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Cuanta enemiga puso Naturaleza entre lobos y corderos, tanta es la que siento hacia ti, que un día sufriste que amoratase tus espaldas el látigo de Iberia, y aprisionase tus pies el duro grillete.
Aunque te pavonees soberbio con tus riquezas, la fortuna no cambia el linaje. ¿No reparas, cuando barres la vía Sacra con tu toga rozagante, cómo la indignación de los transeúntes se desata contra ti en los mayores ultrajes? «Ese hombrezuelo azotado por los triunviros hasta rendir al pregonero, labra mil yugadas del campo Falerno, recorre en sus bridones la vía Apia, y como si fuese un caballero, con desprecio de la ley de Otón, ocupa en el teatro los primeros asientos. ¿A qué equipar tantas naves rostradas contra ladrones y esclavos, si este mal bicho es tribuno de los soldados?»
«¡Ah! Por los dioses que desde el cielo gobiernan la tierra y el humano linaje, ¿qué peligros amenaza ese tumulto, o qué significan todos esos semblantes enfurecidos contra mí? Si Lucina te asistió alguna vez en partos verdaderos, te suplico por tus hijos, por este vano honor de la púrpura, por Jove que reprueba tus maldades, me digas qué te mueve a mirarme como ceñuda madrastra o como fiera castigada por el hierro.»
15 págs. / 27 minutos.
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Publicado el 14 de agosto de 2020 por Edu Robsy.
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