El Infortunio
Aleksandr Afanásiev
Cuento infantil
En una aldea vivían dos campesinos hermanos; uno pobre y el otro rico.
El rico se trasladó a una gran ciudad, se hizo construir una gran casa, se estableció en ella y se inscribió en el gremio de comerciantes. Entretanto, al pobre le faltaba muchas veces hasta pan para sus hijos, que lloraban y le pedían de comer.
El desgraciado padre trabajaba como un negro de la mañana a la noche, sin lograr ganar lo suficiente para sustentar a su familia.
Un día dijo a su mujer:
—Iré a la ciudad y pediré a mi hermano que me preste ayuda.
Fue a casa del hermano rico y le habló así:
—¡Oh, hermano mío! Ayúdame en mi desgracia: mi mujer y mis hijos están sin comer y se mueren de hambre.
—Si trabajas en mi casa durante esta semana, te ayudaré —respondió el rico.
El pobre se puso a trabajar con ardor: limpiaba el patio, cuidaba los caballos, traía agua y partía la leña. Transcurrida la semana, el rico le dio tan sólo un pan, diciéndole:
—He aquí el pago de tu trabajo.
—Gracias —le dijo el pobre, e hizo ademán de marcharse; pero el hermano lo detuvo, diciéndole:
—Espera. Ven mañana a visitarme y trae contigo a tu mujer, porque mañana es el día de mi santo.
—¿Cómo quieres que venga? Vendrán a verte ricos comerciantes que visten abrigos forrados de pieles y botas grandes de cuero, mientras que yo llevo calzado de líber y un viejo caftán gris.
—¡No importa! Ven; eres mi hermano y habrá sitio también para ti.
—Bueno, hermano mío, gracias.
El pobre volvió a casa, entregó a su mujer el pan y le dijo:
—Oye, mujer: nos han convidado para mañana.
—¿Quién nos ha convidado?
—Mi hermano, porque es el día de su santo.
—Muy bien. Iremos.
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Publicado el 12 de agosto de 2016 por Edu Robsy.