Textos más populares esta semana de Antonio de Trueba

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autor: Antonio de Trueba


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El Maestro y el Discípulo

Antonio de Trueba


Cuento infantil


(Cuento popular que mi tio Ignacio nos contaba cuando pretendiamos no ir más á la escuela porque ya sabiamos bastante).

I

—Vecino, dijo la zorra al lobo, ¡vea usted, vea usted qué zorrillo tan mono acabo de parir! Estoy segura de que va á ser la arañita de la casa.

—Lo será, vecina, si tiene buen maestro.

—Por ejemplo, un maestro como usted.

—Es la verdad, vecina, aunque esté mal el decirlo.

—Ya podia usted ser su padrino y maestro.

—Lo seré con mucho gusto, aunque no sea más que por tener una comadre como usted.

—Gracias, vecino, por su galantería. Así que destete á este cachorrillo que Dios me ha dado, se le llevo á usted para que saque de él un discípulo que le honre.

II

—Buenos días, compadre.

—Comadre, téngalos usted muy buenos.

—Aquí le traigo á usted á su ahijado Bonitillo.

—¿Y cómo está mi ahijado?

—Tan mono y tan buscalavida. Desde que le desteté, todo el día anda de caza; pero como no tiene más instruccion que la miaja que yo le he dado, ni siquiera ha conseguido cazar un pollo.

—Eso es muy natural, comadre; pero descuide usted, que yo le sacaré maestro.

—Eso no lo dudo, compadre, porque en buenas manos queda el pandero. Ea, conque déjeme usted dar un beso al hijo de mis entrañas, y ahí le queda á usted para que me le instruya de modo que sepa tanto como el maestro.

III

—Oye, Bonitillo.

—Mande V., padrino.

—Voy á comenzar tu instruccion práctica.

—¿Y qué es lo que tengo yo que hacer para recibirla?

—Nada más que observar bien lo que yo hago.

—Eso, padrino, por debajo de la pata lo hago yo.

—Te vas a poner de centinela en ese altillo que domina á la vereda, y en cuanto veas venir caza de pelo ó pluma, me avisas, y luego mucho ojo á lo que yo hago.


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1 pág. / 3 minutos / 111 visitas.

Publicado el 9 de abril de 2020 por Edu Robsy.

El Ruiseñor y el Burro

Antonio de Trueba


Cuento


I

No sé a punto fijo cuándo sucedió lo que voy a contar, pero de su contesto se deduce que debió ser allá hacia los tiempos en que los madrileños se alborotaron y estuvieron a punto de enloquecer de orgullo con la nueva de haber aparecido en el Manzanares una ballena que luego resultó ser, según unos, una barrica que no iba llena, y, según otros, la albarda (con perdón sea dicho) de un burro. Estos tiempos deben remontarse lo menos a los del Sr. D. Felipe II (que tenía a los madrileños por tan aficionados a bolas, que les llenó de ellas la puente segoviana), pues ya en los del señor D. Felipe III llamaba Lope de Vega ballenatos a sus paisanos los madrileños.

Pero dejémonos de historia y vamos al caso.

El caso es que el Madrid de entonces se parecía al Madrid de ahora como un huevo a una castaña. No lo digo porque entonces Madrid tirando a monárquico quería hacerse cabeza de león y ahora tirando a republicano quiere hacerse cola de ratón, sino porque la parte meridional del Madrid de ahora estaba aún despoblada, menos la planicie y los declives de allende las iglesias de San Andrés y San Pedro, donde ya existía el arrabal que por haberle poblado moros se llamaba y llama aún la Morería. Todas las demás barriadas meridionales no existían aún, y toda aquella dilatada zona comprendida desde Puerta-cerrada a la banda de la Virgen de Atocha sólo abundaba en barrancos, colinas escuetas y cerrados matorrales, donde se veía alguno que otro ventorrillo, entre los cuales llevaba la gala el que luego fue de Manuela, porque era el único donde se bebía el vino en vaso de vidrio y se comía la vianda con tenedor de madera. En los demás ventorrillos se empinaba el jarro de Alcorcón y se escarbaba en el plato con la uña.


