Novela humorística de raíz picaresca basada en un personaje de Aragón
Publicada en 1844 con el título original de "Vida de Pedro Saputo, natural de Almudévar, hijo de mujer, ojos de vista clara y padre de la agudeza. Sabia naturaleza su maestra", conocida como Vida de Pedro Saputo.
En ella se dibuja el retrato de un personaje del folklore oscense atestiguado como tal en el siglo XVI. Pedro Saputo era célebre por su astucia y Foz le convierte en el protagonista de un relato de raigambre picaresca, enlazando aventuras, dichos, facecias y burlas con un estilo que debe mucho a Cervantes. Las ideas de Braulio Foz sobre la vida (el estoicismo, la búsqueda de lo «natural», la crítica desenvuelta y el anticlericalismo) provienen del Siglo de Oro, aunque han pasado por el tamiz de la Ilustración. Sin embargo, la Vida de Pedro Saputo, no paga el peaje de lo «pintoresco» del costumbrismo decimonónico, la moda de su tiempo.
La ambientación geográfica es claramente regional, sin embargo, la temporal es indeterminada. Esta ambigüedad en la localización temporal entronca con la ficción cervantina, puesto que no hay un telón de fondo histórico, sino tradicional y popular.
Por la habilidad y el gracejo de su estilo, por la creación de un personaje lleno de vitalidad y humanismo, esta novela es la más importante de la narrativa aragonesa en el siglo XIX y una de las obras más originales de la literatura española de la primera mitad de dicho siglo.
Anochecido casi o entre sol y candil, hora en que los tales
jornaleros se suelen tomar un rato de asueto para vaciar la vejiga de lo
que contiene y el vientre de flatos, díjoles que con su buena licencia
se saldría un poco a la calle a orearse. Y se salió, pero con ánimo y
propósito de no volver, porque no podía sosegar en la quietud del oficio
que todavía le parecía poco disfraz, sobresaltándose todo el día cuando
oía llamar, no fuesen los corchetes que iban a prenderle.
Dando vueltas por las calles un famoso entierro que se encaminaba a
la catedral, y con la gente le siguió y se metió en la iglesia. Tocaron
muchas sinfonías al muerto, que era una doncella de hasta dieciocho o
veinte años de edad, hija de una casa principal, llena de dijes muy
preciosos y un vestido de mucha riqueza, con un velo suelto galoneado de
oro, y en la cabeza una diadema de valor muy subido según brillaban las
piedras. Duraron bien hasta las diez las sinfonías y el canto, y luego
cesaron y metieron la muerta en una capilla, la rodearon de luces y se
fue todo el mundo, menos Pedro Saputo, que dijo entre sí: ¿Yo adónde he
de ir? Aquí podré pasar la noche, y no hay cuidado que me busquen los
frailes; mañana amanecerá Dios y veremos lo que conviene hacer. Y
diciendo esto se acomodó en un arca o banco de otra capilla enfrente de
la muerta, encomendó a Dios su cuerpo y alma, y se dispuso a dormir si
el sueño no le hiciese novillos, pues le sentía venir aprisa.
300 págs. / 8 horas, 46 minutos.
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Publicado el 22 de abril de 2019 por Edu Robsy.
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