Textos por orden alfabético inverso | pág. 94

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Ruptura

Javier de Viana


Cuento


A Alberto Ghiraldo.


Juan avanza pausadamente por el patio. El ruido que producen las rodajas de sus espuelas es ahogado por los compases furiosos de la polka que chiflan cuatro guitarras en la sala.

Llega á la enramada. Su moro, que lo ha reconocido, levanta la cabeza, orejea y ahoga un relincho. A la luz blanca de la luna, sus grandes é inteligentes ojos brillan rojizamente, fijándose en el amo con expresión interrogativa.

Hace ya muchas horas que la manea mortifica sus manos finas y nerviosas; hace ya mucho tiempo que el recado está sobre su lomo y que la cincha oprime sin piedad su vientre.

En la mirada que dirige al amo hay pintada extrañeza; en el impaciente tascar del freno hay como un reproche.

Juan ha comprendido: cariñosamente lo palmea en el cuello. Enseguida afloja la cincha, acomoda prolijamente el recado, ata el poncho á los tientos, desprende la manea.

El moro, que también ha comprendido, escarba alegremente el suelo.

Por cinco minutos, el gaucho permanece pensativo, las riendas en la mano y la mano apoyada en la cabezada del basto. En el instante en que alzaba el pie para estribar, una voz sonó á su espalda.

—¿Te vas asina?...

Volviendo la cabeza, pero sin cambiar de actitud, Juan respondió:

—Dejuro... ¿De qué otra laya iba á dirme?

Suspiró la moza, acercóse al jinete y exclamó con pena:

—¡Cómo has cambiao, Juan!... ¡Cómo te has vuelto malo!... ¡Qué diferencia de antes, cuando sabías bailar conmigo y decirme al oído cosas lindas!...

—Las palabras, Malvina, son como las flores cuya lindura y cuyo perfume se concluyen entre dos viajes del sol.

—Tus palabras de entonces yo las guardo en la memoria como si juesen flores secas venidas de uno que me quiso y se murió...

El gauchito fijó sus ojos de cálida mirada en la atristada fisonomía de Malvina. Con cariño, pero con firmeza, dijo:


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1 pág. / 3 minutos / 24 visitas.

Publicado el 20 de agosto de 2022 por Edu Robsy.

Ruperto de Hentzau

Anthony Hope


Novela


Capítulo I. El adiós de la Reina

Quien ha vivido en el mundo y advertido que el acto más insignificante puede engendrar innumerables consecuencias, no es capaz de asegurar que la muerte del duque de Strelsau, la liberación y la restauración del rey Rodolfo, habían terminado de un modo definitivo con los disturbios causados por la audaz conspiración de Miguel el Negro.

La lucha fue encarnizada, la puesta considerable, desaforadas las pasiones, y la simiente del odio esparcida por doquier.

Pero ya que Miguel pagó con la existencia el atentado contra la corona, todo parecía terminado.

Miguel había muerto, la princesa casó con su primo, el secreto no respiró, el señor de Rassendyll desapareció de Ruritania. ¿No era esto un desenlace?

En tal sentido hablaba a mi amigo, el condestable de Zenda, conversando tranquilamente en su casa. Me contestó así:

—Es usted muy optimista, amigo Fritz. ¿Acaso ha muerto Ruperto de Hentzau? Creo que no.

El principal agente de que echaba mano Ruperto para reconciliarse con el Rey era su primo el conde de Rischenheim, mozo de preclaro linaje, muy rico y que le quería.

El conde desempeñaba perfectamente su cometido. Reconocía las graves faltas de Ruperto; pero invocaba en su favor la ligereza de la juventud, la influencia predominante del duque Miguel, y prometía para lo porvenir una fidelidad tan discreta como sincera.

Pero, como puede comprenderse, lo mismo el Rey que sus compañeros, conocían demasiado a Ruperto de Hentzau para atender las súplicas de sus embajadores. Ruperto parecía decir por boca de éstos: «Pagadme bien y callaré».

