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Filosofía, tratado.
26 págs. / 46 minutos / 197 KB.
13 de septiembre de 2023.
La lisonja, definida en propios términos, es conversación ó trato que procura complacer sin el correspondiente decoro. El lisonjero, pues, sin duda es tal: saluda á otro desde lejos, y diciéndole que es hombre de suma importancia, le admira siempre; le toma ambas manos para que no se vaya, y acompañándole un poco, le pregunta cuándo volverá á verle; lo alaba, y se despide. Elegido por árbitro, no sólo quiere complacer á la parte á quien asiste, sino también á la contraria, aspirando á pasar por amigo común de ambas. Dice que los forasteros hablan más justamente que los ciudadanos. Convidado á un festín, ruega al dueño, cuando ya está comiendo, que llame á sus hijos, y luego que los ve llegar asegura que no se parece un huevo á otro como los niños á su padre; se acerca á ellos, los besa, los sienta á su lado, y haciendo del niño con ellos, dice: ¡Ay qué botella! ¡qué cuchilla! Si quieren dormir, los deja recostar en su seno, aunque se moleste mucho. Acostumbra rasurarse con gran frecuencia, tener los dientes muy blancos, mudar de ropas que aun todavía podrían servir, y usar de bálsamos ú olores. En la plaza se ha de meter junto á las mesas ó lugar más distinguido. Frecuenta los juegos á donde concurre y se ejercita la juventud, y cuando hay espectáculos, se sienta en el teatro cerca de los que le presiden. Vaguea por la plaza sin comprar nada para sí; pero sí compra encargos que enviar á sus huéspedes de Bizancio; perros de Laconia para los de Cicico, y miel del monte Himeto para Rodas. Todo esto que hace tiene cuidado de contarlo á sus paisanos. Cuida además de criar ó mantener alguna mona en su casa, de comprar un sátiro ó mico, palomas de Sicilia, cabras con manchas de varios colores, redomas esféricas de Turia, báculos corvos de Lacedemonia, y tapices matizados á la persiana. Tiene también un patio cubierto de arena para que sirva de palestra, y un juego de pelota; y si encuentra á algunos filósofos, ó sofistas, ó esgrimidores, ó músicos, siempre les ofrece el juego para que se sirvan de él, y entretanto que se ejercitan, vuelve y se presenta con el fin de que un espectador diga á otro: Mira, éste es el amo del juego.