Textos más vistos de Alejandro Dumas | pág. 4

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autor: Alejandro Dumas


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Ángel Pitou

Alejandro Dumas


Novela


Capítulo I

DONDE EL LECTOR TRABARÁ CONOCIMIENTO CON EL HÉROE DE ESTA HISTORIA Y CON EL PAÍS QUE LE VIO NACER

En la frontera de Picardía y del Soissons, en esa porción del territorio nacional, que bajo el nombre de Isla de Francia constituía una parte del antiguo patrimonio de nuestros reyes; en medio de la inmensa media luna que forma, prolongándose al norte y al mediodía, un bosque de cincuenta mil fanegadas, se eleva, perdida en la sombra de un grandioso parque plantado por Francisco I y Enrique II, la pequeña ciudad de Villers-Cotterets, célebre por haber dado nacimiento a Carlos Alberto Demoustier, el cual, en la época en que comienza esta historia, escribía sus Cartas a Emilio sobre la Mitología, con gran satisfacción de las lindas mujeres de la época, que se las disputaban a medida que veían la luz pública.

Añadamos, para completar la reputación poética de esa pequeña ciudad, a la que sus detractores se obstinan en dar el nombre de burgo, a pesar de su castillo real y de sus dos mil cuatrocientos habitantes, añadamos que está situada a dos leguas de Laferté-Milon, donde nació Racine, y a ocho de Cháteau-Thierry, donde nació La Fontaine.

Consignemos, además, que la madre del autor de Británico y de Atalia era de Villers-Cotterets.

Volvamos a su castillo real y a sus dos mil cuatrocientos habitantes.


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649 págs. / 18 horas, 56 minutos / 154 visitas.

Publicado el 11 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Cecilia de Marsilly

Alejandro Dumas


Novela


Introduccion

Era entre la paz de Tilsitt y la conferencia de Erfurth, esto es, cuando se hallaba el esplendor imperial en todo su apogeo.

Una mujer, en traje de mañana, vestida con un largo peinador de muselina de la india, guarnecido de magníficos encajes, al extremo del cual no se divisaba más que la punta de una pequeña zapatilla de terciopelo, y peinada como se estilaba en aquella época, es decir, con el pelo sobre lo alto de la cabeza y la frente rodeada de numerosos bucles castaños, que indicaban, por la regularidad de sus anillos, la obra reciente del peluquero, se hallaba recostada en una larga silla forrada de raso azul, en un lindo gabinete, que era la pieza más retirada de una habitación situada en el piso principal de la calle Taithout, número 11.

Digamos cuatro palabras acerca de la mujer, otras cuatro del gabinete, y luego entraremos en materia.


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204 págs. / 5 horas, 58 minutos / 123 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Caballero de Harmental

Alejandro Dumas


Novela


I. EL CAPITÁN ROQUEFINNETTE

Cierto día de Cuaresma, el 22 de marzo del año de gracia de 1718, un joven caballero de arrogante apariencia, de unos veintiséis o veintiocho años de edad, se encontraba hacia las ocho de la mañana en el extremo del Pont Neuf que desemboca en el muelle de L’École, montado en un bonito caballo español.

Después de media hora de espera, durante la que estuvo interrogando con la mirada el reloj de la Samaritaine, sus ojos se posaron con satisfacción en un individuo que venía de la plaza Dauphine.

Era éste un mocetón de un metro ochenta de estatura, vestido mitad burgués, mitad militar. Iba armado con una larga espada puesta en su vaina, y tocado con un sombrero que en otro tiempo debió de llevar el adorno de una pluma y de un galón, y que sin duda, en recuerdo de su pasada belleza, su dueño llevaba inclinado sobre la oreja izquierda. Había en su figura, en su andar, en su porte, en todo su aspecto, tal aire de insolente indiferencia, que al verle el caballero no pudo contener una sonrisa, mientras murmuraba entre dientes:

—¡He aquí lo que busco!

El joven arrogante se dirigió al desconocido, quien viendo que el otro se le aproximaba, se detuvo frente a la Samaritaine, adelantó su pie derecho y llevó sus manos, una a la espada y la otra al bigote.

Como el hombre había previsto, el joven señor frenó su caballo frente a él, y saludándole dijo:

—Creo adivinar en vuestro aire y en vuestra presencia que sois gentilhombre, ¿me equivoco?

—¡Demonios, no! Estoy convencido de que mi aire y mi aspecto hablan por mí, y si queréis darme el tratamiento que me corresponde llamadme capitán.