Nosotros nos limitábamos a tener en secuestro los bienes del Conde y procurábamos vigilarle cuidadosamente a él, pues estábamos decididos a que no penetrara en Ruritania.


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192 págs. / 5 horas, 37 minutos / 217 visitas.

Publicado el 13 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Ruinas

Rosalía de Castro


Novela corta


No voy a hablar de las ruinas de Roma, que no he visto, y que quisiera ver, ni de las de Pompeya, o Herculano, con que he soñado muchas veces, vengándose así mi imaginación de la mala suerte, que no me ha permitido contemplarlas realmente.

Pero aunque así no fuera, ¿qué iría yo a decir sobre esos antiguos y majestuosos restos, después que nos los han descrito con el lenguaje de la más bella poesía tantos genios ilustres?

También existen ruinas vivientes, que arrastran en pos de sí un mundo de gloriosos y tristes recuerdos y que aparecen tan aisladas en medio de los hombres nuevos como si bogasen sobre las olas misteriosas de mares desconocidos o habitasen en medio de los yermos de la Tebaida.

Respirando una atmósfera propia que parece rodearles, como una muralla impenetrable a los ojos profanos, habitan un mundo ignorado de todos, y mientras las modernas gentes se ríen de su apariencia carcomida y haraposa, y de aquellos usos ya perdidos que ellas guardan cuidadosamente como un precioso tesoro; mientras las personas sensatas y cuerdas murmuran, sin duda con intención moralizadora, de las rarezas y excentricidades de esos entes que viene a mezclarse entre ellas como una tela sucia entre sus ropas domingueras, esas pobres ruinas vivientes siguen imperturbables su marcha por el derrotero de la vida, dejando, aun después que se han extinguido, un eterno recuerdo que, si bien hace asomar comúnmente una sonrisa a los labios, conserva en el fondo algo que conmueve dolorosamente el corazón. Yo voy a hablar de alguna de estas ruinas.


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66 págs. / 1 hora, 55 minutos / 386 visitas.

Publicado el 19 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Ruecas de Marfil

Concha Espina


Novela


Nodrizas de nuestros sueños, hilanderas de nuestras vidas, melancólicas hadas que acompañáis nuestros pasos desde la cuna al sepulcro: dadme las ruecas de marfil con que sabeis transfigurar las cosas vulgares, los destinos crueles, los dolores mudos, en gloriosas urdimbres, en doradas hebras de ilusión y de luz.

Discípula vuestra soy: por las rutas sombrías de este valle de lágrimas, absorta en mi noble vocación de poeta, voy recogiendo en el camino todo aquello que la realidad me ofrece, para guardarlo con ternura en mi corazón y tejerlo, después, en mis fantasías.

Nada desprecio por trivial y menudo que sea. En una gota de agua se cifra todo el universo. Abejas hacen la miel; con barro se fabrica el búcaro. Tosca y ruin es, casi siempre, la realidad, como el copo de lino, como el vellón de lana, como el capullo de seda sin hilar; pero esa materia ruda se convierte en estambres luminosos, en delicados fililíes, cuando la imaginación y el arte, que son las hadas benéficas de los hombres, la toman, la retuercen y devanan en sus ruecas invisibles de marfil.

Con más rústico instrumento hilé en este libro unas pobres vidas de mujer, humildes y atormentadas vidas, cuyo obscuro y resignado dolor tuvo en mi corazón ecos muy hondos, ¡Luisa, Ángeles, Irene, Marcela, Talín, bellas y desventuradas criaturas que un día pasasteis junto a mí llorando y sonriendo, bajo la pesadumbre del destino! ¡Pobres vidas fugaces, rosas al viento, naves en el mar!

Acaso, lector, preferirías que te contase historias más felices, invenciones alegres, soleados romances de un dichoso país, donde las flores no se marchitan nunca. Mas ya dije que cuento vidas de mujer...

