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¡Ah! Coridón, Condón, ¿qué locura se apoderó de ti? A medio podar tienes las vides sobre el frondoso olmo. ¿Por qué no, más bien, te preparas a lo menos algún objeto de los que el uso pide, tejiendo mimbres y flexible junco? Otro Alexis encontrarás si te desdeña éste.»
MENALCAS. — Dime, Dametas, ¿de quién este ganado? ¿Tal vez de Melibeo?
DAMETAS. — No, que es el de Egón; poco ha Egón me lo confió.
MENALCAS. — ¡Ay, ovejas, rebaño siempre desgraciado! Mientras su dueño corteja a Nerea y teme que ella me prefiera a él, este pastor extraño ordeña dos veces a la hora las ovejas, debilitando así al ganado y robando la leche a los corderos.
DAMETAS. — Advierte, sin embargo, que denuestos tales han de ser lanzados a los hombres con más moderación. Conocemos también nosotros quiénes a ti… mirándote los chivos de reojo, y en qué gruta…, pero lo tomaron a risa las indulgentes Ninfas.
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Publicado el 22 de junio de 2018 por Edu Robsy.
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