I. Cómo talan los árboles en China
A media milla hacia el norte desde el bar de Jo.
Dunfer, en el camino de Hutton a Mexican Hill, la carretera baja hacia
un barranco al que no llega el sol, y que se despliega a derecha e
izquierda de un modo semiconfidencial, como si tuviera un secreto que
revelar en un período más conveniente. Nunca cabalgaba por allí sin
mirar primero a un lado y luego al otro, para ver si había llegado el
momento de la revelación. Si no veía nada, y nunca vi nada, no me
decepcionaba, pues sabía que la manifestación sencillamente estaba
siendo retenida un tiempo por alguna buena razón que yo no era quién
para poner en entredicho. Que un día se me revelarían todas esas
confidencias era algo de lo que no dudaba, no más que de la existencia
del propio Jo. Dunfer, por cuyas tierras discurría el barranco.
Se decía que Jo. había intentado una vez levantar una cabaña en
alguna remota parte de él, pero por alguna razón había abandonado la
empresa y construido su actual establecimiento hermafrodita, mitad bar,
mitad vivienda, junto al camino, en el extremo más alejado de su
propiedad; lo más alejado posible, como si tuviera el propósito de
mostrar cuán radicalmente había cambiado de idea.
Este Jo. Dunfer, o Whisky Jo., como era conocido familiarmente en los
contornos, era un personaje muy importante por estos parajes.
Aparentaba unos cuarenta años, y era un tipo alto, greñudo, de facciones
contraídas, con un brazo torcido y una mano nudosa como un manojo de
llaves de prisión. Era un individuo con mucho vello, que andaba
encorvado, como alguien que está a punto de saltar sobre algo para
destrozarlo.
Información texto 'El Valle Encantado'