La Calandria, una bella joven huérfana de madre y de quien su padre, un hombre adinerado, no se ocupaba de ella más que económicamente por ser hija ilegítima, es recogida por doña Pancha, una vecina que le tiende la mano y la ama como si fuera su madre. Un día descubre las contradicciones del amor. De pronto debe decidir entre el amor sincero de un joven pobre, y el lujo que siempre ha rodeado a la familia de su padre, en la persona de un "calavera" que la pretende.
La Calandria ahora se encuentra en el dilema amoroso más difícil, aceptar el amor de Gabriel y con ello una vida pobre, o a Alberto que le puede dar la vida de lujos que siempre soñó y creyó merecer.
—¡Quién sabe! No hables de eso, Gabriel, ¡cuando el día que nos casemos está tan lejos! No me hables de eso…
—Dime: ¿verdad que te gustaría más vivir con tu hermana, tratada como ella, vestida como ella, que es tan lujosa?
—No me digas esas cosas… ya te lo he dicho. Si me quieres, dame ese gusto.
Gabriel contrariado se mordió los labios e insistió:
—¿Por qué siempre que te hablo de eso no me quieres responder? Dime
que sí; que sientes ser pobre y no vivir como ella, y no tener esos
vestidos, y no ir a esos bailes de los decentes, como ella va. El otro
día, cuando pasamos por la casa de tu papá y nos detuvimos a curiosear
el baile, me pareció que te pusiste muy triste al ver a tu hermana…
—¡Y qué bonita estaba! ¿Te acuerdas qué vestido?
—Dímelo, dímelo, dímelo; y no te vuelvo a hablar de mi cariño, ni de
mi amor, ni de nada… Seremos como antes. Yo acierto a comprender que
cómo vas a quererme, siendo yo pobre… un artesano…
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Publicado el 13 de octubre de 2017 por Edu Robsy.
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