Selección de "impresiones" inéditas publicadas por el autor pero que no fueron recogidas en el volumen de las "Aguafuertes porteñas". De nuevo, una revisión próxima, atenta y mordaz del mundo, no exenta de humor y, en ocasiones, ternura. Una escritura moderna, ágil, lejana de las imposturas de la literatura más intelectual de la época.
No me refiero a esos tipos de bares alemanes para invierno, con sus
interiores calafateados de cornamentas de ciervos y grotescas escenas de
paisajes tiroleses: un tío con el pelo color de zanahoria, las rodillas
desnudas y medias verdes, cortejando a una verdulera de mercado tudesco
con sombrero que parece un canastillo y nariz en forma de trompeta. No;
no me refiero a este bar alemán donde sólo concurren choferes españoles
y literatos que van a decirse mutuamente que son genios ignorados y
predestinados. ¡No, no! Ahora me refiero a otro bar, que merece el
título de recreo y que florece con inusitada exuberancia en Belgrano;
bares de cocados con lucecitas entre las ramas de los cipreses y
orquesta germánica, que hace chirriar en los violines los valses
vieneses de Strauss.
Elogio de lo cursi
Si usted quiere comer mal, vaya a uno de estos bares. Pero si quiere
pasar un rato de cursilería deliciosa, de amigable espera, de dulce
estar, de simpática concurrencia, entre a cualquier bar alemán de
Belgrano; y le prevengo que pasará una hora deliciosa. Se sentirá cómodo
y reconciliado con la vida. ¿Por qué? Porque el bar alemán es la
síntesis de lo cursi; el bar alemán es la vulgaridad elevada a la
categoría de artístico. Y si no, vea:
80 págs. / 2 horas, 20 minutos.
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Publicado el 4 de marzo de 2022 por Edu Robsy.
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