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Edición física «La Guerra de Yugurta»
Aderbal, cuando vio que las cosas habían llegado a un término que, o bien era necesaria desamparar el reino o mantenerle con las armas, obligado de la necesidad, junta sus tropas y sale al encuentro de Jugurta. Acamparon los dos ejércitos en las vecindades del pueblo de Cirta, no lejos, y porque quería ya anochecer, no se dio entonces la batalla. Pasado lo más de la noche, aún entre sombras y alguna escasa luz, los soldados de Jugurta, dada la señal, acometen los reales de los enemigos, ahuyentan y desbaratan a unos que estaban medio dormidos y a otros que tomaban las armas. Aderbal, con pocos caballos, se acogió a Cirta, y si no hubiera sido por la muchedumbre de los del pueblo, que apartaron de sus murallas a los númidas que le seguían, en un mismo día se hubiera entre los dos reyes comenzado y acabado la guerra. Visto esto por Jugurta, sitia al pueblo y le estrecha con trincheras, torres y máquinas de todos géneros, dándose gran prisa para ganarle antes que volviesen de Roma los mensajeros que sabia haber enviado Aderbal antes de la batalla. Cuando el Senado tuvo noticia de esta guerra, envió a África tres sujetos de poca edad con orden de que viesen a los dos reyes y les notificasen de parte del Senado y pueblo romano, «que dejasen desde luego las armas, que esa era su determinación y voluntad; y lo que debía mandar y ellos hacer.
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Publicado el 27 de octubre de 2017 por Edu Robsy.
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