En los Montes
Arturo Reyes
Cuento
I
—Veinte años mal contaos son los que tiée y veinte mil millones se necesitarían pa poer dicir tó lo retegüena moza que es Loli ha la Pizarrera.
—Eso serán los ojos conque tú la miras: con ojos de potrico cartujano!
—No jeñó y que no soy yo sólo el que lo ice; que lo icen tós los que no son múos en la provincia. Suponte tú una jembraque pueé darle un beso, sin empinarse, en la peineta á un ciprés; con un pecho en el que se puéen tender manteles;con un talle tábiroque es un esparto; con unas caeras más reondas que la copa e un pino; con una mata de pelo rizao que le pueé servir de túnica á un nazareno; con unos ojos que son dos soles; con una boca que es la flor de la maravilla, con una...
—Basta, hombre, basta ya, que me está entrando, oyéndote, una canina que no veo, y tenemos er pan á una legua de la dentaura.
—Pos no te digo tiá si la vieras y si oyeras er metal de su voz; como que yo cá vez que platico con ella, me tengo que dir y meterme en cama y que llamar al méico.
—Y esa jembra, te tiéeá ti voluntá?
—Hombre, te diré: á mí unas veces me paéce que sí y otras veces me paéce que no pero jueron mis padres conmigo tan poco rumbosos cuando me jocharon ar mundo, que la verdá es que cuando me pongo á la vera de ese proigio, en cuclillas paece que estoy, y eso que me estiro jasta lastimarme las coyunturas!
—Es que los hombres no se míen por varas como la muselina morena,
Dominio público
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Publicado el 24 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.