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12 págs. / 21 minutos / 57 visitas.

Publicado el 26 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

La Fuerza de Voluntad

Antonio de Trueba


Cuento


I

Una vez conversaba yo con un carranzano más listo que un demontre (pues los hay que ven crecer la yerba), y como la conversación recayese sobre lo que puede la imaginación en nuestros actos, el carranzano me contó lo siguiente, que no eché en saco roto, como no echo nada de lo que me pueda servir para estudiar el modo de sentir, pensar y proceder del pueblo a quien tengo mucha afición, aunque no tanta que me parezca un santo ni mucho menos, porque su señoría (y perdone si le niego el su magestad, pues creo que mienten bellacamente los que le llaman soberano) suele descolgarse con cada animalada que le parte a uno de medio a medio.

II

Era hacia los años de 1836 a 1838 en que la guerra civil entre isabelinos y carlistas hacía de las suyas a más y mejor, tanto que cuando las recordamos los que no tenemos nada de belicosos ni de pícaros, no podemos menos decir a los belicosos, pícaros o inocentes que se entusiasman con ella: ¡Ay, pedazos de bestias!

Los beligerantes ordinarios en la conjunción de los valles de Carranza y Soba, eran: en Carranza un destacamento de aduaneros carlistas mandados por un carranzano conocido por Josepin el de Aldacueva, y en Soba los urbanos o paisanos armados isabelinos de los lugares confinantes con Carranza, mandados por un sobano conocido con el apodo de Geringa.

Josepin era un mocetón corpulento, de buen humor y diestro en la estrategia guerrillera; y Geringa un delgaducho como un alambre, a cuya circunstancia debía el apodo de Geringa, preocupado y caviloso como él solo, tanto que su mujer temía no se le pusiese alguna vez en la cabeza que estaba en peligro de muerte, porque entonces ni todos los veterinarios del mundo le salvaban.

Josepin y Geringa se conocían desde antes que empezara la guerra, y por cierto que merece contarse en capítulo aparte cómo se conocieron.


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7 págs. / 13 minutos / 78 visitas.

Publicado el 26 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Casilda

Antonio de Trueba


Cuento infantil


I

Era el rey de Toledo el moro Almenón, con quien el rey de Castilla don Fernando el Grande mantenía cordial amistad.

Este rey moro tenía una hija muy hermosa y compasiva, llamada Casilda.

Una esclava castellana contó á la hija del rey moro que los nazarenos amaban á su Dios, y á su rey, y á sus padres, y á sus hermanos, y á sus esposas.

También contó la esclava á la hija del rey moro, que los nazarenos nunca quedan huérfanos de madre, porque cuando pierden á la que los concibió, les queda otra, llamada María, que es una madre inmortal.

Pasaron años, pasaron años, y Casilda fué creciendo en cuerpo y en hermosura y en virtud. Se le murió su madre, y envidió la dicha de los huérfanos nazarenos.

En los confines del jardín que rodeaba el palacio del rey moro, había unas lóbregas mazmorras, donde gemían, hambrientos y cargados de cadenas, muchos cautivos cristianos.

Sucedió que un día fué Casilda á pasear por los jardines de su padre, y oyó gemir á los pobres cautivos. La princesa mora tornó al palacio, lleno su corazón de tristeza.

II

Á la puerta del palacio encontró Casilda á su padre, y arrodillándose á sus pies, le dijo:

—¡Padre! ¡Señor padre! En las mazmorras gime muchedumbre de cautivos. Quítales sus cadenas, ábreles las puertas de su prisión y déjalos tornar á tierra de nazarenos, donde lloran por ellos padres, hermanos, esposas, amadas.

