Textos más vistos de Alejandro Larrubiera publicados por Edu Robsy

Mostrando 1 a 10 de 62 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Alejandro Larrubiera editor: Edu Robsy


12345

A Cadena Perpetua

Alejandro Larrubiera


Cuento


Veinte años hacía que no sabíamos palabra uno del otro; así es que al encontrarnos la otra mañana en plena Puerta del Sol, ambos nos quedamos un momento indecisos, cambiando una mirada de alegría y de sorpresa.

Previo un abrazo muy fuerte, Quintín Páramo exclamó:

—¡Estás desconocido!...

—¡Pues lo que es tú!...

—¡No me hables!... Yo estoy hecho un carcamal.

—¡No exageres!... Á los cuarenta años aún podemos decir que nos encontramos en la flor de la vida.

—Una flor que empieza á amustiarse y que ya ha dado todo su aroma —suspiró Quintín melancólicamente.

Entrelazó su brazo al mío, y prosiguió con el hablar pintoresco, que es la característica de su lenguaje:

—¡Bendigamos á la Providencia por nuestro feliz encuentro y celebrémosle hartándonos de bazofia en cualquier «restaurant» baratito... el que tú quieras: en todos ellos dan de comer pechuga de pollo fósil... Mi amistad te brindaría con Lhardy... Pero, odio á este famoso halagador de estómagos bien relacionados con el bolsillo... Figúrate que toda mi vida me he dicho: «¿Cuándo comeré yo en casa de ese hombre?...» Y nunca he comido en ella, ni comeré... Es una de tantas ilusiones forjadas por la loca de la casa, que en mí es más loca que en nadie, pues sólo sabe fabricar quimeras...

—Menos ésta, que puede trocarse en realidad... Vamos á Lhardy.

—¡Gracias, alma generosa!... Pero no acepto el sacrificio, porque de entrar yo en Lhardy ha de ser como Lúculo en su casa.


* * *


Habíamos almorzado; el vaho del Moka fundíase con el humo de nuestros cigarros.

Era llegado el momento de las confidencias.

Quintín hablaba:


Leer / Descargar texto

Dominio público
5 págs. / 8 minutos / 335 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Cuentos

Alejandro Larrubiera


Cuentos, colección


Carta abierta

Sr. D. Enrique de la Riva.

En Madrid


Mi fraternal amigo:


El móvil que te impulsa á fundar la Biblioteca Española, es el de divulgar las obras de nuestros más eminentes escritores contemporáneos, y dar á conocer aquellas otras de la juventud literaria —puñado escaso de valientes soldados— que, con la pujanza que da la sangre moza, caldeada por el entusiasmo, lucha denonadamente en pro de nuevos y generosos ideales: algunos de estos soldados pueden ya lucir sin sonrojo las insignias del generalato, por habérselas conquistado con el esfuerzo de una labor genial imperecedera.

No puede ser más hermoso el espíritu que preside á la fundación de esta Biblioteca, mucho más digno de encarecimiento aquí en donde para todo lo que sea beneficioso á las Letras se encuentran prietos los bolsillos y más prietas aún las voluntades.

Como no eres editor de oficio, sino que te empuja á realizar tu intento la fe y el entusiasmo hacia la Literatura, es indudable que tu obra ha de acarrearte sacrificios de todo linaje, ya que quieres darla á los vientos de la publicidad con lujos y ringorrangos que parecen incompatibles con lo módico de su precio.

Cierro esta carta deseándote de corazón que el público atienda como se merece á tu Bibliotea, en la cual el único pecado de origen que encuentro es el de que el más oscuro é inútil soldado de la literatura contemporánea, sea el que reciba el honroso encargo de romper marcha.

Tu cariñosa amistad para conmigo así lo quiso

¡Caiga sobre tí toda la culpa!

Recibe un abrazo de tu agradecido amigo.


Alejandro.

En Madrid a fines del año de 1895.


Leer / Descargar texto

Dominio público
70 págs. / 2 horas, 2 minutos / 144 visitas.

Publicado el 19 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Historias y Cuentos

Alejandro Larrubiera


Cuentos, colección


El gato negro

I

Cielo y tierra le sonreían á Remigio Pérez, y no precisamente porque le hubiese mirado la mujer adorada, que á este Remigio ninguna mujer podía mirarle con ojos de amor, porque nunca jamás—aun cuando se encontraba el hombre en la plenitud de la vida, tuvo cuentas pendientes con el travieso Cupido—, sino por causa harto más prosaica y vulgar: acababa de recibir el nombramiento de empleado en una oficina de ferrocarriles.

El empleo era una ganga burocrática, como lo son todos los que desempeña la gente de poco más ó menos en estas poderosas y paternales compañías: quince duros por doscientas cuarenta y tantas horas de trabajo al mes, ¡lo que se dice una ganga!