¿Qué culpa tengo yo si la realidades amarga, si hasta la imaginación, lo mismo que el sentimiento, suelen padecer melancolía?


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114 págs. / 3 horas, 21 minutos / 382 visitas.

Publicado el 14 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Rudin

Iván Turguéniev


Novela


Lista de personajes

RUDIN, DMITRI NIKOLAICH (Nikolaíevich), nombre familiar: Mitia

LASUNSKAYA, NATALIA ALEXEEVNA (hija de Daria Lasunskaya), nombre familiar: Natasha

LASUNSKAYA, DARIA MIJAILOVNA (madre de Natalia)

LIPINA, ALEXANDRA PÁVLOVNA (hermana de Volíntsev), nombre familiar: Sasha

LEZHNEV, MIJAILO MIJAÍLICH, nombre familiar: Misha

PANDALEVSKI, CONSTANTÍN DIOMÍDICH, en francés, Constantin

PIGASOV, AFRICÁN SEMIÓNICH

VOLÍNTSEV, SERGUÉI PÁVLICH (hermano de Alexandra Lípina), nombre familiar: Seriozha

Capítulo I

Era una tranquila mañana de verano. El sol ya se había elevado bastante en el limpio cielo, pero en los campos todavía brillaba el rocío. Del valle, hasta hace poco dormido, soplaba una olorosa frescura, y en el bosque, todavía húmedo y silencioso, trinaban alegremente los pájaros madrugadores. En la cima de una ladera, cubierta de arriba abajo por el centeno en flor, se vislumbraba un pueblo pequeño. Hacia ese pueblo, por un estrecho camino vecinal, se encaminaba una mujer joven, con un vestido blanco de organdí, un sombrero de paja redondo y una sombrilla en la mano. Un pequeño criado cosaco la seguía de lejos.

La joven andaba sin prisa, como si se deleitara con el paseo. A su alrededor, por el alto y cambiante centeno difuminándose en un rizo, ora verde plateado, ora rojizo, con suave rumor, volaban largas olas. En lo alto, resonaban las alondras. La mujer venía de su hacienda, que quedaba a poco más de una versta del pueblo adonde se dirigía. Se llamaba Alexandra Pávlovna Lípina. Era viuda, sin hijos y bastante rica; vivía con su hermano, el capitán de Caballería, retirado, Serguei Pávlich Volíntsev. Este no estaba casado y administraba los bienes de su hermana.


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141 págs. / 4 horas, 8 minutos / 98 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Rudamente, Pulidamente, Mañosamente

Ricardo Palma


Cuento


Crónica de la época del virrey amat

I. En que el lector hace conocimiento con una hembra del coco, de Rechupete y Tilín

Leonorcica Michel era lo que hoy llamaríamos una limeña de rompe y rasga, lo que en los tiempos del virrey Amat se conocía por una mocita del tecum y de las que se amarran la liga encima de la rodilla. Veintisiete años con más mundo que el que descubrió Colón, color sonrosado, ojos de más preguntas y respuestas que el catecismo, nariz de escribano por lo picaresca, labios retozones, y una tabla de pecho como para asirse de ella un náufrago, tal era en compendio la muchacha. Añádase a estas perfecciones brevísimo pie, torneada pantorrilla, cintura estrecha, aire de taco y sandunguero, de esos que hacen estremecer hasta a los muertos del campo santo. La moza, en fin, no era boccato di cardinale, sino boccato de concilio ecuménico.

Paréceme que con el retrato basta y sobra para esperar mucho de esa pieza de tela emplástica, que

era como el canario
que va y se baña,
y luego se sacude
con arte y maña.