—Encantado de que seáis hombre de armas, señor; tengo la certeza de que sois incapaz de dejar en un apuro a un caballero.

El capitán preguntó:

—¿Con quién tengo el honor de hablar, y qué puedo hacer por vos?


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239 págs. / 6 horas, 58 minutos / 122 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Caballero de la Casa Roja

Alejandro Dumas


Novela


I. LOS VOLUNTARIOS

Era la noche del 10 de marzo de 1793.

En Notre Dame acababan de sonar las diez, y cada hora, descolgándose como un pájaro nocturno lanzado desde un nido de bronce, había volado triste, monótona y vibrante.

Sobre París había descendido una noche fría y brumosa.

El mismo París no era en absoluto el que conocemos, deslumbrante en la noche por mil luces que se reflejan en su fango dorado; era una ciudad avergonzada, tímida y atareada, cuyos escasos habitantes corrían para atravesar de una calle a otra.

Era, en fin, el París del 10 de marzo de 1793.

Tras algunas palabras sobre la extrema situación que había ocasionado este cambio en el aspecto de la capital, pasaremos a los acontecimientos cuyo relato es el objeto de esta historia.

A causa de la muerte de Luis XVI, Francia había roto con toda Europa. A los tres enemigos con los que había combatido al principio, Prusia, el Imperio y d Piamonte, se habían unido Inglaterra, Holanda y España. Sólo Suecia y Dinamarca, atentas al desmembramiento de Polonia realizado por Catalina II, conservaban su neutralidad.

La situación era alarmante. Francia, temida como potencia física, pero poco estimada como potencia moral tras las masacres de septiembre del 21 de enero, estaba literalmente bloqueada por toda Europa, como una simple ciudad. Inglaterra se hallaba en las costas, España en los Pirineos, el Piamonte y Austria en los Alpes, Holanda y Prusia en el norte de los Países Bajos, y en un solo punto, entre el Rin y el Escalda, doscientos cincuenta mil soldados avanzaban contra la República.


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228 págs. / 6 horas, 40 minutos / 226 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Castillo de Eppstein

Alejandro Dumas


Novela


PRIMERA PARTE

Introducción

Ocurrió durante una de esas prolongadas y maravillosas veladas que pasamos, durante el invierno de 1841, en la residencia florentina de la princesa Galitzin. En aquella ocasión, nos habíamos puesto de acuerdo para que cada uno contase una historia, un relato que, por fuerza, había de ser del género fantástico. Todos habíamos narrado ya la nuestra, todos menos el conde Élim.

Era un joven alto, rubio y bien parecido, delgado y pálido también. Mostraba, normalmente, un aspecto melancólico, que marcaba un fuerte contraste con accesos de alocada alegría que en ocasiones sufría, como si de una fiebre se tratase, y que se le pasaban de forma súbita, como un ataque. En su presencia, la conversación ya había versado sobre cuestiones semejantes; pero cada vez que le preguntábamos acerca de apariciones, aunque no fuera más que la opinión que tenía sobre el particular, siempre nos había respondido, con una sinceridad de las que no dejan lugar a dudas, que él creía en ellas.

¿Por qué? ¿Cuál era la causa de aquella seguridad? Nadie se lo había preguntado nunca. Además, en lo tocante a estas cosas, uno cree en ellas, o no, y no resulta fácil dar con una razón que explique el motivo de tal fe o de tal incredulidad. Por ejemplo, Hoffmann pensaba que sus personajes eran todos reales, y no le cabía ninguna duda de que había visto a maese Floh o de que había trabado conocimiento con Coppelius. Por eso, cuando ya se habían contado las más singulares historias de espectros, apariciones y fantasmas, y el conde Élim nos había comentado que creía en ellas, nadie dudó ni por un instante de que así fuese.


