Textos por orden alfabético inverso | pág. 110

Mostrando 1091 a 1100 de 8.294 textos.


Buscador de títulos

108109110111112

Ramón Gallegos, el maestro de la inteligencia espiritual

Fundación Ramón Gallegos


Ramón Gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


La obra de Ramón Gallegos es única en el mundo, va de la mano de un profundo y genuino interés por el autoconocimiento, un genuino interés por la indagación de su propio ser, es claro que la espiritualidad ha nutrido su vida y esto se refleja en cada una de sus propuestas y sus enseñanzas. Richard Fuller (2001), editor de la revista estadounidense Great Ideas in Education, ha señalado que “Estudiar la educación holista es dejar la oscuridad y entrar a la luz y Ramón Gallegos Nava abre la puerta que separa a las dos…”  y este ensayo tiene como misión mostrar esa puerta que Ramón Gallegos ha abierto hacia nuestro propio ser interior.

 

Una nueva visión del mundo


Leer / Descargar texto


13 págs. / 23 minutos / 26 visitas.

Publicado el 10 de diciembre de 2020 por Fundación Ramón Gallegos.

Ramón Gallegos, el maestro de la educación holista

Fundación Ramón Gallegos


Ramón Gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


La educación holista ha sido desarrollada por el Dr. Ramon Gallegos, ha surgido como una respuesta a los problemas que actualmente vive la humanidad. Problemas que se presentan en el campo educativo, económico, político y   social; y más aún, que se presentan en la vida interior de cada ser humano. Sabemos que la educación es fundamental para fortalecer la evolución tanto material como espiritual del ser humano, y que, según muestra la historia, ha estado influenciada por el paradigma dominante de la época. Así, el modelo mecanicista del siglo XVII dominado por el paradigma científico con pensadores como Newton y Descartes, sólo podía ofrecer a la educación un modelo de fábrica, estandarizado y reduccionista que tal vez respondió a su época pero que ahora, en el siglo XXI resulta insuficiente para las necesidades que enfrenta la humanidad en su conjunto.  Estamos ahora viviendo un cambio de época, una nueva visión del mundo que empieza a emerger en todos los ámbitos de la sociedad incluyendo a la educación.

En su libro “El Espíritu de la Educación” (2003) Ramón Gallegos nos habla de los cambios de época por los que ha atravesado la humanidad, desde la premodernidad, hasta la modernidad y sus consecuentes choques de paradigmas entre la visión dogmática y la visión científica.


Leer / Descargar texto


17 págs. / 30 minutos / 30 visitas.

Publicado el 10 de diciembre de 2020 por Fundación Ramón Gallegos.

Ramón Gallegos, educación holista y espiritualidad

Fundación Ramón Gallegos


Ramón Gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


Este ensayo está basado en los libros del Dr. Ramon Gallegos que estamos estudiando en la maestria en Educacion Holista, en Guadalajara. La educación ha sido una constante en mi vida, solo la entiendo dividiéndola en 2 partes, la educación que tienes en casa y/o la que se da en la escuela, personalmente mis referencias educativas parten de la casa materna.

La educación para mi es devoción, fui devota de mi educadora madre, la admiraba, sus palabras eran la ley, todo el tiempo buscaba complacerle, cuando fui niña no entendía de que se trataba el proceso educativo, sin embargo ahora lo comprendo y puedo contarlo.

Sin embargo no toda experiencia de vida es educación; educación es cuando percibes con detenimiento por qué y cómo suceden los acontecimientos, que se movió para que sucedieran las cosas, es observar el más mínimo detalle para que lo relevante se convierta en una experiencia educativa.

La libertad educativa en la crecí, es hasta hoy el más preciado bien que me heredaron mis padres; libertad en todos los sentidos, libertad para pensar, para crear, para creer, para ser, para vivir, para convivir, para crear mis propias reglas, para modelar mi vida, para crecer, soñar, planear, para elegir, con absoluta libertad; mi mamá pedía cosas sencillas como limpiar la casa antes de que regresara del trabajo, y para mis hermanas y para mí era diversión, llenábamos el piso de agua y jabón y durante horas nos derrapábamos de un lado a otro con las rodillas hasta que nos sangraban, entonces terminábamos de lavar el piso,  libertad pura.


Leer / Descargar texto


5 págs. / 9 minutos / 52 visitas.

Publicado el 10 de diciembre de 2020 por Fundación Ramón Gallegos.

Rahutia la Bailarina

Roberto Arlt


Cuento


En el arrabal morisco de Tetuán, en la callejuela de Dar Vomba, precisamente junto a los arcos que la techan dándole la apariencia de un subterráneo azulado, vivía hasta hace pocos años Ibu Abucab, comerciante y fabricante de babuchas.

Algunos niños, de nueve y diez años, respectivamente, trabajaban para él. El babuchero era un hombre de baja estatura, morrudo, con ojos como manchados de leche y tupida barba sobre el pecho.

Ibu Abucab había repudiado a su esposa, Rahutia, cuando ésta cumplía dieciséis años. Sospechaba que ella, desde la terraza de su finca, le engañaba con su vecino Gannan, el platero.