Ilasionadísimo ingresó el mozo en las filas melancólicas de los héroes anónimos del pupitre, y al cabo de los años mil de hacer el burro en la oficina, tuvo su recompensa gracias al jefe, un francesón borrachín y pendenciero que, salvo lo de echar pestes de España, sin perjuicio de sentirse un don Juan con las españolas, era un buen hombre.

Remigio Pérez gozó de más categoría y de mayor sueldo: lo honorífico, resultaba una dulce ironía, porque seguía siendo tan chupatintas como era antes: lo crematístico tradújose en tres daros más de aumento mensual.

Y aquí terminaron las grandezas.

Con los diez y ocho duros considerábase todo lo feliz que puede considerarse con tan mezquina paga, un Pérez metódico y vulgar, sin familia, cargas ni miras ambiciosas de ninguna clase.

Vivía Remigio en una guardilla con vistas á millares de tejas que metían en el zaquizamí un reflejo rojizo, al ser duramente bañadas por la luz solar.


Leer / Descargar texto

Dominio público
64 págs. / 1 hora, 52 minutos / 130 visitas.

Publicado el 22 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Hombres y Mujeres

Alejandro Larrubiera


Cuentos, colección


El himno de Riego

I

El Café del Diamante recibía sórdida y melancólicamente la luz diurna por la puerta de entrada y ventana abiertas á la calle del Ave María, una de las más típicas de los barrios bajos madrileños. El color rojo rabioso de sus paredes tenía una solución de continuidad en los espejos, encuadrados en molduras doradas; del techo, pintado alevosamente al óleo por un mamarrachista, pendían los aparatos de la luz del gas. En este café ejercía yo las funciones de pianista.

Como tantos otros aventureros del arte, llegué á la corte (hace ya muchos años de esto, Dios mío) llena la maleta de papel pautado, de aire los bolsillos y de ilusiones el magín.

En mi pueblo, el organista de la catedral, famoso contrapuntista, me había iniciado en el arte de Beethoven; cuando hubo vaciado en mí toda su ciencia, que no era escasa, me dijo: «Perillán, si quieres alcanzar honra y provecho lárgate á los Madriles; aquí, la música no te servirá ni para mal sazonar la puchera.»

Rodé unos cuantos días, como un ave zonza, por la coronada villa, rompiendo en su molestísimo empedrado mis zapatones lugareños; admirando el polisón de las madamas y los sombreros como tubos de chimenea de los pisaverdes, y en aquel vagar forzoso á que me obligaban las circunstancias me encontraba más solo y desamparado de día en día, y de día en día más tenaz y resuelto en conquistar el vellocino de oro: que es prodigiosa fábrica de fantasías un cerebro juvenil.

Un paisano mío, un buen hombre que se despepitaba por servir á los de la tierra, hizo que yo entrara de pianista en el Café del Diamante, que acababa de abrirse al público.


Leer / Descargar texto

Dominio público
105 págs. / 3 horas, 4 minutos / 141 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Cuento de Nochebuena

Alejandro Larrubiera


Cuento


Es la noche blanca; el cielo tiene el color de la azucena, y la luna, al enviar su beso de luz, arranca suaves reverberaciones de plata á la nieve que cubre la tierra y viste los picachos de los montes.

Quietud solemne y augusto silencio en los campos; clamoroso zumbar de colmena en la ciudad. Hay sones pastoriles en sus calles, que recorren las turbas de muchachos con regocijada greguería, anunciando, con el rataplán de sus tambores y sus frescas y puras voces infantiles, que es la Gran Noche, la noche de los recuerdos melancólicos del hogar, noche bendita, en la que ha siglos una estrella, bogando como lágrima de oro por el tul de los cielos, anunciaba á los hombres que Aquél que es todo amor les libraba de las cadenas del pecado original.

Noche alegre: noche venturosa. La muchedumbre, como ejército de hormigas, invade las calles de la ciudad, que rebosan ruido y algazara; entra en las tiendas, se para en los puestos de los ambulantes, y se provee de vituallas de boca. Hay que celebrar la Gran Noche como suelen celebrar sus fiestas los humanos, que si no se dan hartazgo de comer y de beber, creen que no se divierten.

Yo, pobrecito de mí, lejos de mi patria, extraño en la ciudad, discurro por sus calles con un maltrecho violín bajo el brazo. No alegra mi bolsillo el tintinear de las monedas, ni mi espíritu la esperanza de poseerlas, para llevar á mi hogar, mísera boardilla, no ya las chucherías y fililíes gastronómicos que veo en los escaparates y en manos de la mayoría de los transeúntes, sino la parca colación de los menesterosos.


Leer / Descargar texto

Dominio público
7 págs. / 12 minutos / 52 visitas.