El moro bendijo á su hija en el fondo de su corazón, porque era bueno y amaba á Casilda como á la niña de sus ojos.

El pobre moro no tenía más hija que aquélla.

El pobre moro amaba á Casilda porque era su hija, y porque era además la viva imagen de la dulce esposa cuya pérdida lloraba hacía un año.

Pero el moro, antes que padre, era musulmán y rey, y se creía obligado á castigar la audacia de su hija.


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4 págs. / 8 minutos / 165 visitas.

Publicado el 9 de abril de 2020 por Edu Robsy.

Cuentos Campesinos

Antonio de Trueba


Cuentos, colección


Al Sr. D. Carmelo Puyol

Hace dos años dediqué un libro á las costumbres campesinas de Vizcaya que había observado en mi niñez, y ahora dedico otro á las costumbres campesinas de Castilla, que he observado en mi mocedad. Sin embargo, los CUENTOS DE COLOR DE ROSA se idearon en Castilla, y los CUENTOS CAMPESINOS se idearon en Vizcaya.

¿Por qué el autor de este libro pensaba en Vizcaya cuando estaba en Castilla, y en Castilla cuando estaba en Vizcaya? No era porque las cosas vistas desde lejos son más hermosas que vistas desde cerca, no; era porque el autor de este libro divide su amor entre Vizcaya, donde pasó la infancia, y Castilla, donde pasó la adolescencia; dos épocas de la vida que llenan el corazón de infinito amor y de infinitos recuerdos.

Desde su hogar, divisa usted, noble y leal amigo mío, allá en la falda del monte, unos nogales que dan sombra á una casa, y allá en el fondo del valle, unos fresnos que dan sombra á una iglesia. ¡A la sombra de aquellos nogales duermen las memorias de mi infancia, y á la sombra de aquellos fresnos duerme para siempre mi madre!

¡Cómo no ha de parecerme ese valle tan hermoso desde cerca como desde lejos!

Desde mi hogar diviso los campos donde agitaron mi corazón todos los sueños de amor y gloria de mi juventud, donde la amistad me prodigó su cariño, donde la experiencia y los libros iluminaron mi inteligencia, donde el trabajo y el dolor enaltecieron mi alma, y donde Dios me consoló con el sol que hace brillar su mirada y las flores que hace brotar su aliento.

¡Cómo no han de parecerme estos campos tan hermosos, desde lejos como desde cerca!

Aquí, tiene usted explicado por qué hace dos años dediqué un libro á Vizcaya, y ahora dedico otro á Castilla. Fáltame ahora explicar cómo concebí la forma de este libro.


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270 págs. / 7 horas, 54 minutos / 130 visitas.

Publicado el 23 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

La Felicidad Doméstica

Antonio de Trueba


Novela corta


I

Permítaseme empezar este cuento con algunos detalles topográficos, y en el hecho de pedir que se me permitan estos detalles, confieso que no están del todo en su lugar.

Donde los cuentos dan á su autor mucha gloria y mucho dinero, la crítica debo tener la manga muy estrecha; pero en España, donde poco ó nada de eso dan, la crítica debo tener la manga tan ancha, tan ancha, que puedan pasar por ella los extravíos que para nuestro particular solaz nos permitimos, los cuentistas.

—Cuentista—me dice el público,—ven acá y cuéntame un cuento.

—¡Allá voy, señor mío!—le contesto.

Pero cato usted que apenas empiezo el cuento veo pasar á una personita que me gusta, y por ir á charlar con ella un rato dejo al público con un palmo de narices.

—¡Cómo se entiende!—me grita indignado el público—Me falta usted al respeto, olvidando que las leyes del arte niegan la autonomía á los cuentistas.

—Vamos á cuentas, señor público. Cuando va usted á un teatro de aficionados, ¿silba usted á los actores?

—No, señor.

—¿Y por qué?

—Porque son aficionados.

—¿Y por qué razón son aficionados?

—Porque no ganan dinero.

