Pedro presta á Juan diez duros sin interés. Llega la recolección y...
—Ya sabes que me debes diez duros.
—No lo niego.
—¿A cómo está la cebada?
—A diez reales.
—Pues me debes veinte fanegas, y me harás un papelito.
—Lo haré.
Llega Enero y sigue el tiempo seco.
—¿A cómo está la cebada?
—A cuarenta reales.
—Pues me debes cuarenta duros.
—Es verdad.
—Me harás un papel.
Llega la recolección; la cebada está á diez reales, y Juan debe ochenta fanegas. Llega Enero; la cebada está á diez pesetas, y Juan debe ciento sesenta duros.
Al año siguiente, Pedro embarga á Juan la casa, las mulas y la tierra, y se queda con todo ello.
* * *
Otro caso: Varios amigos nos reunimos á merendar; yo me encargo
de todo el gasto, y Pedro de facilitar el vino. El día siguiente nos
reunimos para ajustar cuentas, y digo:
—Se han gastado diez duros, y somos diez; conque tocamos á cinco pesetas.
Todos me van entregando su cuota, y Pedro me dice:
—Bueno. Yo tengo que dar veinte reales; pero como he pagado catorce de vino, toma seis, y en paz.
Así, yo pago el vino.
* * *
Otro caso: Compro en un pueblo una instalación de luz eléctrica con la rebaja del 10 por 100.
—Mira, Pedro, que aquí faltan las bombillas.
—Bien, las desquitaremos al ajustar la cuenta: son diez luces que me costaron á diez pesetas, que hacen cien pesetas; te rebajo diez, y quedan en noventa.
—¿Y las bombillas?
—Eran diez. A peseta cada una, son diez pesetas. Rebaja el 10 por 100, y quedan en nueve pesetas. Desquita de noventa, y me das ochenta y una, y en paz.
—No, hombre; tu me das por noventa pesetas la instalación que tienes, y además diez bombillas que me cuesten nueve pesetas; y como en la tienda cuestan diez, me tienes que dar esas diez pesetas para que yo las compre, y una peseta más para que las compre con el 10 por 100 de ventaja. De modo que de noventa pesetas te desquito once.
—Pues no lo entiendo.
* * *
¡Los rústicos!
Cuando no engañan á Esau con un plato de lentejas, matan á Abel con la quijada de cualquier funcionario.