Textos peor valorados de Arthur Conan Doyle | pág. 3

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autor: Arthur Conan Doyle


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El Regreso de Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle


Novela


Parte I

La aventura de la casa vacía

En la primavera de 1894, el asesinato del honorable Ronald Adair, ocurrido en las más extrañas e inexplicables circunstancias, tenía interesado a todo Londres y consternado al mundo elegante. El público estaba ya informado de los detalles del crimen que habían salido a la luz durante la investigación policial; pero en aquel entonces se había suprimido mucha información, ya que el ministerio fiscal disponía de pruebas tan abrumadoras que no se consideró necesario dar a conocer todos los hechos. Hasta ahora, después de transcurridos casi diez años, no se me ha permitido aportar los eslabones perdidos que faltaban para completar aquella notable cadena. El crimen tenía interés por sí mismo, pero para mí aquel interés se quedó en nada, comparado con una derivación inimaginable, que me ocasionó el sobresalto y la sorpresa mayores de toda mi vida aventurera. Aun ahora, después de tanto tiempo, me estremezco al pensar en ello y siento de nuevo aquel repentino torrente de alegría, asombro e incredulidad que inundó por completo mi mente. Aquí debo pedir disculpas a ese público que ha mostrado cierto interés por las ocasiones y fugaces visiones que yo le ofrecía de los pensamientos y actos de un hombre excepcional, por no haber compartido con él mis conocimientos. Me habría considerado en el deber de hacerlo de no habérmelo impedido una prohibición terminante, impuesta por su propia boca, que no se levantó hasta el día 3 del mes pasado.


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358 págs. / 10 horas, 27 minutos / 178 visitas.

Publicado el 25 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

El Misterio de Boscombe Valley

Arthur Conan Doyle


Cuento


Estábamos una mañana sentados mi esposa y yo cuando la doncella trajo un telegrama. Era de Sherlock Holmes y decía lo siguiente:

"¿Tiene un par de días libres? Me han telegrafiado desde el oeste de Inglaterra a propósito de la tragedia de Boscombe Valley. Me alegraría que usted me acompañase. Atmósfera y paisaje maravillosos. Salgo de Paddington en el tren de las 11.15".

—¿Qué dices a esto, querido? —preguntó mi esposa, mirándome directamente—. ¿Vas a ir?

—No sé qué decir. En estos momentos tengo una lista de pacientes bastante larga.

—¡Bah! Anstruther se encargará de ellos. Últimamente se te ve un poco pálido. El cambio te sentará bien, y siempre te han interesado mucho los casos del señor Sherlock Holmes.

—Sería un desagradecido si no me interesaran, en vista de lo que he ganado con uno solo de ellos —respondí—. Pero si voy a ir, tendré que hacer el equipaje ahora mismo, porque sólo me queda media hora.

Mi experiencia en la campaña de Afganistán me había convertido, por lo menos, en un viajero rápido y dispuesto. Mis necesidades eran pocas y sencillas, de modo que, en menos de la mitad del tiempo mencionado, ya estaba en un coche de alquiler con mi maleta, rodando en dirección a la estación de Paddington. Sherlock Holmes paseaba andén arriba y andén abajo, y su alta y sombría figura parecía aún más alta y sombría a causa de su largo capote gris de viaje y su ajustada gorra de paño.

—Ha sido usted verdaderamente amable al venir, Watson —dijo—. Para mí es considerablemente mejor tener al lado a alguien de quien fiarme por completo. La ayuda que se encuentra en el lugar de los hechos, o no vale para nada o está influida. Coja usted los dos asientos del rincón y yo sacaré los billetes.


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29 págs. / 52 minutos / 111 visitas.

Publicado el 26 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

El Misterio de Copper Beeches

Arthur Conan Doyle


Cuento


—El hombre que ama el arte por el arte —comentó Sherlock Holmes, dejando a un lado la hoja de anuncios del Daily Telegraph— suele encontrar los placeres más intensos en sus manifestaciones más humildes y menos importantes. Me complace advertir, Watson, que hasta ahora ha captado usted esa gran verdad, y que en esas pequeñas crónicas de nuestros casos que ha tenido la bondad de redactar, debo decir que, embelleciéndolas en algunos puntos, no ha dado preferencia a las numerosas causes célebres y procesos sensacionales en los que he intervenido, sino más bien a incidentes que pueden haber sido triviales, pero que daban ocasión al empleo de las facultades de deducción y síntesis que he convertido en mi especialidad.

—Y, sin embargo —dije yo, sonriendo—, no me considero definitivamente absuelto de la acusación de sensacionalismo que se ha lanzado contra mis crónicas.