Sin embargo, no había tenido oportunidad de olvidarla. Mientras los niños moros recortaban las sandalias, Ibu recordaba pensativamente el compacto cariño de Rahutia y sus caricias espesas. Ciertas imágenes le roían la conciencia como los agudos dientes de un ratón. Era aquélla una sensación de fuego y enloquecimiento que le cubría los ojos de blancas llamaradas de odio.

Rahutia, después de refugiarse en Fez, se dedicó a la danza. En pocos años se hizo famosa en todos los bebederos de té que se encuentran yendo de Uxda a Rabbat y de Tremecen hasta Taza, la vieja ciudadela de los bandidos.

Las danzas de esta mujer fea eran un temblor de rodillas y crótalos que exaltaban a los espectadores. Presagiaban la muerte y el zarpazo de la fiera.

Ibu Abucab odiaba a su mujer, pero la odiaba consultando sus intereses, y, precisamente, fueron sus intereses los que le impidieron cortarle la cabeza cuando sospechó de ella.

Ahora Ibu Abucab prosperaba. Dentro de algunos anos, con ayuda de Alá, se enriquecería, y podría, como otros vecinos, mantener un harén. También la humillaría a Rahutia.


Leer / Descargar texto

Dominio público
9 págs. / 17 minutos / 68 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Radioscopia

Norberto Torcal


Cuento


Gran triunfo, colosal victoria la del estudioso y sabio doctor don Juan Nepomuceno Aguaviva y Ruiz de los Peñascos, nombre que desde aquel fausto y dichosísimo día, de perdurable memoria, debía ir unido al de la más grande y portentosa conquista de cuantas el humano ingenio realizara en la larga sucesión de los siglos; nombre que las generaciones venideras pronunciarían con mezcla de pasmo y reconocimiento, descubriéndose la cabeza y postrándose reverentes ante el soberano genio que con el fiat de su voz creadora había hecho surgir la luz del fondo de las espantosas y densas tinieblas...

¡Atrás todos los cacareados inventores, todos los sabios antiguos y modernos, todos hombres de iniciativa, de inteligencia y genio que en el mundo le habían precedido!

¡Atrás todos los que hasta aquel punto y hora habíanse ufanado de triunfar de la Naturaleza, descifrando sus oscuros enigmas, descubriendo sus grandes secretos, arrancándole sus poderosas fuerzas para ponerlas á servicio y provecho del hombre!

Enanos y pigmeos resultaban, comparados con él, Newton y Keplero, reveladores de la gran mecánica celeste, Fulton y Papin, dominadores de la fuerza expansiva de los gases y vapores; Franklin y Daguerre, árbitros de la luz y de las tempestades; Volta y Galvany, soberanos del invisible fluido eléctrico; Edison y Boetgen con sus celebradas conquistas y descubrimientos, aprisionando el primero la palabra en un sutil alambre, y penetrando el segundo con sus famosos rayos en las interioridades de los cuerpos oscuros y opacos.

El doctor Aguaviva dejábalos á todos en mantillas.


Leer / Descargar texto

Dominio público
5 págs. / 9 minutos / 30 visitas.

Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Radio "La Mar"

Arturo Robsy


Cuento


Ni mentir ni dejar que mientan

Emisiones electorales de la famosa Radio La Mar. Vote después de haber reído.

Experimento sociológico sobre la negación de la realidad. Papeles de Trapisonda.

Estas historias de Radio La Mar, puro diálogo e impuro despropósito, se basan en dos hechos fundamentales:

El Primero, que la Constitución nos reconoce el derecho a recibir información veraz y, por lo tanto, prohíbe que se nos mienta como método. Nada dice la engolada «Ley de Leyes» sobre intenciones que puedan ser excusa para la mentira; o sea que desear ganar unas Elecciones o vender un perfume, no justifican el intento de engañarnos. Pero nos engañan todos los días desde todos los medios, porque la modernidad es cosa de propaganda y es fundamental que el dominado siga satisfecho con su situación. Además, no hay juez Garzón que se atreva con los mentirosos: no es tan valiente. Libertad de Expresión, sí. Pero no libertad de mentira.

El Segundo, que no hay cosa más inútil que una que esté partida, y los Partidos son y aspiran a ser trozos de sociedad, fragmentos de convivencia. Es necesario vigilar y limitar el Poder, pero con leyes y no con grupos particulares, si puede expresarse así.

De ahí se crea, en esta ficción disparatada, el Partido Entero, que quizá busca la unidad de lo fundamental, pero no de lo accesorio. Por ejemplo, nadie se arremolina porque el euro sea la unidad en lo dinerario: el dinero, aunque necesario, es el accesorio de los acesorios.

Por eso —si sigue leyendo— verá que el ficticio Partido Entero, puesto en la necesidad de ofrecer un programa electoral, lo resuma en “No mentir ni permitir que otros mientan”.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
22 págs. / 40 minutos / 54 visitas.

Publicado el 10 de julio de 2018 por Edu Robsy.

