Obra escrita al dictado por un Galdós ya ciego, y que cierra el ciclo iniciado con "El caballero encantado".
La obra transcurre en "Ursaria", ciudad imaginaria y onírica en "Farsalia Nova", poblado por demonios ("Arimán, Nadir y Zafronio") y brujas ("Celeste y Rebeca") empeñados en restablecer el caos con el triunfo de la sinrazón y la mentira. La heroína de la trama será "Atenaida", maestra de escuela del lugar (síntesis galdosiana de serenidad, progreso y justicia) junto con Cintia-Pascuala, y el malvado contrincante "Dióscoro", político hipócrita, astuto zorro viejo y padre de tres hijas (Protasia, Calixta y Teófila); el personaje a redimir esta vez será Alejandro, marqués de Rodas, frustrado terrateniente y político. El escenario fantástico se ensancha con personajes casi "valleinclanescos", un santero ("El Santo Pajón"), un buñolero ("Malacarado") y el cura del pueblo (Don Hilario) y su ama (Dominga). Completan el coro urbano campesinos, arrieros, criados, gitanas y la benemérita guardia civil.
El cenit argumental puede colocarse en el incendio del Palacio de Don Dióscoro, cataclismo con cierto simbolismo faustico, y el mágico nadir en la transformación de los magnates de Ursaria, los Señores de Cucúrbitas y Cylandros en vegetales (que consecuentemente vegetan). Pero tras lo inverosímil resulta fácil identificar el entorno político, económico y social de la España de los primeros años del siglo XX; y en el discurso literario sobresalen de nuevo la profunda religiosidad de Galdós y su despiadado —y quizá históricamente justificado— anticlericalismo.
DIÓSCORO: (Con humorismo.) Amigo, no tanto; cierto
que la verdad y la mentira son términos elásticos y convencionales; sin
embargo, conviene guardar ciertas formas y no proclamar el imperio de la
Sinrazón.
ALEJANDRO: Pues yo te aseguro, querido Dióscoro, que la
gran mayoría de los seres humanos en esta diminuta región del mundo, no
merecen la verdad; démosle lo suyo: la mentira.
DIÓSCORO: ¿Y crees tú que con ese nuevo sistema han de cambiar tus infortunios en prosperidades?
ALEJANDRO: Así lo creo. Una voz misteriosa susurra en mi oído que seré dichoso cambiando de sistema.
DIÓSCORO: En buena lógica, de la mentira sistemática, según
nos han enseñado, no puede salir nada bueno. Lo mismo te dirá mi
hermano Pánfilo, el hombre esencialmente práctico y previsor. Lo mismo
te dirá la profesora de mis hijas, tu amiga Atenaida, que es mujer de
claro sentido.
ALEJANDRO: No hagas caso de Atenaida ni de Pánfilo. Harto
de la dichosa lógica, me entrego desde hoy á lo absurdo, el gran
resorte, créeme á mí, de la existencia humana; y no me hables tampoco de
previsión. Yo me he pasado la vida previendo las cosas, adelantándome
con mi pensamiento al suceso favorable, al suceso adverso, lo mismo
cuando se trataba de un negocio que de asuntos de familia. Pues siempre
que hice alarde de previsión he salido mal, muy mal; prever mucho y
equivocarme siempre. Nada, nada; ya para mí no hay más divinidad que la
imprevisto, la Fatalidad.
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Publicado el 13 de octubre de 2020 por Edu Robsy.
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