—Tal vez haya cometido un error —apuntó él, tomando una brasa con las pinzas y encendiendo con ellas la larga pipa de cerezo que sustituía a la de arcilla cuando se sentía más dado a la polémica que a la reflexión—. Quizá se haya equivocado al intentar añadir color y vida a sus descripciones, en lugar de limitarse a exponer los sesudos razonamientos de causa a efecto, que son en realidad lo único verdaderamente digno de mención del asunto.

—Me parece que en ese aspecto le he hecho a usted justicia —comenté, algo fríamente, porque me repugnaba la egolatría que, como había observado más de una vez, constituía un importante factor en el singular carácter de mi amigo.


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30 págs. / 53 minutos / 134 visitas.

Publicado el 26 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Espanto en las Alturas

Arthur Conan Doyle


Cuento


En el que se transcribe el manuscrito conocido con el nombre de Notas Fragmentarias de Joyce-Amstrong.

Ha quedado descartada por cuantos han entrado a fondo en el estudio del caso la idea de que el relato extraordinario conocido con el nombre de Notas fragmentarias de Joyce-Armstrong, sea una complicada y macabra broma tramada por un desconocido que poseía un sentido perverso del humorismo. Hasta el maquinador más fantástico y tortuoso vacilaría ante la perspectiva de ligar sus morbosas alucinaciones con sucesos trágicos y fehacientes para darles una mayor credibilidad. A pesar de que las afirmaciones hechas en esas notas sean asombrosas y lleguen incluso hasta la monstruosidad, lo cierto es que la opinión general se está viendo obligada a darlas por auténticas, y resulta imprescindible que reajustemos nuestras ideas de acuerdo con la nueva situación. Según parece, este mundo nuestro se encuentra ante un peligro por demás extraño e inesperado, del que únicamente lo separa un margen de seguridad muy ligero y precario. En este relato, en el que se transcribe el documento original en su forma, que es por fuerza algo fragmentaria, trataré de exponer ante el lector el conjunto de los hechos hasta el día de hoy, y como prefacio a lo que voy a narrar, diré que si alguien duda de lo que cuenta Joyce-Armstrong, no puede ponerse ni por un momento en tela de juicio todo cuanto se refiere al teniente Myrtle, R. N. y a míster Harry Connor, que halló su fin, sin ninguna duda posible, de la manera que en el documento se describe.


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23 págs. / 41 minutos / 470 visitas.

Publicado el 27 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Banda de Lunares

Arthur Conan Doyle


Cuento


Al repasar mis notas sobre los setenta y tantos casos en los que, durante los ocho últimos años, he estudiado los métodos de mi amigo Sherlock Holmes, he encontrado muchos trágicos, algunos cómicos, un buen número de ellos que eran simplemente extraños, pero ninguno vulgar; porque, trabajando como él trabajaba, más por amor a su arte que por afán de riquezas, se negaba a intervenir en ninguna investigación que no tendiera a lo insólito e incluso a lo fantástico. Sin embargo, entre todos estos casos tan variados, no recuerdo ninguno que presentara características más extraordinarias que el que afectó a una conocida familia de Surrey, los Roylott de Stoke Moran. Los acontecimientos en cuestión tuvieron lugar en los primeros tiempos de mi asociación con Holmes, cuando ambos compartíamos un apartamento de solteros en Baker Street. Podría haberlo dado a conocer antes, pero en su momento se hizo una promesa de silencio, de la que no me he visto libre hasta el mes pasado, debido a la prematura muerte de la dama a quien se hizo la promesa. Quizás convenga sacar los hechos a la luz ahora, pues tengo motivos para creer que corren rumores sobre la muerte del doctor Grimesby Roylott que tienden a hacer que el asunto parezca aún más terrible que lo que fue en realidad.

Una mañana de principios de abril de 1883, me desperté y vi a Sherlock Holmes completamente vestido, de pie junto a mi cama. Por lo general, se levantaba tarde, y en vista de que el reloj de la repisa sólo marcaba las siete y cuarto, le miré parpadeando con una cierta sorpresa, y tal vez algo de resentimiento, porque yo era persona de hábitos muy regulares.

—Lamento despertarle, Watson —dijo—, pero esta mañana nos ha tocado a todos. A la señora Hudson la han despertado, ella se desquitó conmigo, y yo con usted.

—¿Qué es lo que pasa? ¿Un incendio?


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30 págs. / 53 minutos / 170 visitas.

Publicado el 27 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Corona de Berilos

Arthur Conan Doyle


Cuento


—Holmes —dije una mañana, mientras contemplaba la calle desde nuestro mirador—, por ahí viene un loco. ¡Qué vergüenza que su familia le deje salir solo!

