El Diamante de la Inquietud
Amado Nervo
Novela corta
Amigo, yo ya estoy viejo. Tengo una hermosa barba blanca, que sienta admirablemente a mi cabeza apostólica; una cabellera tan blanca como mi barba, ligeramente ensortijada; una nariz noble, de perfil aguileño; una boca de gruesos y golosos, que gustó los frutos mejores de la vida...
Amigo, soy fuerte aún. Mis manos sarmentosas podrían estrangular leones.
Estoy en paz con el Destino, porque me han amado mucho. Se les perdonarán muchas cosas a muchas mujeres, porque me han amado en demasía.
He sufrido, claro; pero sin los dolores, ¿valdría la pena vivir?
Un inglés humorista ha dicho que la vida sería soportable... sin los placeres. Ye añado que sin los dolores sería insoportable.
Sí, estoy en paz con la vida. Amo la vida.
Como Diderot, sufriría con gusto diez mil años las penas del infierno, con tal de renacer: La vida es una aventura maravillosa. Comprendo que los espíritus que pueblan el aire, ronden la tierra deseando encarnar.
—No escarmientan, dirán.
—No, no escarmientan. Las hijas de los hombres los seducen, desde los tiempos misteriosos de que habla el Génesis; una serpiente Invisible les cuchichea: «¿quieres empezar de nuevo?».
Y ellos responden al segundo, al tercero, al décimo requerimiento: «¡sí!»...; y cometen el pecado de vivir:
«porque el delito mayor
del hombre es haber nacido».
Dominio público
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Publicado el 23 de enero de 2019 por Edu Robsy.