El Zarevich Cabrito
Aleksandr Afanásiev
Cuento infantil
Eran un zar y una zarina que tenían un hijo y una hija. El hijo se llamaba Ivanuchka y la hija Alenuchka.
Cuando el zar y la zarina murieron, los hijos, como no tenían ningún pariente, se quedaron solos y decidieron irse a recorrer el mundo.
Se pusieron en camino y anduvieron hasta que el sol subió en el cielo a su mayor altura y sus rayos los quemaban implacablemente, haciéndolos ahogarse de calor sin ver a su alrededor vivienda alguna que les sirviera de refugio, ni árbol a la sombra del cual pudieran acogerse.
En la extensa llanura percibieron un estanque, al lado del cual pastaba un rebaño de vacas.
—Tengo sed —dijo Ivanuchka.
—No bebas, hermanito, porque si bebes te transformarás en un ternero —le advirtió Alenuchka.
Ivanuchka obedeció y ambos siguieron su camino.
Anduvieron un buen rato y llegaron a un río, a la orilla del cual pacía una manada de caballos.
—¡Oh, hermanita! ¡Si supieras qué sed tengo! —dijo otra vez Ivanuchka.
—No bebas, hermanito, porque te transformarás en un potro.
Ivanuchka obedeció y continuaron andando; después de andar mucho tiempo vieron un lago, al lado del cual pacía un rebaño de ovejas.
—¡Oh, hermanita! ¡Quiero beber!
—No bebas, Ivanuchka, que te transformarás en un corderito.
Obedeció el niño otra vez; siguieron adelante y llegaron a un arroyo, junto al cual los pastores vigilaban a una piara de cerdos.
—¡Oh, hermanita! ¡Ya no puedo más, tengo una sed abrasadora! —exclamó Ivanuchka.
—No bebas, hermanito, porque te transformarás en un lechoncito.
Otra vez obedeció Ivanuchka, y ambos siguieron adelante. Anduvieron, anduvieron; el sol estaba todavía alto en el cielo y quemaba como antes; el sudor les corría por todo el cuerpo y todavía no habían podido encontrar ninguna vivienda. Al fin vieron un rebaño de cabras que pacía cerca de una laguna.
4 págs. / 8 minutos / 75 visitas.
Publicado el 15 de agosto de 2016 por Edu Robsy.