Mi amigo se levantó perezosamente de su sillón y miró sobre mi hombro, con las manos metidas en los bolsillos de su bata. Era una mañana fresca y luminosa de febrero, y la nieve del día anterior aún permanecía acumulada sobre el suelo, en una espesa capa que brillaba bajo el sol invernal. En el centro de la calzada de Baker Street, el tráfico la había surcado formando una franja terrosa y parda, pero a ambos lados de la calzada y en los bordes de las aceras aún seguía tan blanca como cuando cayó. El pavimento gris estaba limpio y barrido, pero aún resultaba peligrosamente resbaladizo, por lo que se veían menos peatones que de costumbre. En realidad, por la parte que llevaba a la estación del Metro no venía nadie, a excepción del solitario caballero cuya excéntrica conducta me había llamado la atención.

Se trataba de un hombre de unos cincuenta años, alto, corpulento y de aspecto imponente, con un rostro enorme, de rasgos muy marcados, y una figura impresionante. Iba vestido con estilo serio, pero lujoso: levita negra, sombrero reluciente, polainas impecables de color pardo y pantalones gris perla de muy buen corte. Sin embargo, su manera de actuar ofrecía un absurdo contraste con la dignidad de su atuendo y su porte, porque venía a todo correr, dando saltitos de vez en cuando, como los que da un hombre cansado y poco acostumbrado a someter a un esfuerzo a sus piernas. Y mientras corría, alzaba y bajaba las manos, movía de un lado a otro la cabeza y deformaba su cara con las más extraordinarias contorsiones.

—¿Qué demonios puede pasarle? —pregunté—. Está mirando los números de las casas.

—Me parece que viene aquí —dijo Holmes, frotándose las manos.

—¿Aquí?


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30 págs. / 52 minutos / 90 visitas.

Publicado el 27 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

La Liga de los Pelirrojos

Arthur Conan Doyle


Cuento


Un día de otoño del año pasado, me acerqué a visitar a mi amigo, el señor Sherlock Holmes, y lo encontré enfrascado en una conversación con un caballero de edad madura, muy corpulento, de rostro encarnado y cabellos rojos como el fuego. Pidiendo disculpas por mi intromisión, me disponía a retirarme cuando Holmes me hizo entrar bruscamente de un tirón y cerró la puerta a mis espaldas.

—No podría haber llegado en mejor momento, querido Watson —dijo cordialmente.

—Temí que estuviera usted ocupado. —Lo estoy, y mucho.

—Entonces, puedo esperar en la habitación de al lado.

—Nada de eso. Señor Wilson, este caballero ha sido mi compañero y colaborador en muchos de mis casos más afortunados, y no me cabe duda de que también me será de la mayor ayuda en el suyo.

El corpulento caballero se medio levantó de su asiento y emitió un gruñido de salutación, acompañado de una rápida mirada interrogadora de sus ojillos rodeados de grasa.

—Siéntese en el canapé —dijo Holmes, dejándose caer de nuevo en su butaca y juntando las puntas de los dedos, como solía hacer siempre que se sentía reflexivo—. Me consta, querido Watson, que comparte usted mi afición a todo lo que sea raro y se salga de los convencionalismos y la monótona rutina de la vida cotidiana. Ha dado usted muestras de sus gustos con el entusiasmo que le ha impelido a narrar y, si me permite decirlo, embellecer en cierto modo tantas de mis pequeñas aventuras.

—La verdad es que sus casos me han parecido de lo más interesante —respondí.

—Recordará usted que el otro día, justo antes de que nos metiéramos en el sencillísimo problema planteado por la señorita Mary Sutherland, le comenté que si queremos efectos extraños y combinaciones extraordinarias, debemos buscarlos en la vida misma, que siempre llega mucho más lejos que cualquier esfuerzo de la imaginación.


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28 págs. / 50 minutos / 191 visitas.

Publicado el 27 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Las Memorias de Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle


Novela


Parte I

Estrella de Plata

—Me temo, Watson, que voy a tener que marcharme —dijo Holmes una mañana cuando nos sentábamos a desayunar.

—¿Marcharse? ¿Dónde?

—A King’s Pyland, en Dartmoor.