Publicado el 22 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Fuera de Combate

Alejandro Larrubiera


Novela


Al ilustre maestro

Don Jacinto Octavio Picón

Por cariño, por gratitud у por admiración.


Alejandro Larrubuiera.

I

Los pobres de espíritu y de bolsillo, fracasados y los poetas chirles calumnian á la Fortuna motejándola de loca y de antojadiza, pareciéndose en esto á los que beben los vientos por conseguir los favores de una beldad, y, al ser desdeñados, se vengan ridiculamente llamándola voluble, coqueta y, si á mano viene, fea y antipática.

No la denigran los que ella favorece y encumbra; pero, en cambio, creyendo debérselo todo, y aun más, á los propios méritos, la son olvidadizos é ingratos, que tal es la condición humana.

En el número de estos felices mortales podía contarse á D. Roque Gutiérrez, comerciante acaudalado, de gran crédito en la plaza madrileña.

En realidad, D. Roque no se lo debía todo á la diosa que preside al bien y al mal, hay que hacerle esa justicia: había luchado desde pequeñito en la lóbrega tienda de un famoso pañero por emular á éste en riqueza y en crédito, y tales fueron sus mañas, que al cabo de los años se vió dueño del almacén de su principal. Y cátate á Roque hecho un personaje en el mundo mercantil, y su tenducha, sita en la calle de Toledo, cerca de la de la Colegiata, mirada con envidia por sus colegas, que si murmuraban de la estrechez y de la obscuridad de la misma y del inmueble ruinoso y de un solo piso en que se encontraba, no podían menos de reconocer que su propietario valía «cien mil duros», mal contados. Y esta es una cifra, señores, que cuando se pronuncia hace abrir tamaños ojos y tamaña boca.


Leer / Descargar texto

Dominio público
155 págs. / 4 horas, 31 minutos / 109 visitas.

Publicado el 26 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

¡Atrévete!

Alejandro Larrubiera


Cuento


A Kan-Ti, primer Emperador de la novena dinastía china, ocurriósele arrancar de sus regias vestiduras las piedras preciosas que las enriquecían, y reduciéndolas á finísimo polvo, dijo á los cortesanos que patidifusos presenciaban la operación.

—Esto no sirve más que para inspirar deseos de lujo y excitar la lascivia, cosas que debe evitar un Príncipe.

Kan-Ti, á ratos, soñaba despierto como los grandes artistas: al declinar de su existencia, antojósele reunir en su harén tantas mujeres como días de vida le quedaban.

El bonzo de real orden á quien expuso sus deseos, después de invocar á todos los espíritus superiores celestiales, consultar libracos misteriosos y hacer más números que si tratara de resolver la cuadratura del círculo, dijo grave y solemne, aun cuando su rostro de cirio se plegase con un gesto de sutil ironía:

—Hijo del Cielo, Hermano del Sol y de la Luna, Padre de la Tierra, tus días mortales no son para mí un misterio: vivirás diez y ocho mil doscientas cincuenta lunas.

El Emperador, profundamente complacido, creyó la aduladora profecía como si fuera del propio Confucio; reunió el gran Consejo imperial, y le ordenó lo más prosaica y autoritariamente posible que en el término de dos meses le tuviera prevenidas en su palacio, diez y ocho mil doscientas cincuenta mujeres, las más jóvenes y hermosas que pudieran hallarse en el Imperio, advirtiendo que al que se atreviera á presentarle una señora entrada en años le mandaría ahorcar ipso facto, sin contemplación de ningún género.


* * *


Xan-ju, que por su escandalosa obesidad parecía una bola de sebo, era tenido entre sus compatriotas como un tipo ideal de hermosura.

Ta-tei era linda como una rosa de te: sus piececitos parecían dos embustes.


Leer / Descargar texto

Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 58 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

El Peor Consejero, Orgullo

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

Encanto de los ojos era Dolores, que no parece sino que la Naturaleza quiso con ella dar un mentís á las más hermosas creaciones artísticas. Era la muchacha de las de rompe y rasga, y si en sus pupilas relampagueaba el odio era como destello de puñal que ciega y atemoriza; en cambio, si amante entornaba los párpados, un pecho de roca se extremecería dulcemente conmovido.

Y como no eran de roca los de quienes tal belleza admiraban, á los ojos de chicos y grandes subíase á llamaradas el gozo y traducíase la admiración en exclamaciones, finas las menos, groseras las más, en todas se encerraba un deseo pecaminoso.

Altiva como una reina, sin hacer caso de los murmullos de entusiasmo que a su paso producía, como á través de las hojas de los árboles produce múltiple susurro el aire, iba Lola al obrador; que la chica era planchadora de oficio, aunque por su hermosura mereciera ser princesa.

