El Azor
Ángela Grassi
Cuento
Cuenta, anciano, cuenta... El fuego chisporrotea en el hogar, la nieve cae en grandes copos, cuando la noche es lóbrega y el cierzo silba á lo lejos, las fantasmas de la antigüedad se presentan á nuestros ojos envueltas en un ropaje más fúnebre y misterioso... Cuenta, cuenta.
Esto decían algunos peregrinos, sentados junto al hogar de una cabaña, no muy distante de Jafta, dirigiéndose á un anciano de blanca barba y aspecto venerable.
El anciano empezó así:
—¿Habéis visitado alguna vez la pintoresca Cataluña? ¿Habéis tenido la dicha de contemplar los bellos cambiantes de su cielo, el rico manto de follaje que cubre por doquier la tierra?
¡Ah, tal vez el amor patrio ciegue mis ojos; pero no hallo montañas tan agrestes como sus montañas, no hallo ciudades tan ricas como sus ciudades, no hallo ríos, no hallo armonías tan deliciosas como las armonías de sus florestas. ¡Oh, mi bendita Cataluña! ¡Oh, afortunado país, en donde, como las flores brotan en los prados, brotan espontáneamente de las almas evangélicas virtudes...
El anciano calló, y fijó sus ojos en el espacio como si contemplase un invisible objeto...
—La historia, la historia, gritaron á coro los circunstantes.
El anciano se pasó la mano por la frente, y repuso con tristeza:
—¿Habrá algún campo de trigo en donde no crezca la cizaña? ¡Cataluña, la privilegiada Cataluña, patria de tantos héroes, también ha dado el sér á almas pérfidas y viles!...
Es una historia de ayer la que voy ó contaros. ¡Ayer!... ¡Estamos en 1102, y han pasado ya veinte años! ¡Ayer, hoy!... ¡Dos puntos en la fugitiva marcha de la vida!...
Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 58 visitas.
Publicado el 27 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.