Deseoso de obsequiar á mi prima con un vestido voy á la respetable casa de N. El dependiente principal me dice:
—Todo esto es bueno; pero por ahí hallara usted algo de más fantasía, pero menos solido, y siempre le saldrá á usted caro.
Propongo á mi prima que compremos el vestido en la casa N; pero con su grosería habitual me responde que allí solo venden antiguallas; y vamos á una tienda nueva de un señor Floringuindingui.
Nos enseñan doce cortes (los únicos que tienen) de vestidos de seda. Yo callo y observo la suavidad con que el dependiente toma el cabello á mi prima. Esta elige un corte, y lo pago.
Primera cuenta
Un corte de vestido........ 215 pesetas.
Salimos á la calle y propongo como modista á la señora P, que
tiene su gran establecimiento en la calle de Alcalá; pero mi prima
contesta:
—Esas sólo saben vestir á las mujeres de mala vida.
Y volviéndose á la tienda pide las señas de una modista.
Pasamos tres meses de desesperación porque la modista tiene muchas prisas. Yo supongo que la tela estará empeñada.
Por fin aparece el vestido y la
Segunda cuenta
Adornos, bajos, automáticos, percalina, linón, etc. ..... 124,75 pesetas. Dos varas de fondo........... 42 » Hechura...................... 60 » --------------------------------------------- Total........................ 226,75 »
Pago, y por curiosidad pregunto á mi prima que hay con dos varas de fondo que cueste 42 pesetas, y me dice:
—Son dos varas de la misma tela del vestido, porque el corte no daba bastante; y como el tendero las ha tenido que cortar de otro corte, pues por eso las ha cobrado tan caras.
Mi prima estrena el vestido, pero va conmigo; ningún clérigo, ningún sargento y ningún estudiante la requiebran; y mi prima cree que el vestido la perjudica, y no vuelve á ponérselo.
Pero convencida un año después de que yo no la regalo tela, decide arreglar el vestido y me presenta la siguiente nota de la modista:
Tercera cuenta
Encajes y avíos............ 67 pesetas. Por lo mío................. 40 » ---------------------------------------- Total...................... 167 »
El vestido es ya un mamarracho. Los encajes hacen resaltar la
fealdad y la antigüedad de la tela; y mi prima, después de consultar á
su asistenta y á la portera de enfrente, arrincona el vestido sin
haberlo estrenado.
Pasa algún tiempo; se va á casar la chica de la dicha portera, y mi prima la ofrece el vestido. Acepta la muchacha, y pasa el traje á manos de otra modista, á quien pago la
Cuarta cuenta
Compostura de D. Silverio por encargo de su prima...... 52,50 pesetas.
Aquel mismo día la asistenta asegura que la portera ha hecho
menosprecio del regalo. Se incomoda mi prima, se produce el consiguiente
escándalo de plazuela, y el vestido va á un cajón del entredós.
Allí lo encontré cuando murió mi prima, pero estaba descosido.
Reuní todos aquellos pingos y se los dí á Lolilla, quien al día siguiente me dijo con timidez:
—Venía á que usted me hiciera el favor de buscar si hay algo más de la tela, porque falta un costado.
—Pues, hijita, ese vestido debiera tener uno de mas, porque á mi se me ha comido uno.
El hábito no hace al monje; pero el monje hace su hábito. Y
cuando una señora cursi llega á gastarse en un traje 601,25 pesetas, ha
conseguido tener un pingajo.