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Crónica.
8 págs. / 14 minutos / 190 KB.
20 de noviembre de 2020.
Y si la vida tal cual yo os la pinto (quiero hablar colectivamente) y en este jardín se goza, no os parece bien, y llenos y rebosantes de alguna sensibilidad amatoria o de tal cual misantropía de la dulce humanidad, o lo que es más cierto, os veis aquejados del esplín que da el no tener banquero ni quien os dé fiado y queréis salir del mundo a la cozcojita sin ruido ni gasto de salitre, ni ponernos por fruta de algún madero o noguerón, también os podré recetar, y este país serviros con plato tan suave y ejecutivo que logréis vuestro heroico intento sin escándalo ni alarmas. Cuenta con que esta treta que voy a descubrirte y este remedio que quiero suministrarte, lo tengo en mucho, y que no embargante, nada te pido ni te lo encarezco, ni te quedarás sin él, aunque por dejarte en blanco le echasen otros aficionados a tu postura la mejora del cuarto pues el tesoro de mi gracia es insondable, inextinguible de agua viva y tan caudaloso y profluente que nadie quedará con sed ni dejará de ir satisfecho. Es pues, amigos míos (vuelvo a lo plural) que si perseveráis alguna vez, siquiera dos instantes en el laudable intento de dar el salto mortal de este mundo al otro, os agarréis en vilo y os dejéis caer en dos pies (si más no tenéis) en la O mayúscula de la plaza de Oriente o ya al hora en que la aura de la mañana comienza a ejercitar sus rosados fuelles o ya al anochecer cuando el ambiente de la tarde trae las puntillas sutiles de nieve del alto Guadarrama. Entonces aprovecha (me abrazo al fin con el número uno) aquellos soplos dos o tres instantes, soplos que no movieran la almendra de luz de una lamparilla, pero que basta y sobra para el santo y apetecido intento, y así que te percibas bien empapado del vientecillo leve y de su penetrabilidad punzante, acre y corroedora, puedes ir ya en paz a recoger tus huesos en tu guardilla, que cuidarás de no haber pagado para dar al casero la más agradable sorpresa, o jugarle por despedida la burla más chistosísima. Te considero sobrado prevenido para que dejares de avisar al paso, no al señor notario (que poco tendría que escribir), no al médico (pues nada conseguiría), sino pasándote por la parroquia al único consuelo y velador verdadero que se encuentra en semejantes trances. En cuanto al entierro, no te lo podré pagar, pues mi bolsa no alcanza para tanto, pero descuida en lo tocante a tu memoria, puesto que yo me hago responsable de tres disertaciones, y un amigo que tiene puesto el abasto de ellas te consagrará seis elegías. Vade in pace.