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Filosofía, tratado


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  Filosofía, tratado.
26 págs. / 46 minutos / 197 KB.
13 de septiembre de 2023.


Fragmento de Caracteres Morales

El abandono es tolerancia de acciones y palabras feas. Abandonado, pues, ó indolente es el que jura con facilidad y tiene el ánimo dispuesto á oir mal y ser vituperado. Es por costumbre un hablador de plaza, es un obsceno, un petulante, es capaz de todo. No haya miedo que se excuse de ponerse á bailar el cordax, aunque no esté embriagado, ni de tomar una máscara en el coro ó canto de la comedia, ni de cobrar la moneda en los espectáculos de juegos de manos, presentándose á todos, uno por uno. Andará á puñadas con los que traen boletines y quieren ver sin pagar. Capaz también de ser tabernero, de ser rufián y ser chalán, no se abstendrá de ningún ejercicio torpe, mas será pregonero, será cocinero, será fullero; no dará alimentos á su madre; será arrastrado al tribunal reo de latrocinio, y vivirá más tiempo en la cárcel que en su casa. Él mismo imita tan bien los charlatanes, que junta alrededor de sí gran muchedumbre, y llama á los que pasan, hablándoles é insultándoles con alta y licenciosa voz. Entretanto, algunos de los que pasan se le acercan; otros se retiran antes de oirle una palabra; mas á unos dice el principio, á otros una silaba, á otros una parte de su asunto, pretendiendo que se atienda su insolencia con no menor cuidado que cuando se celebra una solemne junta. Es también muy ordinario que ande huyendo de los pleitos que le ponen, y que él los ponga y persiga á otros: á unos se excusa de asistir con juramento; á otros concurre, llevando en su seno un portabreves, y en las manos un legajo de autos. Tampoco se desdeña de hacerse cabeza del gran número de rábulas ó pillos de plaza; les da sin detenerse dinero prestado, y ajusta ó pide por premio de una dracma óbolo y medio al día. Recorre las carnicerías, la pescadería y bodegones, echándose en la boca las monedas que recoge de las logrerías ó ganancias que saca. Estos son malos de tratar; tienen la lengua muy suelta para la maledicencia, y atruenan con tan grandes voces, que hacen retumbar con ellas la plaza y tiendas donde entran.


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