completo, luego
por la nariz absorbe aire vehementemente, y resopla otra vez. Una
angustia asoma la sensación hasta su alma. No quiere pensar; camina, y
las puntas de los dedos de los hombres, al pasar junto a las sogas
mueven las argollas sobre sus cabezas.
Simoens piensa:
“Aquí está la salvación”.
—Manos a la cintura..., paso vivo.
Por fin se respira. Simoens detiene los ojos en la espalda del que camina delante suyo, salpicada de brillante barniz.
“Debo estar sudando.”
Luego lo envuelve en una mirada despectiva al que lo precede, y continúa el soliloquio que despertó su angustia:
“Pongamos que me sea infiel. Si no lo es ahora, llegará a serlo... Tengo un metro y setenta y cuatro de estatura.”
5 págs. / 10 minutos.
26 visitas.
Publicado el 19 de diciembre de 2023 por Edu Robsy.
Valoraciones
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «Una Clase de Gimnasia» es necesario identificarse en textos.info.