Clemencia es sin duda la mejor novela de Ignacio M. Altamirano, en la que, gracias a su maestría narrativa, con un estilo sobrio y sencillo, mantiene al lector en suspenso hasta el desenlace, enriqueciendo paulatinamente el relato con descripciones detalladas de lugares y costumbres.
Clemencia es una historia eminentemente sentimental, en la que se plantea la diferencia entre el bien y el mal, los conflictos del hombre causados por la carne y el espíritu, en cuya trama avanza paralelo el convulso contexto político y social de ese tiempo en México.
En esta novela, Altamirano construye unos personajes psicológicamente complejos, acreditando que poco ha variado la naturaleza del ser humano, envuelto desde siempre en la ambición de dinero y poder, repitiendo los mismos dramas de amor, dentro de una sociedad que despreciaba al indio, como siguen haciendo a día de hoy aún muchas personas.
Clemencia es una obra de romanticismo puramente mexicano que funde con sabiduría, el arte de escribir con el momento histórico de un país. Una magnífica obra del gran novelista mexicano que fue Altamirano.
Y esto no da derecho a suponer que las dos jóvenes careciesen de
talento y de criterio, no; la naturaleza había sido pródiga con
ellas en dones físicos e intelectuales. Clemencia pasaba por tener
una de las inteligencias más elevadas del bello sexo de
Guadalajara. Isabel era citada por su talento. Ambas estaban
dotadas del sentimiento más exquisito. Eran mujeres de corazón.
Pero juzgaban como juzgan casi todas las mujeres, por elevadas
que sean, y eso en virtud de su organización especial. Aman lo
bello y lo buscan antes en la materia que en el alma. Hay algo de
sensual en su modo de ver las cosas. Particularmente las jóvenes no
pueden prescindir de esta singularidad, sólo las viejas escogen
primero lo útil y lo anteponen a lo bello. Las jóvenes creen que en
lo bello se encierra siempre lo bueno, y a fe que muchas veces
tienen razón.
Así, pues, Clemencia, desde que llegaron los oficiales, por una
inclinación irresistible no cesó de dirigir frecuentes miradas para
examinar a Flores, quien, a su vez, le hacía sentir el poder de sus
ojos audaces e imperiosos.
162 págs. / 4 horas, 44 minutos.
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Publicado el 1 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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