Leonorcica, para colmo de venturanza, era casada con un honradísimo pulpero español, más bruto que el que asó la manteca, y a la vez más manso que todos los carneros juntos de la cristiandad y morería. El pobrete no sabía otra cosa que aguar el vino, vender gato por liebre y ganar en su comercio muy buenos cuartos, que su bellaca mujer se encargaba de gastar bonitamente en cintajos y faralares, no para más encariñar a su cónyuge, sino para engatusar a los oficiales de los regimientos del rey. A la chica, que de suyo era tornadiza, la había agarrado el diablo por la, milicia y... ¡échele usted un galgo a su honestidad! Con razón decía uno:—Algo tendrá, el matrimonio, cuando necesita bendición de cura.


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8 págs. / 14 minutos / 99 visitas.

Publicado el 19 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Rubia...

Joaquín Díaz Garcés


Cuento


Es rubia. Tiene mucho calor en su seno, mucha pasión en su espíritu. Cuando algo la agita, efervesce como un volcán. Los que la aman y se abrazan a ella se incendian como un manojo de espigas acercado a una llama. Es traidora, porque cuando parece que acaricia, perturba la cabeza y sopla al oído la proposición del mal; ella aconseja el amor, pone alas al arrojo, impulsa al trabajo; pero no tarda también en hacer mortífero el trabajo, temerario el arrojo y sangriento el amor. Ha recibido de la madre tierra su savia benéfica; ha purificado su espíritu sobre el fuego; y ha largado su blanca y ondeada cabellera de espuma bajo el sol.

Es ella; la chica, la rubia y tentadora sirena que desde el fondo de la pipa de raulí canta su canción de vida. Al través de las tablas húmedas y unidas con el zuncho de acero, aparecen las burbujas de espuma blanca como la nieve, y parece que la malvada se ríe mostrando por las rendijas sus dientes de marfil.

Amenazadora en el fondo de cobre, cuando el blanco espumarajo se agita en la superficie y arde en el fogón el tronco de espino, se torna tranquila, soñolienta, pacífica, como envuelta en un sopor inconsciente, dentro de la gran pipa metida en el rincón de la bodega oscura. Es la crisálida que comienza a echar alitas impalpables.

La damajuana, encerrada en su cubierta de mimbres, recibe el chorro al través del largo embudo de latón, y al retirarse éste, aparece en la boca el copo de espuma que burbujea y se apaga. Es la mariposa que quiere tender el vuelo.

Más tarde, puesta en el vaso de vidrio, larga un perfume picante que llega a la garganta antes que el líquido. En la superficie, un millar de burbujas se forman y estallan. Es la esencia que vuela.


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3 págs. / 5 minutos / 39 visitas.

Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Roxana, o la Cortesana Afortunada

Daniel Defoe


Novela


Prefacio

La historia de esta hermosa dama debería hablar por sí sola: si no es tan hermosa como se supone que es la propia dama; si no es tan divertida como desearía el lector, y aún más de lo que tiene derecho a esperar; y si sus partes más entretenidas no están dedicadas a su instrucción y mejora, quien la escribe reconoce que debe de ser porque ha cometido algún error y porque ha vestido la historia peor que como la dama, que habla por su boca, la presentó al mundo.

El autor se toma la libertad de afirmar que este cuento difiere de otros ejemplos modernos similares, aunque algunos hayan gozado de muy buena acogida; y digo que difiere de ellos en una cuestión de esencial importancia: en concreto, que se basa en un hecho real, por lo que la obra no es tanto cuento como Historia.

Su trama está ambientada tan cerca del lugar donde ocurrió que se ha hecho necesario ocultar los nombres, no sea que lo que no ha sido olvidado del todo en esa parte de la ciudad fuese recordado y los hechos reconstruidos con demasiada facilidad por mucha gente que aún vive y conoció a dichas personas.

No siempre es preciso revelar los nombres si la historia es interesante en varios sentidos, y si tuviésemos que optar entre hacerlo o no relatarla, la consecuencia sería sólo que muchas historias amables y deleitosas quedarían relegadas a la oscuridad y el mundo se vería privado tanto de su disfrute como de su provecho.

El autor afirma que conocía muy bien tanto al primer marido de esta dama, el cervecero, como a su padre, y también sus penosas circunstancias, y asegura que la primera parte de la historia es cierta.

