Esta novela corta o, como gustaba en llamarlas Unamuno, "nívola", da vueltas en torno al concepto de la identidad de la persona.
Escrita en forma epistolar, el narrador informa puntualmente a su interlocutor de sus vivencias y de su relación con Don Sandalio, una persona con la que traba una cierta relación cordial a través de sus partidas de ajedrez en el casino. Don Sandalio en ocasiones se ausenta, hasta que finalmente deja de asistir a su cita.
A través de estas cartas, el narrador deshoja quién pueda ser Don Sandalio realmente.
Fragmento de «La Novela de Don Sandalio, Jugador de Ajedrez»
Me interné por un monte y llegué a las ruinas de un viejo caserío.
No quedaban más que algunos muros revestidos, como mi viejo roble, por
la hiedra. En la parte interior de uno de esos muros medio derruidos, en
la parte que formó antaño el interior de la casa, quedaba el resto del
que fue hogar, de la chimenea familiar, y en ésta la huella del fuego de
leña que allí ardió, el hollín que aún queda. Hollín sobre que brillaba
el verdor de las hojas de la hiedra. Sobre la hiedra revoloteaban unos
pajarillos. Acaso en ella, junto al cadáver de lo que fue hogar, han
puesto su nido.
Y no sé por qué me acordaba de Don Sandalio, este producto tan
urbano, tan casinero. Y pensaba que por mucho que quiera huir de los
hombres, de sus tonterías, de su estúpida civilización, sigo siendo
hombre, mucho más hombre de lo que me figuro, y que no puedo vivir lejos
de ellos. ¡Si es su misma necedad lo que me atrae! ¡Si la necesito para
irritarme por dentro de mí!
Está visto que necesito a Don Sandalio, que sin Don Sandalio no puedo ya vivir.
35 págs. / 1 hora, 1 minuto.
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Publicado el 6 de octubre de 2019 por Edu Robsy.
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