Textos peor valorados de Aleksandr Pushkin publicados por Edu Robsy no disponibles | pág. 2

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autor: Aleksandr Pushkin editor: Edu Robsy textos no disponibles


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Viaje a Arzrum Durante la Campaña de 1827

Aleksandr Pushkin


Crónica, Viajes


Introducción

Hace poco cayó en mis manos un libro publicado en París el pasado año de 1834 y titulado Voyages en Orient entrepris par ordre du Gouvernement Français. El autor, que describe a su manera la campaña de 1829, concluye sus reflexiones con las siguientes palabras:

Un poète distingué par son imagination a trouvé dans tant de hauts faits dont il a été témoin, non le sujet d’un poème, mais celui d’une satyre.

He sabido solamente de dos poetas que estuvieran en la campaña turca: A. S. Jomyakov y A. N. Muravyev. Ambos se encontraban en el ejército del conde Díbich. El primero escribió en aquella ocasión varios hermosos poemas líricos, el segundo estaba trabajando en su libro de viajes por los Santos Lugares, que tanto éxito tuvo. Pero no he leído ninguna sátira de la campaña de Arzrum.

Nunca se me habría ocurrido que se trataba de mí si no hubiera encontrado mi propio nombre entre los de los generales del Cuerpo Independientes del Cáucaso. Parmi les chefs qui la commandaient (l’armée du Prince Paskewitch) on distinguait le Général Mouravief… le Prince Géorgien Tsitsevaze… le Prince Arménien Beboutof… le Prince Potemkine, le Général Raiewsky, et enfin —Mr. Poushkine… qui avait quitté la capitale pour chanter les exploits de ses compatriotes.


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52 págs. / 1 hora, 31 minutos / 97 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Dubrovsky

Aleksandr Pushkin


Novela corta


Libro primero

I

Hace algunos años vivía en una de sus haciendas un señor ruso a la antigua usanza, Kirila Petróvich Troyekúrov. Su riqueza, su rancio abolengo y sus amistades le daban gran peso en las provincias donde se hallaban sus posesiones. Los vecinos se complacían en satisfacer sus menores caprichos; los funcionarios de la provincia temblaban al oír su nombre; Kirila Petróvich recibía las muestras de servilismo como un tributo que se le debía; su casa siempre estaba llena de invitados dispuestos a amenizar el ocio del gran señor, compartiendo sus ruidosas y a veces desenfrenadas diversiones. Nadie se atrevía a rechazar una invitación de Troyekúrov o a no comparecer en los días señalados, con los debidos respetos, en el pueblo de Pokróvskoye. En su vida doméstica Kirila Petróvich mostraba todos los vicios de un hombre inculto. Siempre consentido por su entorno, estaba acostumbrado a dar rienda suelta a todos los impulsos de su violento carácter y a todas las ocurrencias de su inteligencia bastante limitada. Pese a la extraordinaria fuerza de su constitución física, un par de veces por semana sufría los efectos de su glotonería y todas las tardes solía estar borracho. En una de las dependencias de su casa vivían dieciséis doncellas dedicadas a las labores propias de su sexo. Las ventanas de la vivienda estaban protegidas por una reja de madera; las puertas se cerraban con candados y las llaves las guardaba Kirila Petróvich. Las jóvenes reclusas bajaban a horas fijas al jardín y paseaban vigiladas por dos viejas. De vez en cuando Kirila Petróvich casaba a alguna de ellas, sustituyéndola por otra. Trataba a los campesinos y a los criados de manera severa y arbitraria; a pesar de ello le eran fieles: estaban orgullosos de la riqueza y la fama de su señor y a su vez se permitían muchas cosas con sus vecinos, confiando en la poderosa protección de Troyekúrov.


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82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 97 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Kirdzhali

Aleksandr Pushkin


Cuento


Kirdzhali era de origen búlgaro. Kirdzhali en turco significa «paladín, intrépido». No conozco su verdadero nombre.

En toda Moldavia sembraba el terror con sus atracos. Voy a relatar una de sus hazañas para dar una idea de cómo era Kirdzhali. Una noche él y el arnaúte Mijailaki atacaron entre los dos un poblado búlgaro. Lo incendiaron por los dos extremos y pasaron de choza en choza. Kirdzhali degollaba y Mijailaki se llevaba el botín. Ambos gritaban: «¡Kirdzhali! ¡Kirdzhali!». Todos los habitantes huyeron.

