La ponderación de fuerzas en el Ayuntamiento de Valdezotes traía pensativos al diputado, á los concejales y á los peores contribuyentes.
Con Riñones ó con Quedito; este era el problema. La solución fué elegir concejal y alcalde al tío Meterio, y nombrar al tío Quedito primer teniente, porque se avino á la solución. Riñones protestó indignado y se sentó á la izquierda.
Emeterio tenía cincuenta fanegas de tierra mala, un par de mulas malas, una casa mala y vieja, una mujer vieja y mala, y un hijo que era lo peor que Emeterio tenia.
La vara de alcalde lleno á la señá Niceta y á Tolico de satisfacción y de orgullo. Emeterio quedó asombrado y temeroso.
Se celebro la toma de posesión, y el día siguiente se hallaba enfermo el señor alcalde. Se llamó al medico de Zarzabronca, é hizo ante la familia y Quedito este diagnostico: «Pulmonía doble infecciosa con atonía del corazón, hipertrofia del hígado y congestión renal. Situación gravísima: conviene que se confiese y reciba los Santos Sacramentos. No se debe perder la esperanza; yo y la Ciencia tenemos recursos.»
Emeterio se quejaba rabiosamente, y Valdezotes se disponía á un caso extraordinario: á enterrar un alcalde. Quedito reunió al Cabildo municipal; hablo de la urgencia; recordó que la caja, los cirios, la música y las coronas estaban á nueve leguas de distancia, y se comisiono al síndico para que, en unión del secretario y de las caballerías necesarias, fuese á la ciudad y se trajese lo preciso para enterrar dignamente al primer alcalde que en Valdezotes moría mandando.
Al amanecer se había Emeterio descargado de los bollos, de las aves, del cordero, de la bebida y de todo lo que había ingerido el día de la toma de posesión. Y satisfecho de si mismo, porque había obrado bien, se durmió tranquilamente.
A las once el síndico anunció que á las tres llegarían los avíos de enterrar.
Quedito, Aniceta y Bartolomé despertaron á Emeterio, y le expusieron los dos términos del grave problema.
Primer término: Si Emeterio no quería morirse, haría Quedito las paces con Riñones, y enredarían en un proceso al alcalde.
Segundo término: Si optaba por morirse en seguida, vería á Tolico nombrado alguacil, presenciaría la solemnidad del entierro; y cuando (al día siguiente) apareciese resucitado, hablarían de el los periódicos y desde muy lejos vendrían las gentes á visitarle.
Emeterio se avino á morir y á resucitar; Quedito envió un propio á Zarzabronca para que el medico certificase la defunción; en la torre sonaron las campanas; repartiéronse los cirios, los viriles y los estandartes; llego el clero; alternaron los responsos con los valses que tocaba la murga; y dos azadones y cien manos piadosas echaron á un mismo tiempo tierra sobre el ataúd de Emeterio, que allí quedó enterrado para siempre.
Poco tiempo después murió alcoholizada la viuda, y Bartolomé está en presidio. Quedito, ya viejo, es el cacique indiscutible de Valdezotes; y repite á menudo esta moraleja, que brindo á los políticos, y que se verificó en un orador insigne.
«Quien orgulloso aspira á que le entierren con pompa, suele tener la desgracia de que le entierren en vida.»