Diagnóstico de Muerte
Ambrose Bierce
Cuento
— No soy tan supersticioso como algunos de tus doctores de ciencia, como tu te complaces en decir — dijo Hawver, replicando una acusación que no había sido hecha — Algunos de ustedes, solo algunos, confieso, creen en la inmortalidad del alma, y en apariciones que tu no tienes la honestidad de llamar fantasmas. No voy decir más que tengo la convicción que los vivos algunas veces son vistos donde no están, en lugares donde han estado, donde ellos vivieron tanto tiempo, quizás tan intensamente, como para dejar sus impresiones en todo lo que los rodea. Lo se, en efecto, puede ser que un ambiente pueda ser tan afectado por la personalidad de una persona como para impresionar, mucho después, una imagen de uno mismo a los ojos de otro. Indudablemente la personalidad impresa tiene que ser el tipo justo de personalidad y los ojos perceptores tienen que ser el tipo justo de ojos, los míos por ejemplo.
— Si, el tipo justo de ojos, sensaciones convincentes del lugar erróneo del cerebro — dijo el Dr. Frayley, sonriendo.
— Gracias; uno gusta tener sus expectativas gratificada; esto es en réplica de lo que yo supongo que haría alguien civilizado.
— Perdón, pero tu dices que lo sabes. Es algo fácil de decir, ¿no crees? Quizás tu no pensarás en el problema de decirme como lo supiste.
— Tu lo llamarás una alucinación — dijo Hawver, — pero no es tal cosa — y le contó la historia.
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Publicado el 7 de febrero de 2018 por Edu Robsy.