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Su mirada volvió a posarse en el reloj. Siempre que contemplaba el reloj se acordaba de Clem Spender y, de repente, se preguntó qué habría dicho él si las cosas hubiesen sido distintas y ella le hubiese planteado lo que Charlotte le había planteado a Joe. No era fácil de imaginar. Pese a ello, tras un momentáneo reajuste mental, Delia logró verse como la esposa de Clem, a sus hijos como los hijos de él y se imaginó rogándole que le permitiese seguir cuidando de los pobres huérfanos de Mercer Street. Oyó su risa con nitidez, así como su instantánea respuesta: «¿Para qué me preguntas, tontita? ¿Acaso me tomas por un fariseo?».
Sí, así era Clem Spender en todos los aspectos: indulgente, espontáneo, indiferente a las consecuencias, actuando con la mejor intención en cada momento, y dejando demasiadas veces que los demás pagasen los platos rotos. «Hay algo innoble en Clem», había sentenciado Jim en cierta ocasión.
Delia Ralston se acercó a su prima y la estrechó con más fuerza: «Cuéntame, Chatty», susurró.
83 págs. / 2 horas, 25 minutos.
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Publicado el 27 de agosto de 2018 por Edu Robsy.
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