Novela social naturalista sobre un seminarista revolucionario
La novela narra las desventuras de un seminarista llamado Gabriel Luna que, tras el fin de la tercera guerra carlista se instala en Francia, donde se inocula de pensamiento revolucionario. Retorna a su ciudad natal, Toledo, cuya catedral da nombre a la novela, y allí comienza a difundir sus ideas de igualdad entre la población local, que sin embargo lo acaba malinterpretando.
Una novela con un más que evidente contenido político y filosófico. Considerada una novela social, se encuadra dentro del naturalismo.
Gabriel vivía en un estado de belicosa excitación. Olvidaba los libros,
despreciando su porvenir: ya no pensaba en cantar misa. ¿Qué le
importaba su carrera viendo a la Iglesia en peligro y próxima a
desvanecerse la poesía soñolienta de los siglos que le había envuelto
desde la cuna como una nube perfumada de incienso viejo y rosas
marchitas...?
Con frecuencia desaparecían alumnos del Seminario, y los catedráticos
contestaban con un guiño malicioso a las preguntas de los curiosos:
—Están «allá»... con los buenos. No pueden ver con calma lo que ocurre.
Cosas de chicos... calaveradas.
Y las tales calaveradas les hacían sonreír con paternal satisfacción.
Él pensó ser también de los que huían. Creía que el mundo iba a
acabarse. En ciertas ciudades la muchedumbre revolucionaria invadía los
templos, profanándolos. Aún no mataban a los sacerdotes, como en otras
revoluciones, pero los ministros de Dios no podían salir a la calle con
traje talar sin riesgo de ser silbados e insultados. El recuerdo de los
arzobispos de Toledo, de aquellos bravos príncipes eclesiásticos
guerreadores e implacables con el infiel, enardecía su belicosidad. Él
nunca había salido de Toledo, de la sombra de la catedral. España le
parecía tan grande como el resto del mundo, y sentía la comezón de ver
algo nuevo, de contemplar de cerca las cosas extraordinarias admiradas
en los libros.
310 págs. / 9 horas, 2 minutos.
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Publicado el 20 de abril de 2016 por Edu Robsy.
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