En Madrid fuimos de urgencias al
Hospital Clínico y lo dejaron ingresado, unos días después nos dijeron que
llamáramos a sus padres. Tenía esclerosis múltiple, EM.
Ninguno habíamos oído hablar de esa
enfermedad. Le aconsejaron reposo y ya irían viendo cómo evolucionaba. En el
hospital estaba bien, lo visitábamos todas las tardes. Sus padres también
estuvieron todo el tiempo. Creo recordar que mi suegro se volvía al pueblo de
vez en cuando, pero mi suegra estuvo al lado de su hijo con toda la abnegación
que puede tener una madre. Lo peor vino cuando le dieron el alta. En casa de
sus padres se vino abajo, además de la enfermedad en sí que le producía todo
tipo de dolores, además del adormecimiento de brazos y las piernas, una
depresión le hacía estar todo el día en la cama, se levantaba apenas para
comer.
La enfermedad es cruel, en el caso de
Gabriel era peor. Estás viviendo con una amenaza real. En cualquier momento te
“puede dar un brote”, tienes una recaída, algo que funcionaba ya no lo hace, la
vista suele ser uno de los sentidos más afectados por la EM. Dejas de ver en
unas horas. Te recuperas pero ese ataque no había venido solo, la ceguera era
solo lo evidente, también te ha dejado un problema neurológico más o menos
grave, con pérdidas de movilidad, falta de control de esfínteres…
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