—Pues mire usted, por esa razón somos también aficionados los cuentistas españoles; y porque somos aficionados no se nos debe silbar, aunque nos tomemos libertades como las que yo me tomo.

El Oriento es la región de la luz y el Ocaso la de la sombra. Vámonos hacia el Oriente, saliendo por la puerta de Alcalá.

Siguiendo la carretera de Aragón, caminamos por espacio de un cuarto de hora dominando con la vista las llanuras que cercan á la capital.

Descendemos á un vallecito donde hay un puente sobre un arroyo nominal y emprendemos la subida de una cuesta, agradable por lo corta y desagradable por lo pendiente.


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81 págs. / 2 horas, 22 minutos / 52 visitas.

Publicado el 23 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

El Desmemoriado

Antonio de Trueba


Cuento


Cuento popular recogido en Vizcaya

I

Carranza es un valle de Vizcaya que tiene más fisonomía montañesa que vizcaína, como metido casi en el corazón de la montaña. Dícese en las Encartaciones que en Carranza todo es pequeño: los hombres, que son bajos, aunque rechonchos y fuertes; los ganados, que son de razas pequeñas; el maíz, que es de la especie llamada en vascuence arto-chiquili (maíz pequeño), y hasta la extensión de terreno que cada labrador cultiva es pequeña, aun comparada con la que cultivan los del resto de Vizcaya, que no es grande, aunque sí productiva, por el mucho esmero del cultivo, el abono y la bondad del clima.

A ésta última pequeñez se alude en una de las muchas anécdotas con que los encanutados dan bromas á los carranzanos. Cuéntase que con motivo de cierta festividad, en Carranza había corridas de toros ó novillos, y el público, apostado en las paredes del coso y en los portales, se impacientaba porque tardaba en dar principio la fiesta.

Esta tardanza era para dar tiempo á que llegara una señora llamada doña María de Trilla, muy popular y estimada en todo el valle por lo dispuesta que estaba siempre á favorecer á sus convecinos necesitados. Uno de los espectadores ge distinguía entre todos por su oposición á que empezase la corrida antes de la llegada de doña María de Trilla

Esta llegada se dilataba, el público no podía ya contener su impaciencia y el alcalde se mostraba como dispuesto á hacer la seña para que se abriera la puerta del toril.

—¡Salga el toro! ¡Salga el toro!—gritaba la muchedumbre. Y entonces el carranzano que más empeño había mostrado porque se esperase á doña María de Trilla, saltó al coso, y encarándose con el público, respondió desesperado al grito de ¡salga el toro!


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10 págs. / 18 minutos / 38 visitas.

Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.

Narraciones Populares

Antonio de Trueba


Cuentos, Colección


A Don Eduardo Bustillo

No debo, querido Eduardo, contentarme con dedicarte este libro, como si dijéramos, a secas, porque eso sería, en primer lugar, como si un hermano, al encontrarse con el hermano querido, después de larga ausencia, lo saludase con un «beso a Vd. la mano,» y, en segundo lugar, sería desperdiciar una buena ocasión de decir al público, por el sistema de «a ti te lo digo, nuera, entiéndelo tú, mi suegra,» lo que acerca de este libro necesito, o, cuando menos, deseo decirle.

Antes de todo te diré por qué llamo a este libro Narraciones populares. Confiésote, aunque no te guste, pues eres algo menos reaccionario que yo, que a pesar de mi antigua afición a lo que se llama el pueblo, porque procedo de esta clase social, porque casi siempre he vivido entre ella y porque he dedicado, buena parte de mi vida al estudio de sus sentimientos y costumbres; confiésote que me va ya apestando el calificativo de «popular,» porque, de algún tiempo a esta parte, se, abusa de él tan escandalosamente como te lo probarán dos ejemplos que voy a someter a tu consideración. En estos últimos años, en que tanto se han cacareado la libertad y los derecho individuales, he visto en una capital de treinta mil almas, rica, culta, liberal, independiente, altiva, llamar ayuntamiento popular al elegido por ciento cincuenta ciudadanos, únicos a quienes había permitido votar el garrote de dos aprendices de torero, y he visto en la misma, provincia llamar también ayuntamientos populares a una porción de ayuntamientos elegidos a culatazos por un pelotón de soldados.


