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POLEMO.—¡Ah, Megara, Megara, cómo voy a majarte hasta reducirte completamente a picadillo. (Echa cabezas de ajo en el mortero.)
TRIGEO.—¡Oh! ¡Cuántos motivos de amargas lágrimas para los megarenses!
POLEMO.—También tú, Sicilia, vas a saber lo que es la muerte. (Echa queso.)
TRIGEO.—¡Pobre nación a punto de ser rallada!
POLEMO.—Ea, mezclemos un poco de miel del Atica.
TRIGEO.—¡Oh, no! Te aconsejo que emplees otra; ésa cuesta a cuatro óbolos; economiza la miel del Atica.
POLEMO.—¡Eh, Tumulto! Ven aquí.
EL TUMULTO.—¿Qué me quieres?
POLEMO.—Te voy a hacer gritar. ¿Cómo te quedas ahí plantado y sin hacer nada? ¡Toma¡, atrapa ese puñetazo.
EL TUMULTO.—¡Qué fuerza! ¡Desgraciado de mí! ¡Ah, señor!
TRIGEO.—Parece untado de ajo ese golpe.
POLEMO.— (Al Tumulto.) Tráeme volando una mano de mortero.
EL TUMULTO.—Pero, patrón mío, si no tenemos ninguna; como sólo estamos aquí desde ayer...
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Publicado el 30 de mayo de 2018 por Edu Robsy.
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