Textos por orden alfabético de Aleksandr Pushkin etiquetados como Cuento | pág. 2

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autor: Aleksandr Pushkin etiqueta: Cuento


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La Hidalga Campesina

Aleksandr Pushkin


Cuento


I

La finca de Iwan Petrovitch Berestow estaba situada en una de las provincias más apartadas de Rusia. Bereatow, habia servido durante su juventud. en la guardia imperial pero se retiró á principios del año 1797 y marchó al pueblo de su pertenencia, no volviendo á hacer más viajes. Su mujer, oriunda de familia pobre, murió de resultas de un parto á tiempo de hallarse él bastante lejos del pueblo, pero los cuidados de que había menester su hacienda le consolaron pronto de tan dolorosa pérdida y después de haber edificado una casa conforme á un plan ideado por él, fundó en sus tierras una fábrica de paños; acrecentó sus ingresos y dió en considerarse el hombre de más capacidad de la comarca, en lo que no le llevaban la contraria sus vecinos, puesto que venían á menudo á pasar temporadas en su casa, con sus familias y sus perros. Usaba los días de trabajo un chaquetón de pana y los de fiesta una levita de paño, hecho en casa; él mismo llevaba las cuentas y nunca leía nada, como no fuera la Gaceta del Senado. En general, le querían, aún teniéndole por orgulloso y no había más que un vecino, Gregorio Iwanoviteh Muronsky que estuviera en pugna con él. Este último era el tipo más perfecto que darse puede del señor ruso. Después de dilapidar en Moscou la mayor parte de su fortuna de enviudar casi al mismo tiempo, marchó al último pueblo que le quedaba y siguió malgastando el dinero, aunque de distinta manera. Lo que tenía lo empleó en hacer un jardín á la inglesa; en vestir á sus lacayos, con trajes de jokeys; en tomar para sus hijas una institutriz británica y en labrar sus tierras según el método inglés; pero ha dicho muy bien un poeta que el trigo ruso no crece á la extranjera, y esto lo demostrá el hecho de que aun disminuyendo los gastos considerablemente, los ingresos de Gregorio Iwanovitch no autuentaron y hasta se vió en la necesidad de contraer deudas.


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Dominio público
22 págs. / 40 minutos / 20 visitas.

Publicado el 23 de enero de 2025 por Edu Robsy.

La Señora Campesina

Aleksandr Pushkin


Cuento


En una de nuestras alejadas provincias se encontraba la finca de Iván Petróvich Bérestov. En su juventud había servido en la Guardia, se había retirado a principios de 1797 y desde entonces, instalado en su aldea, no había vuelto a salir de ella. Se casó con la hija de un noble pobre, la cual murió de parto cuando él estaba visitando sus campos. Los cuidados de la administración de la finca le consolaron pronto. Construyó una casa según sus propios planos, instaló una fábrica de paños, triplicó las rentas y se consideró el hombre más inteligente de todas la comarca, en lo que no le contradecían los vecinos, que acudían de visita con sus familiares y sus perros. Los días de labor usaba un chaquetón de felpa, y en las fiestas de guardar se ponía una levita del paño que él fabricaba. El mismo llevaba la cuenta de los gastos y no leía otra cosa que la Gaceta del Senado. Era generalmente estimado, aunque se le consideraba orgulloso. Con el único que no hacía buenas migas era con Grigori Ivánovich Múromski, su vecino más próximo. Múromski era un auténtico señor ruso. Después de dilapidar en Moscú la mayor parte de su hacienda, y habiendo enviudado por aquel entonces, se retiró a la última aldea que le quedaba, aunque seguía haciendo de las suyas, pero ya en otro sentido. Había mandado plantar un jardín a la manera inglesa que se llevaba el resto de las rentas. Sus mozos de cuadra vestían como jockeys ingleses. Su hija tenía una señora de compañía inglesa. Cultivaba los campos con arreglo a un método inglés.

Pero el trigo ruso no crece a la manera extranjera.


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21 págs. / 38 minutos / 208 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Tempestad de Nieve

Aleksandr Pushkin


Cuento


A finales de 1811, en tiempos de grata memoria, vivía en su propiedad de Nenarádovo el bueno de Gavrila Gavrílovich R**. Era famoso en toda la región por su hospitalidad y carácter afable; los vecinos visitaban constantemente su casa, unos para comer, beber, o jugar al boston a cinco kopeks con su esposa, y otros para ver a su hija, María Gavrílovna, una muchacha esbelta, pálida y de diecisiete años. Se la consideraba una novia rica y muchos la deseaban para sí o para sus hijos.

María Gavrílovna se había educado en las novelas francesas y, por consiguiente, estaba enamorada. El elegido de su amor era un pobre alférez del ejército que se encontraba de permiso en su aldea. Sobra decir que el joven ardía en igual pasión y que los padres de su amada, al descubrir la mutua inclinación, prohibieron a la hija pensar siquiera en él, y en cuanto al propio joven, lo recibían peor que a un asesor retirado.

Nuestros enamorados se carteaban y todos los días se veían a solas en un pinar o junto a una vieja capilla. Allí se juraban amor eterno, se lamentaban de su suerte y hacían todo género de proyectos. En sus cartas y conversaciones llegaron a la siguiente (y muy natural) conclusión: si no podemos ni respirar el uno sin el otro y si la voluntad de los crueles padres entorpece nuestra dicha, ¿no podríamos prescindir de este obstáculo? Por supuesto que la feliz idea se le ocurrió primero al joven y agradó muchísimo a la imaginación romántica de María Gavrílovna.