Radical

Arturo Robsy


Cuento


Aunque es penoso decirlo, cuando Remigio descubrió que su mujer "también era adúltera" y que, encima, aquello no era motivo para divorciarse y que, si se divorciaba a pesar de todo, la otra pedía la mitad de cualquier cosa de Remigio, incluida la finca heredada de sus padres, se encontró en la tesitura de ser un permanente cornudo o destruir elmundo.

Puede que usted, que lee esta historia, piensa que hay otras opciones intermedias, de centro como quien dice, pero eso tendría que explicárselo a Remigio, cuyo remedio a mitad de camino no era otro que pegarle un tiro a la susodicha y pasarse entre quince y treinta años de huésped del Estado, salvo amnistías.

Así que el riesgo de perder quince o más años de su vida justificaba, para Remigio, la necesidad de destruir el mundo para quedar en paz con la zorra de su mujer y, de paso, cobrarse unos cuantos piquillos que le debían todos los seres humanos a coro.

Claro que entre tomar la decisión de destruir el mundo y estar en situación de hacerlo, hay un largo camino que tiene que andarse con imaginación o, como diría algún lapidario, "con la vvista puesta en lo grande y la confianza, en Dios."

Naturalmente que Remigio tenía sus dudas acerca de lo que Dios opinaría de este asunto. A fin de cuentas el Buen Dios había hecho el mundo, y, por bueno que fuese no era imaginable que se lo tomara como una broma inocente. Destruir una ciudad era cosa más que gorda ya, pero había sucedido. Y hasta naciones enteras perecieron por la espada o por el hambre, pero todo un mundo... Para eso haría falta un archicriminal — y Remigio no lo era — o un manitas.


Leer / Descargar texto

Licencia limitada
7 págs. / 13 minutos / 88 visitas.

Publicado el 23 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Racimos

Emilia Pardo Bazán


Cuento


Desde que eran vides las que rojeaban en las laderas del Aviero, precipitándose como cascadas de púrpura y oro viejo hacia el hondo cauce del río, no se había visto cosecha más bendita que la del año..., bueno, el año no importa. Además de la abundancia, la uva estaba recocha y tenía su flor de miel, su pegajosidad de terciopelo. Cada grano era un repleto odrecillo, ni duro ni blando, reventando de zumo. Y los colores, en el tinto como en el blanco, intensos y muy iguales. No se conocieron racimos que así tentasen a vendimiarlos.

La vendimia se señaló para el 24 de septiembre. Y, como según dicen en el país, cuando Dios da no es migajero, mandó un sol de gloria y unos días de gusto mejores que los de verano, para aquella faena de otoño. Tampoco sería fácil recordar vendimiadura más alegre.

Ello no quita para que el trabajo sea caristoso. Subir a hombros los culeiros o cestones por las cuestas casi verticales de la ladera, hasta soltarlos en la bodega del antiguo pazo, que domina todo el paisaje, vamos, ¡que se suda! Las vendimiadoras echan la gota gorda de su pellejo, con el calor y el tráfago; pero los carretones se derriten al ascender con las cargas, magullados los hombros por el peso, anhelosa la respiración por la fatiga, y sin poder ni pasarse el revés de la mano por la frente, para recoger las lágrimas que de ella se desprenden y caen sobre el fornido y velludo pecho.


Leer / Descargar texto

Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 43 visitas.

Publicado el 27 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Racimo de Horca

Ricardo Palma


Cuento


Crónica de la época del vigésimo virrey del perú

I

Mi buen amigo y alcalde don Rodrigo de Odría:

Hanme dado cuenta de que, en deservicio de Su Majestad y en agravio de la honra que Dios me dió, ha delinquido torpemente Juan de Villegas, empleado en esta Caja real de Lima. Por ende procederéis, con la mayor presteza y cuidando de estar a todo apercibido y de no dar campo para grave escándalo, a la prisión del antedicho Villegas, y fecha que sea y depositado en la cárcel de corte, me daréis inmediato conocimiento.

Guarde Dios a vuesa merced muchos años.

El conde de Castellar.

Hoy 10 de septiembre de 1676.

Sentábase a la mesa en los momentos en que, llamando a coro a los canónigos, daban las campanas la gorda para las tres, el alcalde del crimen don Rodrigo de Odría, y acababa de echar la bendición al pan, cuando se presentó un alguacil y le entregó un pliego, diciéndole:

—De parte de su excelencia el virrey, y con urgencia.

Cabalgó las gafas sobre la nariz el honrado alcalde, y después de releer, para mejor estimar los conceptos, la orden que dejamos copiada, se levantó bruscamente y dijo al alguacil, que era un mozo listo como una avispa:

—¡Hola, Güerequeque! Que se preparen ahora mismo tus compañeros, que nos ha caído trabajo, y de lo fino.

Mientras se concertaban los alguaciles, el alcalde paseaba por el comedor, completamente olvidado de que la sopa, el cocido y la ensalada esperaban que tuviese a bien hacerles los honores cotidianos. Como se ve, el bueno de don Rodrigo no era víctima del pecado de gula; pues su comida se limitaba a sota, caballo y rey, sazonados con la salsa de San Bernardo.


Leer / Descargar texto

Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 189 visitas.

Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

108109110111112