Libro gratis: El Judío
de Stendhal

—Pero andamos muy lejos —dije— de la maldición de la que fue víctima en Francia.

—Tiene razón —dijo el judío—; pero, si no quiere que remate en pocas palabras, se lo prometo, la historia de mi boda, me callaré; no sé por qué, hoy me gusta hablar de Stella.

»A fuerza de mil trabajos, conseguí que su hermano el furriel se evadiera. Me concedieron ambos la mano de su hermana y trajeron a su padre, un pobre judío de Innsbruck. Yo había alquilado unas habitaciones que, por fortuna, había pagado por adelantado y había puesto en ellas unos cuantos muebles. Mi suegro fue a ver a todos sus parientes de Venecia y les anunció que casaba a su hija… Y acabó, tras un año de atenciones, por alzar el vuelo la víspera de la boda con más de seiscientos francos que había ido recogiendo en casa de sus parientes. Su hija, él y yo habíamos ido a tomar una ensalada a Murano; allí fue donde se esfumó. Mientras tanto, mis dos cuñados robaron todos los muebles que tenía yo juntos en mi cuarto; y, por desgracia, no había acabado de pagarlos.