Llegó el invierno y puso término a sus citas, pero la correspondencia se hizo más viva. En cada carta Vladímir Nikoláyevich suplicaba a su amada que confiara en él, que se casaran en secreto, se escondieran durante un tiempo y luego se postraran a los pies de sus padres, quienes, claro está, al fin se sentirían conmovidos ante la heroica constancia y la desdicha de los enamorados y les dirían sin falta:


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14 págs. / 25 minutos / 180 visitas.

Publicado el 22 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Noches Egipcias

Aleksandr Pushkin


Cuento


I


—Quel est cet homme?
—Ha, c’est un bien grand talent, il fait de sa voix tout ce qu’il veut.
—Il devrait bien, madame, s’en faire une culotte.
 

Charsky era natural de San Petersburgo. Tenía menos de treinta años; no estaba casado; el servicio no le pesaba. Su difunto tío, que había sido vicegobernador en los buenos tiempos, le dejó una considerable fortuna. Su vida podía haber sido muy agradable; pero tenía la desgracia de escribir y publicar versos. En las revistas lo llamaban poeta, y en las habitaciones de los lacayos, escribidor.


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13 págs. / 22 minutos / 386 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Róslavlev

Aleksandr Pushkin


Cuento


Leyendo Róslavlev descubrí asombrada que su intriga está basada en un acontecimiento verídico demasiado familiar para mí. En tiempos fui amiga de la desdichada mujer elegida por el señor Zagoskin como heroína de su novela. Ha vuelto a fijar la atención del público en un suceso olvidado, ha despertado sentimientos de indignación aletargados por el paso del tiempo y ha turbado la quietud de la tumba. Seré defensora de una sombra, y espero que el lector perdone la debilidad de mi pluma tomando en consideración la sinceridad de mi impulso. Me veré obligada a hablar de mí misma, ya que mi destino estuvo unido durante largos años a la suerte de mi desafortunada amiga.

Fui presentada en sociedad en el invierno del año 1811. Me abstendré de describir mis primeras impresiones. Es fácil imaginar los sentimientos de una joven de dieciséis años que ha sustituido su cuarto y a sus profesores por continuos bailes. Me entregué al torbellino de las diversiones con la viveza propia de mis años sin pararme a pensar en nada… Lástima: aquella época merecía atención.

Entre las jóvenes que aparecieron en sociedad aquel año se distinguía la princesa *** (el señor Zagoskin le ha dado el nombre de Polina, dejémoslo así). Pronto nos hicimos amigas gracias a un incidente.

Mi hermano, un joven de veintidós años, pertenecía a la clase de los dandis de aquella época; estaba adscrito al ministerio de Asuntos Exteriores, pero vivía en Moscú, dedicado a bailar y a divertirse. Se enamoró de Polina y me pidió que propiciara un acercamiento entre las dos casas. Mi hermano era el ídolo de toda nuestra familia y conseguía de mí cualquier cosa que se propusiera.


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12 págs. / 22 minutos / 115 visitas.

Publicado el 25 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Ruslan y Liudmila

Aleksandr Pushkin


Cuento


Prólogo

En una playa próxima a cierto golfo crece un robusto y verde roble. Un gato sabio, sujeto al tronco por una cadena de oro, da vueltas sin cesar en torno a él.

Cuando corre a la derecha, entona una canción, y cuando corre a la izquierda se pone a contar un cuento.

Por todas partes se producen allí milagros; anda vagando el demonio, una ondina se balancea en las ramas… Y en los senderos ocultos se ven huellas de animales nunca vistos…

También hay una casita con patas de gallina, y que no tiene puertas ni ventanas. Allí cada bosque y cada valle albergan innúmeros fantasmas…

Allí, al rayar el alba, cuando las olas empiezan a rodar por las riberas arenosas, surgen de las límpidas aguas treinta y tres hermosos héroes, capitaneados por el viejo Tío del Mar…

Allí un joven príncipe vence y hace prisionero a un zar temible…

Allí, a la vista de todos, rapta un brujo a un héroe esforzado y, subiendo con él a las nubes, vuela sobre bosques y mares…

Allí, encerrada en una celda, llora una zarina, a la que sirve con fidelidad un oso pardo…

Allí camina por sí solo un mortero junto a la bruja Yaga.

Allí el zar de los brujos, el Brujo-Inmortal, tiembla por su oro…

Allí reina el espíritu ruso… Todo sabe a Rusia allí.

Y allí estuve yo… Bebí dulcísimo hidromiel, vi aquel roble verde, y también, a su sombra, al gato sabio, que me contó buenos cuentos de los suyos. Y uno de ellos lo recuerdo, y voy a contarlo ahora al mundo entero…

Canto primero

Es ésta una historia de tiempos lejanos, una leyenda de la antigüedad más remota.

Rodeado de sus hijos poderosos y de sus amigos, el príncipe Vladimir el Sol daba un festín en la sala más espaciosa de su palacio; celebraba los esponsales de su hija menor con el valiente Ruslán, y levantaba a su salud una pesada copa de hidromiel.


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46 págs. / 1 hora, 21 minutos / 928 visitas.

Publicado el 12 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

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