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182 págs. / 5 horas, 19 minutos / 354 visitas.

Publicado el 5 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Cuentos de Color de Rosa

Antonio de Trueba


Cuentos, Colección


A Teresa

Estos cuentos te dedico, amor mío, porque son lo más honrado que ha salido de mi pluma, y porque tu alma angelical y enamorada me ha hecho sentir mucho de lo hermoso y puro y santo que he pretendido trasladar a ellos.

Llámoles CUENTOS DE COLOR DE ROSA, porque son el reverso de la medalla de la literatura pesimista que se complace en presentar el mundo como un infinito desierto en que no brota una flor, y la vida como una perpetua noche en que no brilla una estrella.

Yo, pobre hijo de Adán, en quien la maldición del Señor a nuestros primeros padres no ha dejado de cumplirse un solo día desde que, niño aún, abandoné mis queridos valles de las Encartaciones; yo tendré amor a la vida y no me creeré desterrado en el mundo mientras en él existan Dios, la amistad, el amor, la familia, el sol que me sonríe cada mañana, la luna que me alumbra cada noche, y las flores y los pájaros que me visitan cada primavera.

En el momento en que esto te digo, a ambos nos sonríe a esperanza más hermosa de mi vida: antes que el sol canicular marchite las flores que están brotando, refrescarán nuestra frente las auras de las Encartaciones. El noble y sencillo anciano, que ya se honra y te honrará dándote el nombre de hija, recorre alborozado la aldea, y con el rostro bañado en lágrimas de regocijo, dice a los compañeros de mi infancia:

— ¡Mis hijos vienen! ¡Mi hijo vuelve a saludar estos valles con el ardiente amor que les tenía al darles la despedida más de veinte años ha!

Y los compañeros de mi infancia, que, como yo, siguen la jornada de la vida glorificando a Dios, que les da aliento para no desmayar en ella, participan del regocijo de nuestro padre.


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Dominio público
322 págs. / 9 horas, 24 minutos / 312 visitas.

Publicado el 6 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Cuentos del Hogar

Antonio de Trueba


Cuentos, Colección


A María Josefa

I

Recibí, amiga María Josefa, tu afectuosa carta, en que me encargabas que te enviase mi nuevo libro para que, en estas largas veladas, os podáis entretener con él junto a la lumbre; porque, como yo he dicho:


De las cosas del mundo,
son las más dulces
los cuentos que se cuentan
junto a la lumbre;
junto a la lumbre,
donde hay cabezas rubias
y ojos azules
 

Esta primera parte de tu petición es muy fácil de satisfacer, pero no así la segunda, aunque reducida a encargarme que si mi nuevo libro de cuentos no tiene Prólogo que le explique, como le tienen todos los precedentes, le supla con una carta en que te diga todo aquello que pueda contribuir a que leáis o escuchéis con más fruto los CUENTOS DEL HOGAR. En los Prólogos de los seis libros de cuentos que han precedido a éste, he dicho cuanto tenía que decir de este género de literatura, que tengo por importantísimo; por cuanto no hay materia que en él no se pueda tratar, ni hay género de composición literaria que tanto se preste como ésta a llevar lo útil y dulce, de que habla un tal Horacio, a todas las inteligencias y gustos. Si, como se deduce de tu misma petición, has leído los Prólogos de mis otros seis libros de cuentos,


¿Qué quieres que te diga,
María Josefa,
qué quieres que te diga
que tú no sepas?
 


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Dominio público
255 págs. / 7 horas, 26 minutos / 259 visitas.

Publicado el 4 de enero de 2019 por Edu Robsy.

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