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EL UJIER.—Que se retiren los tracios: se les convoca para pasado mañana. Los Pritáneos levantan la sesión.
DICEÓPOLIS.—(Que se ha quedado solo)
¡Maldita sea! He perdido mi buena ensalada de ajos! Pero aquí está Anfiteo que vuelve de Lacedemonia. ¡Salud, Anfiteo!
ANFITEO.—Espera para saludarme a que pueda parar de correr… huyo de los acarnienses, que me persiguen.
DICEÓPOLIS.—Pues ¿qué pasa?
ANFITEO.—Venía apresuradamente con tu tratado de paz, y, al adivinarlo, esos viejos, esos acarnienses de Acarnia, du. ros como el roble, intratables, feroces, veteranos de Maratón, se han puesto a gritar a coro: ¡Miserable! Has concertado la paz cuando están taladas nuestras viñas", y al mismo tiempo recogían piedras en sus mantos. Yo eché a correr y ellos me persiguen hasta aquí, vociferando.
DICEÓPOLIS.—Déjalos que chillen. ¿Me traes el tratado?
36 págs. / 1 hora, 4 minutos.
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Publicado el 5 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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