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Este texto, publicado en 1893, está etiquetado como Novela.
Novela.
293 págs. / 8 horas, 34 minutos / 873 KB.
1 de diciembre de 2021.
Y ya estaba viejo don Cristóbal: cincuenta años de crápula producen iguales estragos que una larga vida; y ni sus piernas tenían fuerzas para sostener el busto y desplazarlo, ni su cabeza podía permanecer erguida largo rato, ni brillaban sus ojos, ni abultaban sus labios, ni había, en suma, en aquel cuerpo decrépito un solo detalle que recordase al audaz cortesano del marqués del Mantillo y de Su Majestad el emperador.
Asustábale la idea de ser anciano, que es el único consuelo que logra quien ha llegado á perder el amor á la vida; rodeábase de tahúres, jóvenes alegres y mujeres fáciles, pagaba espléndidamente tan ruin compañía. Hacía la vida de la gente moza; repartía el día entre la cama y el tocador, y empleaba la noche en el casino ó en la tertulia íntima de alguna mujer de mundo. ¡Cuántas veces en el Hotel de Célica, la bella cantora, pasó las primeras horas de la mañana durmiendo febril y borracho en un diván, mientras las hermosas compañeras de Célica bebían con sus rufianes queridos el champagne pagado con el bolsillo de don Cristóbal! ¡Cuántas y cuántas veces le engañaron sus amigos proporcionándole, hábilmente fingidos, éxitos amorosos ó de valor personal que justificaban una opípara cena cuyo gasto pagaba el héroe! ¡Y cuantas perdió su tiempo, su salud y su dinero en la casa de Rita, la vendedora de primicias, y allí, á oscuras, porque la inexperta niña no quería ser conocida, se agitaba Brether vacilante y tembloroso recordando frases galantes, tartamudeando promesas, imaginando disculpas que no se le pedían; asqueroso, como lo es todo lo impotente cuando pretende luchar arrastrado por su necedad ó por su soberbia!