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245 págs. / 7 horas, 9 minutos / 156 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Drama de 1793

Alejandro Dumas


Historia, Crónica


Capítulo I

Sumario.—El rey vuelve a París.—Escarapela nacional.—La nación.—El león y el perro.—La Asamblea sigue los pasos del rey.—El palacio arzobispal.—Guerra declarada a las palabras.—Abandono de Versalles.—Madlle. de Montansier.—Mirabeau.—La ley marcial.—El panadero François.—Sus defensores.—Su muerte.—Su mujer.—Su hijo.—Se pide, discute y decreta la ley marcial.—Fleur d’Epine.—Socorros a la viuda del panadero.—Texto de la ley marcial.—Loustalot y Marat.—Mirabeau.—Lafayette. —Destierro del duque de Orleans.—El siervo del monte Jura.—Su recibimiento en la Asamblea.—Visitas hechas a las cárceles civiles y eclesiásticas.—Los votos.—Los judíos.—Los cómicos.—Los protestantes.—Rabaud-Saint-Etienne.—Errores de la Asamblea.—Electores.—Elegibles.—Ciudadanos activos y pasivos.—Robespierre y Gregorio.—Prieur de la Marne.—Camillo Desmoulins.—Las caricaturas.—Los bienes del clero.—El obispo de Autun.—Vacaciones de los parlamentos.—Esquelas funerales de convite.—El picadero.—Los caballos.—El cartel de teatro.—Los actores.—Los Bayos.—Los Negros.—Los Imparciales.


Hubiéramos podido titular esta obra Luis XVI y la Revolución; porque, en efecto, partiendo de la época en que principiamos nuestro relato, esto es, del 6 de octubre de 1789, Luis XVI y la Revolución se encuentran ya frente a frente.

La vuelta del rey a París, reconquistado, como dijo Bailly, por su pueblo, completado una manera lógica la insurrección que tuvo origen en la Bastilla y obligó al monarca a que dejase momentáneamente su palacio de Versalles para ir a reconocer en el Hôtel-de-Ville la escarapela tricolor como escarapela nacional.


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548 págs. / 15 horas, 59 minutos / 143 visitas.

Publicado el 10 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

El Hombre del Alfanje

Alejandro Dumas


Cuento


En Ferdj'Ouah vive un Jeque llamado Bou Akas ben Achour. Es uno de los nombres más antiguos de la región y puede encontrársele en la historia de las dinastías árabes y bereberes de Ibu Khaldoun.

Bou Akas tiene cuarenta y nueve años de edad. Viste a la usanza de los cabilas, esto es, una gandoura de lana ceñida por un cinturón de cuero y ajustada a la cabeza por un fino cordón. Lleva un par de pistolas en el tahalí, en el lado izquierdo usa la flissa de los cabilas y colgando del cuello un pequeño alfanje negro. Ante él camina el negro portaespadas y a su lado va un enorme podenco.

Cuando una tribu vecina a cualquiera de las doce que él gobierna le inflige alguna pérdida, no se toma el trabajo de lanzarse contra ella. Se contenta con enviar al negro a la ciudad principal para exhibir el arma de Bou Akas y la injuria es inmediatamente reparada.

Tiene a su disposición dos o tres tolbas que leen el Corán al pueblo. Todas las personas que pasan por su casa en peregrinación a la Meca reciben tres francos, permaneciendo en Ferdj'Ouah por cuenta del Jeque durante el tiempo que deseen. Pero si por ventura Bou Akas descubre que hospedó a un falso peregrino, ordena en seguida a sus emisarios que lo sigan, lo detengan donde quiera que lo encuentren, y que allí mismo le apliquen veinte bastonazos en las plantas de los pies.

Bou Akas a veces alimenta a trescientas personas y en lugar de participar del banquete, camina por entre los comensales con una vara en la mano, dirigiendo a los criados. Después, caso de que haya sobrado algo, come, pero siempre el último.


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8 págs. / 14 minutos / 112 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Paje del Duque de Saboya

Alejandro Dumas


Novela


I. El campamento de Carlos V y sus alrededores

Trasladémonos sin prólogo ni preámbulo a la época en que reinan Enrique II en Francia, María Tudor en Inglaterra, y Carlos V en España, Alemania, Flandes, Italia y las dos Indias, o lo que es igual, en la sexta parte del mundo.

Empieza la escena en el día 5 de mayo de 1555, cerca de la pequeña ciudad de Hesdin-Fert, recién reedificada por Manuel Filiberto, príncipe del Piamonte, para reemplazar la de Hesdinle-Vieux, por él tomada y destruida en el año anterior; y, por lo tanto, nos hallamos en la parte de la Francia antigua, que a la sazón llamaban Artois, y en el día denominamos departamento del Paso de Calais. Decimos Francia antigua, porque el Artois estuvo unido por poco tiempo al patrimonio de nuestros reyes por Felipe Augusto, vencedor de San Juan de Acre y de Bouvines. Transmitido en 1180 a la casa de Francia y cedido en 1237 por San Luis a Roberto, su hermano menor, perdióse en manos de Mahaud, Juana I y Juana II, pasando luego al conde Luis de Mâle, cuya hija lo transmitió con los condados de Flandes y Nevers, a la casa de los duques de Borgoña. Por último, muerto Carlos el Temerario, el día en que María de Borgoña, última heredera del famosísimo nombre y de los innumerables bienes de su padre, unióse con Maximiliano, hijo del emperador Federico III, fue a unir su nombre y riquezas al dominio de la casa de Austria, los que desaparecieron en él como un río en el océano.