Cuando Aleksandr Ypsilanti proclamó la rebelión y empezó a reclutar su ejército, Kirdzhali le llevó a varios antiguos compañeros suyos. No tenían muy claro el verdadero objetivo de la Hetaerea, pero la guerra representaba una oportunidad de enriquecerse por cuenta de los turcos y, quizá, de los moldavos, y eso les parecía evidente.

Aleksandr Ypsilanti era un hombre valeroso, pero carecía de las cualidades necesarias para desempeñar el papel que había asumido con tanto fervor y tanta imprudencia. No sabía imponerse a los hombres que debía mandar. Éstos no lo respetaban ni tenían confianza en él. Después de la desafortunada batalla en que murió la flor de la juventud griega, Yorghakis Olympios le aconsejó que se retirara y ocupó su lugar. Ypsilanti marchó a caballo hacia la frontera con Austria y de allí mandó su maldición a sus hombres, a quienes llamaba insubordinados, cobardes y canallas. La mayoría de estos cobardes y canallas murió entre los muros del monasterio Seku o bien a orillas del Prut, luchando desesperadamente contra un enemigo diez veces más fuerte.


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6 págs. / 11 minutos / 117 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Róslavlev

Aleksandr Pushkin


Cuento


Leyendo Róslavlev descubrí asombrada que su intriga está basada en un acontecimiento verídico demasiado familiar para mí. En tiempos fui amiga de la desdichada mujer elegida por el señor Zagoskin como heroína de su novela. Ha vuelto a fijar la atención del público en un suceso olvidado, ha despertado sentimientos de indignación aletargados por el paso del tiempo y ha turbado la quietud de la tumba. Seré defensora de una sombra, y espero que el lector perdone la debilidad de mi pluma tomando en consideración la sinceridad de mi impulso. Me veré obligada a hablar de mí misma, ya que mi destino estuvo unido durante largos años a la suerte de mi desafortunada amiga.

Fui presentada en sociedad en el invierno del año 1811. Me abstendré de describir mis primeras impresiones. Es fácil imaginar los sentimientos de una joven de dieciséis años que ha sustituido su cuarto y a sus profesores por continuos bailes. Me entregué al torbellino de las diversiones con la viveza propia de mis años sin pararme a pensar en nada… Lástima: aquella época merecía atención.

Entre las jóvenes que aparecieron en sociedad aquel año se distinguía la princesa *** (el señor Zagoskin le ha dado el nombre de Polina, dejémoslo así). Pronto nos hicimos amigas gracias a un incidente.

Mi hermano, un joven de veintidós años, pertenecía a la clase de los dandis de aquella época; estaba adscrito al ministerio de Asuntos Exteriores, pero vivía en Moscú, dedicado a bailar y a divertirse. Se enamoró de Polina y me pidió que propiciara un acercamiento entre las dos casas. Mi hermano era el ídolo de toda nuestra familia y conseguía de mí cualquier cosa que se propusiera.


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12 págs. / 22 minutos / 112 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Noches Egipcias

Aleksandr Pushkin


Cuento


I


—Quel est cet homme?
—Ha, c’est un bien grand talent, il fait de sa voix tout ce qu’il veut.
—Il devrait bien, madame, s’en faire une culotte.
 

Charsky era natural de San Petersburgo. Tenía menos de treinta años; no estaba casado; el servicio no le pesaba. Su difunto tío, que había sido vicegobernador en los buenos tiempos, le dejó una considerable fortuna. Su vida podía haber sido muy agradable; pero tenía la desgracia de escribir y publicar versos. En las revistas lo llamaban poeta, y en las habitaciones de los lacayos, escribidor.


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13 págs. / 22 minutos / 370 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

La Tempestad de Nieve

Aleksandr Pushkin


Cuento


A finales de 1811, en tiempos de grata memoria, vivía en su propiedad de Nenarádovo el bueno de Gavrila Gavrílovich R**. Era famoso en toda la región por su hospitalidad y carácter afable; los vecinos visitaban constantemente su casa, unos para comer, beber, o jugar al boston a cinco kopeks con su esposa, y otros para ver a su hija, María Gavrílovna, una muchacha esbelta, pálida y de diecisiete años. Se la consideraba una novia rica y muchos la deseaban para sí o para sus hijos.