Confía en que con eso baste para dar credibilidad al resto, aunque la última parte transcurra en el extranjero y no haya podido ser confirmada como la primera, pero, puesto que ha sido la propia dama quien la ha contado, no parece haber motivos para dudar de su sinceridad.


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373 págs. / 10 horas, 53 minutos / 349 visitas.

Publicado el 13 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Rosquilla de Monja

Emilia Pardo Bazán


Cuento


Las quintas de don Florencio Abrojo y don Eladio Paterno tenían una tapia común, de suerte que cuanto se hacía y decía en alguno de los dos jardines había de oírse por fuerza en el otro. Mientras don Florencio, solterón y solitario impenitente, entregado a su única manía, regaba, podaba o acodaba arbustos raros, las niñas de Paterno, que eran siete, y casi todas lindas, alegres y bulliciosas, correteaban como loquillas. Sus argentinas carcajadas, sus chillidos de júbilo, sus pasajeras grescas por un fruto o una flor, iban, cruzando el muro, a perturbar la calma y el silencio en que se complacía el fatigado y desengañado Abrojo.

La índole de la molesta algazara fue modificándose según crecían en años las señoritas de Paterno. Primero, juegos propiamente infantiles, escondites entre los rosales y las magnolias, paseos en carreta y pedradas a los árboles: después, chácharas interminables con amiguitas que venían de Marineda, partidas de crocket, mucho columpio, todo acompañado de meriendas de almíbar y pan: luego se agregó al elemento femenino el masculino, los señoritos animados y obsequiosos, y don Florencio pudo escuchar, con irritación creciente, las bromas intencionadas, los piropos rendidos, el tiroteo de frases agridulces entre ellas y ellos. A este período de escaramuzas siguió aquel en que, habiéndose echado novio dos o tres de las muchachas, las parejitas se sentaban en bancos de piedra, bajo los árboles que sombreaban la tapia misma, y sus voces llegaban como un arrullo a los dominios del señor de Abrojo.


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5 págs. / 8 minutos / 41 visitas.

Publicado el 14 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Róslavlev

Aleksandr Pushkin


Cuento


Leyendo Róslavlev descubrí asombrada que su intriga está basada en un acontecimiento verídico demasiado familiar para mí. En tiempos fui amiga de la desdichada mujer elegida por el señor Zagoskin como heroína de su novela. Ha vuelto a fijar la atención del público en un suceso olvidado, ha despertado sentimientos de indignación aletargados por el paso del tiempo y ha turbado la quietud de la tumba. Seré defensora de una sombra, y espero que el lector perdone la debilidad de mi pluma tomando en consideración la sinceridad de mi impulso. Me veré obligada a hablar de mí misma, ya que mi destino estuvo unido durante largos años a la suerte de mi desafortunada amiga.

Fui presentada en sociedad en el invierno del año 1811. Me abstendré de describir mis primeras impresiones. Es fácil imaginar los sentimientos de una joven de dieciséis años que ha sustituido su cuarto y a sus profesores por continuos bailes. Me entregué al torbellino de las diversiones con la viveza propia de mis años sin pararme a pensar en nada… Lástima: aquella época merecía atención.

Entre las jóvenes que aparecieron en sociedad aquel año se distinguía la princesa *** (el señor Zagoskin le ha dado el nombre de Polina, dejémoslo así). Pronto nos hicimos amigas gracias a un incidente.

Mi hermano, un joven de veintidós años, pertenecía a la clase de los dandis de aquella época; estaba adscrito al ministerio de Asuntos Exteriores, pero vivía en Moscú, dedicado a bailar y a divertirse. Se enamoró de Polina y me pidió que propiciara un acercamiento entre las dos casas. Mi hermano era el ídolo de toda nuestra familia y conseguía de mí cualquier cosa que se propusiera.


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12 págs. / 22 minutos / 116 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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