No me sorprendió. Ciertamente, lo único que me extrañaba era que aún no se hubiera visto mezclado en aquel caso extraordinario, único tema de conversación a lo largo y a lo ancho de Inglaterra. Durante un día entero mi amigo había deambulado por la habitación con la cabeza gacha y el ceño fruncido, cargando y recargando la pipa con el tabaco negro más fuerte, completamente sordo a cualquiera de mis preguntas o comentarios. Del quiosco nos llegaban las nuevas ediciones de los periódicos, pero sólo recibían una ojeada antes de ir a parar a un rincón. Sin embargo, a pesar de su silencio, yo sabía muy bien que estaba meditando sobre aquello. Había tan sólo un problema ante el público que pudiera retar su poder de análisis, y era la singular desaparición del favorito para la Copa de Wessex y el trágico asesinato de su entrenador. Por tanto, cuando anunció repentinamente su intención de partir hacia el lugar del drama, no hizo más que lo que yo había supuesto y esperado.

—Estaría encantado de bajar con usted, si no le resultara engorroso —dije.

—Mi querido Watson, me haría un gran favor si viniera. Y creo que no perdería el tiempo, pues hay algunos puntos en este caso que prometen convertirlo en único. Creo que tenemos el tiempo justo para coger nuestro tren en Paddington; durante el camino entraré en detalles. Me gustaría que se llevara consigo sus excelentes prismáticos.


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Publicado el 25 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Sherlock Holmes

Arthur Conan Doyle


Novela, cuento


Estudio en Escarlata

Primera parte

(Reimpresión de las memorias de John H. Watson, doctor en medicina y oficial retirado del Cuerpo de Sanidad)

1. Mr. Sherlock Holmes

En el año 1878 obtuve el título de doctor en medicina por la Universidad de Londres, asistiendo después en Netley a los cursos que son de rigor antes de ingresar como médico en el ejército. Concluidos allí mis estudios, fui puntualmente destinado el 5.0 de Fusileros de Northumberland en calidad de médico ayudante. El regimiento se hallaba por entonces estacionado en la India, y antes de que pudiera unirme a él, estalló la segunda guerra de Afganistán. Al desembarcar en Bombay me llegó la noticia de que las tropas a las que estaba agregado habían traspuesto la línea montañosa, muy dentro ya de territorio enemigo. Seguí, sin embargo, camino con muchos otros oficiales en parecida situación a la mía, hasta Candahar, donde sano y salvo, y en compañía por fin del regimiento, me incorporé sin más dilación a mi nuevo servicio.

La campaña trajo a muchos honores, pero a mí sólo desgracias y calamidades. Fui separado de mi brigada e incorporado a las tropas de Berkshire, con las que estuve de servicio durante el desastre de Maiwand. En la susodicha batalla una bala de Jezail me hirió el hombro, haciéndose añicos el hueso y sufriendo algún daño la arteria subclavia. Hubiera caído en manos de los despiadados ghazis a no ser por el valor y lealtad de Murray, mi asistente, quien, tras ponerme de través sobre una caballería, logró alcanzar felizmente las líneas británicas.


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2.126 págs. / 2 días, 14 horas / 2.454 visitas.

Publicado el 9 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Experimento del Dr. Kleinplatz

Arthur Conan Doyle


Cuento


De todas las ciencias, una interesaba especialmente al erudito profesor Von Baumgarten. Era la que se conecta con la psicología y las relaciones entre mente y materia. El profesor era un famoso anatomista, gran químico y uno de los más renombrados fisiólogos de Europa. Pero se sentía aliviado alejándose de esos temas y dedicando sus grandes conocimientos al estudio del alma y las relaciones misteriosas de los espíritus. Era muy joven cuando empezó sus estudios sobre hipnotismo. En esa época, su mente parecía vagar por lugares extraños donde lo único que había era caos y oscuridad. Sólo muy pocas veces algún gran suceso inexplicable y desconectado aparecía aquí y allá.

Pero a medida que pasaban los años, aumentaba el valioso caudal de conocimientos del profesor. El conocimiento siempre da más conocimiento, del mismo modo que el dinero da más interés. Y el profesor comenzó a notar que lo que antes le había parecido asombroso o extraño, ahora podía ser interpretado de forma distinta. Empezó a familiarizarse con una nueva clase de razonamientos y pudo descubrir conexiones en cosas que antes le habían parecido incomprensibles y sorprendentes. A través de veinte años, realizó experimentos y recolectó muchos datos. Tenía la ambición de crear una nueva ciencia exacta que incluyera al hipnotismo, espiritismo y otros temas relacionados. Lo ayudó mucho su profundo conocimiento de las partes más complicadas de la fisiología animal, las que tratan de las corrientes nerviosas y de cómo trabaja el cerebro. Alexis von Baumgarten era profesor de Fisiología en la Universidad de Keinplatz y tenía a disposición de sus investigaciones todo el laboratorio de la universidad.


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Publicado el 26 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

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