Una Cana al Aire
Alejandro Larrubiera
Cuento
I
Don Zenón, una vez que la doméstica, una alcarreña tan diminuta como campana de ermita, hubo quitado los manteles, se palpó con entrambas manos su respetable abdomen, y dirigiéndose á su familia, compuesta de señora é hija, y el adminículo de ésta ó sea el novio, dijo alegremente:
—¡He pensado convidaros esta noche!
—¡Ay papá, qué gusto!—exclamó la joven.
—¿De veras?—preguntó la señora.
—¿Conque nos convida?… ¡qué milagro—pensó el futuro víctima de Cupido.
—Sí—prosiguió don Zenón,—bien podemos dispensarnos ese lujo, gracias al ministro, que al cabo de veinte años se ha acordado de que yo existo en el mundo, y me ha ascendido.
—¡Valiente ascenso!—gruñó doña Pantaleona, la esposa de don Zenón.—8000 reales de sueldo… ¡Si tú no fueras tan arrimado á la cola!…
—¡Pero mujer!…
—No hay mujer que valga,—replicó doña Pantaleona.—Si tu te hubieses colgado á la casaca del ministro y no pusieras caja con g… ¿no es verdad, Pepito?…
El aludido estaba por las alturas, asi es que al oír la voz de su suegra en ciernes, se puso colorado lo mismo que su Dulcinea, y ambos preguntaron atropelladamente:
—¿Qué dice usted?
—Pareces boba, Felisa, que papá…
—Vaya, mujer… ¡cosas de chicos!—intervino el empleado dando nuevo giro á la conversación.—Estaban hablando de sus cosas; ¿verdad, hija?
—Sí, papá.
—Sí, señor, sí,—contestó Pepito—estaba explicando á Lisa el movimiento de rotación de… de los astros… ¡eso es!…
—¡Me escama tanta istronòmica todas las noches!—murmuró la mamá.
—¡Ea, vamos á echar una cana al aire!—dijo alegremente D. Zenón—¡qué diablos!… un día es un día.
—Y á dónde vamos. Papá?
—¡Al café que han abierto en la esquina!
Dominio público
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Publicado el 26 de julio de 2023 por Edu Robsy.