María Gavrílovna se había educado en las novelas francesas y, por consiguiente, estaba enamorada. El elegido de su amor era un pobre alférez del ejército que se encontraba de permiso en su aldea. Sobra decir que el joven ardía en igual pasión y que los padres de su amada, al descubrir la mutua inclinación, prohibieron a la hija pensar siquiera en él, y en cuanto al propio joven, lo recibían peor que a un asesor retirado.

Nuestros enamorados se carteaban y todos los días se veían a solas en un pinar o junto a una vieja capilla. Allí se juraban amor eterno, se lamentaban de su suerte y hacían todo género de proyectos. En sus cartas y conversaciones llegaron a la siguiente (y muy natural) conclusión: si no podemos ni respirar el uno sin el otro y si la voluntad de los crueles padres entorpece nuestra dicha, ¿no podríamos prescindir de este obstáculo? Por supuesto que la feliz idea se le ocurrió primero al joven y agradó muchísimo a la imaginación romántica de María Gavrílovna.

Llegó el invierno y puso término a sus citas, pero la correspondencia se hizo más viva. En cada carta Vladímir Nikoláyevich suplicaba a su amada que confiara en él, que se casaran en secreto, se escondieran durante un tiempo y luego se postraran a los pies de sus padres, quienes, claro está, al fin se sentirían conmovidos ante la heroica constancia y la desdicha de los enamorados y les dirían sin falta:


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14 págs. / 25 minutos / 172 visitas.

Publicado el 22 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Eugenio Oneguin

Aleksandr Pushkin


Novela


Dedicatoria

Pétri de vanité, il avait encore plus cette espêce d’orgueil qui fait avouer avec la même indifference les bonnes comme les mauvaises actions, suite d’un sentiment de superiorité peut-être imaginaire.

(Tiré d’une lettre particulière).

A PEDRO ALEKSANDROVICH PLETNEV

No pensando divertir al orgulloso mundo, y en aprecio a nuestra amistad, quisiera ofrecerte un testimonio digno de ti, digno de un alma bella colmada de sueños sagrados, de poesía pura y verdadera, de pensamientos elevados y de sencillez. Pero ¡qué se va a hacer! Acepta, con mano benevolente, esta colección de capítulos tan diversos, mitad cómicos, mitad tristes, populares, espirituales, fruto descuidado de mis entretenimientos, insomnios, inspiraciones ligeras, frías observaciones de mi cerebro y amargas decepciones del corazón; fruto de mis años marchitos antes de florecer.

Capítulo I

Se apresura a vivir y a sentir

(Príncipe de Viasemski).
 

Mi tío, hombre de austeras normas de vida, al caer seriamente enfermo, se atrajo súbitamente el respeto de cuantos le rodeaban.

¡Que su ejemplo sirva a los demás de ciencia! Pero ¡Dios mío, qué aburrimiento estar sentado día y noche con un enfermo, sin alejarse de él ni un solo paso! ¡Qué fastidio tan enorme divertir a un moribundo, arreglarle las almohadas, darle tristemente la medicina y suspirar y pensar: «¿Cuándo te llevará el diablo?»!

Así pensaba el joven atolondrado y pícaro, único heredero de todos sus parientes, corriendo en una diligencia, por la voluntad del Todopoderoso, en medio de una nube de polvo.


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109 págs. / 3 horas, 11 minutos / 1.588 visitas.

Publicado el 12 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

La Hija del Capitán

Aleksandr Pushkin


Novela


Capítulo I. El sargento de la guardia


Si perteneciera a la guardia, pronto sería capitán.
«Pero no ha de ser así; no serviré en el ejército».
No es difícil imaginar las penalidades que me esperan.
… ……………………………………………………………
—¿Y de quién es hijo?

KNIAZHMIN
 

Mi padre, Andréi Petróvich Griniov, de joven sirvió con el conde Münich y se jubiló en el año 17… con el grado de teniente coronel. Desde entonces vivió en su aldea de la provincia de Simbirsk, donde se casó con la joven Avdotia Vasílevna, hija de un indigente noble de aquella región. Tuvieron nueve hijos. Todos mis hermanos murieron de pequeños. Me inscribieron de sargento en el regimiento Semionovski gracias al teniente de la guardia, el príncipe B., pariente cercano nuestro, pero disfruté de permiso hasta el fin de mis estudios. En aquellos tiempos no nos educaban como ahora. A los cinco años fui confiado a Savélich, nuestro caballerizo, al que hicieron díadka mío porque era abstemio. Bajo su tutela hacia los doce años aprendí a leer y escribir en ruso y a apreciar, muy bien instruido sobre ello, las cualidades de un lebrel, Entonces mi padre contrató para mí a un francés, monsieur Beaupré, que fue traído de Moscú con la provisión anual de vino y de aceite de girasol. Su llegada no gustó nada a Savélich. «Gracias a Dios —gruñía éste para sus adentros—, parece que el niño está limpio, peinado y bien alimentado. ¿Para qué gastar dinero y traer a un moussié, como si los señores no tuvieran bastante gente suya?».