Inclinado el ondulante y escultural busto sobre el niveo lienzo que recubría la tabla, roja la faz, brillantes los ojos, aprisionada la plancha por sus manos de duquesa, Lola pasábase el dia sacando brillo á las camisolas, y entre planchazo y planchazo, si no seguía el palique con las compañeras, continuaba el canto; el más popular y de moda, el más chulo y picante.

La tienda era como ermita en despoblado, que todo el que pasa se detiene á contemplar la vera effigies del santo milagroso: no había varón barbado ó sin barbas, que no pegase las narices al cristal del escaparate y se quedara como embobalicado en la contemplación de tan lindos perfiles, empleados en labor tan prosaica.


Leer / Descargar texto

Dominio público
6 págs. / 10 minutos / 48 visitas.

Publicado el 19 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

El Quijote de la Boardilla

Alejandro Larrubiera


Cuento


Era un ente extraño y estrambótico el vecino de la boardilla. Vivía en ella completamente solo, y, a no ser por la portera (unico ejemplar de la especie humana con el cual se comunicaba), tomárase a D. Miguel por uno de esos filósofos recalcitrantes que odian al prójimo y viven y mueren en el mundo como plantas parásitas.

D. Miguel vivía como el caracol, siempre metido en su concha, y solo se permitía el exceso de salir de ella una voz al mes.

Cosa extraña era, a la verdad, tal régimen, y mas extraña era la catadura que ofrecía el dicho inquilino cuando salía a la calle a hacer su visita mensual.

Y si extrañas eran estas circunstancias, no le iban en zaga los atavíos con que adornaba su escuálida, amojamada y peregrina personalidad.

Eran aquellos unos zapatones de cuero con mas años, acaso, que céntimos tiene una peseta; unos pantalones azules de ancha campana, tan ancha, que se podía tomar muy bien como modelo en tela de la célebre de Toledo; un chaleco con solapas de a tercia; un gabán de color indefinible, largo, ancho y lleno de lamparones; y como remate un sombrero de copa, coetáneo de los zapatos, y todo el lleno de bollos y con el pelo planchado al revés por los anos.

A esto, que le daba aspecto de trapero de tiempos de O’Donnell agréguense una bufanda de lana que D. Miguel malamente se anudaba al cuello, y un bastón, mejor cayado, en que apoyaba su descarnada diestra, y burla burlando hemos dado a conocer los trapitos con que el vecino de la boardilla se emperejilaba para efectuar su excursioncita mensual.

Era también de notar que siempre que regresaba de esta volvía acompañado de un mozo de cuerda que traía a la mano y con sumo cuidado varias cosas de formas y hechuras heterogéneas, muy envueltas en periódicos y atadas con bramantes.

La ociosidad, dicen, es madre de todos los vicios; pero yo tengo que la curiosidad lo es de todas nuestras flaquezas morales.


Leer / Descargar texto

Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 60 visitas.

Publicado el 27 de julio de 2023 por Edu Robsy.

¿Quién Dijo Miedo?

Alejandro Larrubiera


Cuento


I

A cualquiera hora el bueno de D. Olegario diría con el poeta:


«Frescas viuditas, cándidas doncellas,
al veneno de amor busco tríaca;
ya más no quiero ser Perico entre-ellas:
a la que guste ofrezco mi casaca.»


¡Un demonio se casaba él! ¿Qué se había de casar?... No olvidaba el solterón tan fácilmente aquel proverbio de la Biblia que dice:

«El hombre no es malo, sino por un reflejo de la maldad de la mujer.»

Pues si uno, viviendo alejado, siente el reflejo, ¿qué no será coyundándose para in aeternum?... Y entre veinticinco mil y una razones en contra de la institución matrimonial, la de que si al principio el lazo de Himeneo parece cintita rosada con olorcillo á incienso, más tarde —y cuenta que esto ocurre casi siempre— se transforma en circulo de hierro que oprime sin piedad, y acaba por estrangular todas las ilusiones.

Y basándose en la nota egoísta, inherente á todos los miembros de la familia humana, es un solemne bobalías el que pudiendo estar bien quisto con su independencia individual, se las da de puritano y se declara marido, sinónimo de esclavo.

Y todo por ser el dueño absoluto y legal (¿?) de una ciudadana, que al fin y á la postre, y así se lo digan frailes descalzos, no cree que el hombre ha hecho una heroicidad casándose.

En una palabra, apoyándose en un terceto del más satírico de nuestros escritores:


«A los hombres que están desesperados
Cásalos en lugar de darles sogas;
Morirán poco menos que ahorcados»


D. Olegario creía de buena fe que el matrimonio es el oidium de la vida y que las mujeres siempre serán veletas con faldas... Y de ahí no pasaba. Si alguien le encarecía las ventajas que reporta el más simpático de los Sacramentos.


Leer / Descargar texto

Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 77 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

12345