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513 págs. / 14 horas, 59 minutos / 95 visitas.

Publicado el 11 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Silbato Encantado

Alejandro Dumas


Cuento


Había una vez un rey rico y poderoso que tenía una hija de belleza notable. Cuando ésta llegó a la edad de casarse, se ordenó mediante un edicto proclamado a son de trompa y pegado en todas las paredes, que quienes tuvieran intenciones de desposarla se reuniesen en una vasta pradera.

Allí la princesa arrojaría al aire una manzana de oro, y quien lograra apoderarse de ella no tendría más que resolver tres problemas, tras lo cual se convertiría en esposo de la princesa y, por consiguiente, en el heredero del trono, puesto que el rey no tenía hijos.

El día fijado se celebró la reunión; la princesa arrojó la manzana al aire, pero los tres primeros que la cogieron no habían hecho sino la tarea más fácil, y ninguno de los tres trató siquiera de emprender lo que quedaba por hacer.

Finalmente, la manzana lanzada por cuarta vez por la princesa cayó en manos de un joven pastor, que era el más hermoso pero también el más pobre de todos los pretendientes.

El primer problema, mucho más difícil de resolver que un problema de matemáticas, era el siguiente:

El rey había hecho encerrar en una cuadra cien liebres; quien consiguiera llevarlas a pacer en la pradera donde tenía lugar la reunión y, habiéndolas conducido por la mañana, las devolviera todas por la noche, habría resuelto el primer problema.

Cuando al joven pastor le fue hecha esta proposición, pidió un día para reflexionar; al día siguiente respondería afirmativa o negativamente.

La petición le pareció tan justa al rey que le fue concedida.

Inmediatamente se encaminó al bosque para allí meditar a su gusto sobre los medios que debía emplear para tener éxito.


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5 págs. / 10 minutos / 306 visitas.

Publicado el 23 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Georges

Alejandro Dumas


Novela


I. LA ISLA DE FRANCIA

¿No te ha sucedido alguna vez, durante una de esas largas, tristes y frías veladas de invierno, que, hallándote sólo con tus pensamientos, oyeras soplar el viento por los pasillos y la lluvia tamborilear en las ventanas? ¿No te ha sucedido que, con la frente apoyada en la chimenea, y mirando, sin ver, las ascuas chisporrotear en el hogar, no te ha sucedido, decía, que sintieras grima por nuestro clima sombrío, nuestro París húmedo y fangoso, y soñaras con un oasis encantado, tapizado de hierba y lleno de frescor, donde, en cualquier estación del año, al borde de un manantial de agua fresca, al pie de una palmera o a la sombra de los yambos, pudieras adormecerte poco a poco entre una sensación de bienestar y languidez?

Pues bien, ese paraíso que soñabas existe; ese edén que ambicionabas te está esperando; ese arroyo que debe acunar tu somnolienta siesta cae en cascada y se convierte en espuma; la palmera que debe albergar tu sueño ofrece a la brisa del mar sus largas hojas, semejantes al penacho de un gigante. Los yambos, cubiertos de frutos irisados, te ofrecen su fragante sombra. Sígueme, ven conmigo.

Ven a Brest, esa ciudad hermana de la comerciante Marsella, centinela armado que vela sobre el océano. Y aquí, de entre el centenar de barcos que se refugian en su puerto, escoge una de esas bricbarcas de fondo estrecho, velas ligeras y mástiles esbeltos, como las de los osados piratas que describe el rival de Walter Scott, el poético novelista de la mar. Justamente estamos en septiembre, el mes propicio para los largos viajes. Sube a bordo del navío al que hemos confiado nuestro destino común, dejemos atrás el verano y boguemos al encuentro de la primavera. ¡Adiós, Brest! ¡Hola, Nantes! ¡Hola, Bayona! ¡Adiós, Francia!


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373 págs. / 10 horas, 53 minutos / 68 visitas.

Publicado el 10 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

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