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Todos se conmovieron al oír a la niña recitar estos ocho renglones.
Recibió la felicitación de sus profesoras y de la presidenta que, al regalar a las colegialas recordatorios de la solemne fiesta de aquella mañana, dio a Pilar el más bonito.
Sólo a su madre y a sor Juana de la Cruz contó la niña lo que ella llamaba el milagro de las rosas. La monja sonrió dulcemente al oír aquel relato y luego, abrazando a su discípula, le dijo:
—Ama mucho a la Virgen y siempre te protegerá. En cualquier contrariedad que tengas en la vida, acuérdate del día de tu primera comunión y encontrarás alivio a tus penas y consuelo en tus dolores.
Poco antes de dar las doce el reloj del Ayuntamiento, las veinticuatro como decimos hoy, se hallaban reunidos casi todos los habitantes de Aldeachica en una gran plazoleta en la que se elevaban gigantescos árboles y en cuyo centro había una hermosa fuente.
La noche era clara y serena, una noche de estío en la que se respiraba con delicia el aroma de las flores del campo y de las plantas que crecían en los montes. La tierra estaba cubierta de hierba y entre ella lucían sus galas algunas margaritas y amapolas.
74 págs. / 2 horas, 10 minutos.
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Publicado el 28 de marzo de 2020 por Edu Robsy.
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