Fue un colmo. Encendido el rostro de vergüenza, esquiva la mirada,
balbuciente, sin atreverse a huir de allí, sufriendo horriblemente con
quedarse como un criminal, sorprendido en el acto de delinquir, viose
Genaro obligado a soportar hasta el fin aquel suplicio
Abrían tamaños ojos los otros, se acercaban, aguijoneada su curiosidad se amontonaban a no perder una palabra de la historia
Y le llamaron tachero, al separarse, gritando, haciendo farsa de él
sus compañeros, y tachero le pusieron desde entonces, el tachero le
quedó de sobrenombre.
X
Lastimado, agriado, exacerbado a la larga, esa broma pueril e
irreflexiva, esa inocente burla de chiquillos, había concluido, sin
embargo, hora por hora repetida con la cargosa insistencia de la
infancia, por determinar un profundo cambio en Genaro, por remover todos
los gérmenes malsanos que fermentaban en él
Y víctima de las sugestiones imperiosas de la sangre, de la
irresistible influencia hereditaria, del patrimonio de la raza que
fatalmente con la vida, al ver la luz, le fuera transmitido, las malas,
las bajas pasiones de la humanidad hicieron de pronto explosión en su
alma
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