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117 págs. / 3 horas, 25 minutos / 162 visitas.

Publicado el 12 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Ruslan y Liudmila

Aleksandr Pushkin


Cuento


Prólogo

En una playa próxima a cierto golfo crece un robusto y verde roble. Un gato sabio, sujeto al tronco por una cadena de oro, da vueltas sin cesar en torno a él.

Cuando corre a la derecha, entona una canción, y cuando corre a la izquierda se pone a contar un cuento.

Por todas partes se producen allí milagros; anda vagando el demonio, una ondina se balancea en las ramas… Y en los senderos ocultos se ven huellas de animales nunca vistos…

También hay una casita con patas de gallina, y que no tiene puertas ni ventanas. Allí cada bosque y cada valle albergan innúmeros fantasmas…

Allí, al rayar el alba, cuando las olas empiezan a rodar por las riberas arenosas, surgen de las límpidas aguas treinta y tres hermosos héroes, capitaneados por el viejo Tío del Mar…

Allí un joven príncipe vence y hace prisionero a un zar temible…

Allí, a la vista de todos, rapta un brujo a un héroe esforzado y, subiendo con él a las nubes, vuela sobre bosques y mares…

Allí, encerrada en una celda, llora una zarina, a la que sirve con fidelidad un oso pardo…

Allí camina por sí solo un mortero junto a la bruja Yaga.

Allí el zar de los brujos, el Brujo-Inmortal, tiembla por su oro…

Allí reina el espíritu ruso… Todo sabe a Rusia allí.

Y allí estuve yo… Bebí dulcísimo hidromiel, vi aquel roble verde, y también, a su sombra, al gato sabio, que me contó buenos cuentos de los suyos. Y uno de ellos lo recuerdo, y voy a contarlo ahora al mundo entero…

Canto primero

Es ésta una historia de tiempos lejanos, una leyenda de la antigüedad más remota.

Rodeado de sus hijos poderosos y de sus amigos, el príncipe Vladimir el Sol daba un festín en la sala más espaciosa de su palacio; celebraba los esponsales de su hija menor con el valiente Ruslán, y levantaba a su salud una pesada copa de hidromiel.


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46 págs. / 1 hora, 21 minutos / 911 visitas.

Publicado el 12 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

La Hija del Capitán

Aleksandr Pushkin


Novela


I. El sargento de la guardia


—Si mañana pudiera ser capitán de la guardia…

—No hay necesidad; que sirva en el ejército.

—¡Bien dicho! Que sepa lo que es bueno…

—¿Y quién es su padre?

KNIAZHNÍN
 

Mi padre, Andrey Petróvich, de joven sirvió con el conde Münnich y se jubiló en el año 17… con el grado de teniente coronel. Desde entonces vivió en su aldea de la provincia de Simbirsk, donde se casó con la joven Avdotia Vasílevna Yu., hija de un indigente noble de aquella región. Tuvieron nueve hijos. Todos mis hermanos murieron de pequeños. Me inscribieron de sargento en el regimiento Semiónovski gracias al teniente de la guardia, el príncipe B., pariente cercano nuestro, pero disfruté de permiso hasta el fin de mis estudios. En aquellos tiempos no nos educaban como ahora. A los cinco años fui confiado a Savélich, nuestro caballerizo, al que hicieron diadka mío porque era abstemio. Bajo su tutela hacia los doce años aprendí a leer y escribir en ruso y a apreciar, muy bien instruido sobre ello, las cualidades de un lebrel. Entonces mi padre contrató para mí a un francés, monsieur Beaupré, que fue traído de Moscú con la provisión anual de vino y de aceite de girasol. Su llegada no gustó nada a Savélich. «Gracias a Dios —gruñía éste para su adentros—, parece que el niño está limpio, peinado y bien alimentado. ¿Para qué gastar dinero y traer a un musié, como si los señores no tuvieran bastante gente suya?».


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117 págs. / 3 horas, 25 minutos / 301 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

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