La Competencia

Silverio Lanza


Cuento


¿Sabéis lo que es competencia judicial? ¿No habéis oído decir que tal juez no es competente y que deben pasarse los autos y la pieza P al juez Q? ¿No os han asegurado que el juez de aquí debe inhibirse en el asunto de aquel? Todo esto os parecerá extraño, porque si un juez sabe hacer justicia, lo natural es que la haga en cualquier perturbación del orden jurídico. (¡Vaya una frasecilla!) Pero no ocurre así, y es natural que no ocurra.

La competencia se hace manifiesta en muchas ocasiones, y, por consiguiente, es preciso legislar acerca de las competencias.

Recuerdo un caso que os hará comprensible la competencia.

En un pueblo que no cito, se celebraba la fiesta de San Dimas, patrón del citado pueblo.

Hubo gran función religiosa; y, terminada esta, los vecinos colocaron sus ofrendas en el altar mayor, con que este se lleno de monedas, aves, frutas, embutidos y algunas alhajas. Todos los objetos debían ser vendidos en subasta pública, ó sea reducidos á dinero, sistema que yo aplaudo, porque de algún medio han de valerse para poder comer esos infelices que pasan su juventud estudiando una carrera que luego les obliga á ser el motivo de todas las murmuraciones, á morirse de hambre y á soportar con paciencia que cuatro zoquetes logren economatos y canongías por la gratitud de una aristócrata penitente ó por las influencias afrodisiacas de una ama bien construida.

Quedó la iglesia desierta; cerróla el sacristán, y cuando, á las tres de la tarde, volvió á abrirla, hallóse con que San Dimas había desaparecido. Pero lo notable del caso es que se había marchado con la limosna.

¡Consternación general en el pueblo! Se registraron las bodegas y las cámaras, pero no se encontró al santo. El juez municipal averiguo que el hecho era algo más que una falta, y dió noticia de lo ocurrido al juez de instrucción. Este pidió ayuda al alcalde y á la fuerza municipal, y después de convenir en que existían los delitos de robo y secuestro, se ordenó á la Guardia civil que saliese en persecución del santo bendito. Pero, aquí de la competencia: el cura dice que el santo se ha llevado lo suyo y que se ha ido por su santísima voluntad: que se habrá ido seguramente enojado por la impiedad del pueblo; y que se debe rezar fervorosamente y ofrecer al santo una ermita nueva si vuelve á consolar el quebranto de sus devotos. El juez dice que un santo no se va tan fácilmente de la peana. El cura sostiene que todo lo hace el poder de Dios. El alcalde afirma que los santos para nada quieren alcachofas y gallinas; pero el cura rectifica diciendo que San Dimas, lo habrá dado todo á los pobres, del camino. El juez envía á la Guardia civil en busca del santo; y el párroco protesta, y se va á la iglesia á rezar acompañado de todos sus feligreses.

El día siguiente, el santo seguía perdido, y perdido siguió siempre. Los guardias civiles echaron la culpa al cura que les había hecho perder un tiempo precioso; el cura echo la culpa al juez, que con sus disposiciones descorteses, había enojado al fugitivo, San Dimas, y los devotos se quedaron, sin dádivas y sin patrono.

Ya sabéis, por consiguiente, lo que son competencias y los beneficios que proporcionan.


Publicado el 28 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.
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