Textos más populares esta semana de Arturo Robsy disponibles | pág. 9

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autor: Arturo Robsy textos disponibles


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La Gallina y el Ángel

Arturo Robsy


Cuento


Mi hijo se ha presentado con el cuaderno abierto y la ilusión de que yo aprecie su estilo literario. Ha terminado un ejercicio de redacción y lo somete a mi docto parecer justo en el momento en que estoy a punto de meterle el diente a un artículo de opinión de mi periódico favorito.

— A ver qué te parece, Santo Padre.

Trabajosamente escrito a lápiz con la mano izquierda, leo:

"Di todo lo que sepas sobre la gallina"

"La gallina lleva a sus hijos en el vientre como todo el mundo, pero los pone aún en huevo y tiene que subirse a ellos durante veintiún días para que nazcan: este fenómeno se llama incubación. Hay gallinas de muchos colores: pelirrojas, negras, blancas y pintadas, por lo menos. La gallina, cuando nace se llama pollito, y es muy bonita. La gallina de mayor es bastante fea y muy tonta. La gallina es un ave que no sabe volar, porque está muy gorda y, también, por tonta. Cuando se la persigue corre bastante y mete un ruido que se llama cacareo. También cacarea cuando pone un huevo, de alegría seguramente, o para presumir. El marido de la gallina es el gallo, que es más bonito, más valiente y lleva en las patas clavos llamados espolones. El gallo tiene una cresta alta y roja, llena de puntas como una corona; la gallina lleva la cresta caída sobre los ojos y parece una boina. Cuando se le arrancan las plumas tiene la piel amarillenta, como si estuviera enferma. Las gallinas son aves de corral y de ellas se come todo, tanto los huevos como la carne, y, además, son muy cobardes porque saben todas que nos las queremos comer. Cuando hay que insultar a alguien que tiene miedo se le llama gallina y cuando nos asustamos se nos pone la piel de gallina."

— Sabes tú mucho sobre las gallinas, Enano. — digo disimulando la risa.—¿Estudiáis la gallina en el colegio?

— Sí. Y tú también me vas explicando cosas. ¿Te acuerdas de cuando te regalaron un milano?


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Publicado el 23 de septiembre de 2017 por Edu Robsy.

Hespérides, S.A.

Arturo Robsy


Cuento


"No es cierto, contra todo lo que ha venido diciendo la prensa, que exista el árbol del dinero, y lamentamos profundamente que hombres cultos lleguen a pensar que una planta, por cuidada que esté, pueda dar frutos de papel moneda o monedas aculadas."

"Tampoco es cierto que Eduardo Libre, licenciado en historia antigua, haya huido al extranjero con algunas semillas, perseguido por funcionarios de la tesorería norteamericana, puesto que tampoco el citado y falso árbol produce dólares."

"En cuanto a Pedro Salgado sí es cierto que el ayuntamiento de su municipio ha iniciado los trámites para expropiarle la granja, pero es del todo incierto que se haya hecho a instancias del Ministerio de Economía y Hacienda que, simplemente, envió inspectores que recomendaron a los servicios de agricultura la tala inmediata del pomar. Lamentamos la información sectaria que sobre el caso se ha servido a los ciudadanos, insistiendo en que es falsa la existencia del árbol del dinero. Recomendamos a todas las personas acampadas en los alrededores de la finca de Pedro Salgado que levanten el cerco que tienen establecido, pues de lo contrario se tomarán medidas policiales."

Lo que había detrás de esta infinita acumulación de desmentidos era algo más difícil de explicar, pues la noticia había trascendido de la comarca al mundo entero. Sólo los muy bien informados tenían sensato miedo.

Se sabía —y ahora usted podrá temer a su antojo— que Eduardo Libre, siendo estudiante de historia antigua, había participado en la campaña de excavaciones dirigida por el famoso doctor Ñáñigo en la provincia de Cádiz, concretamente en el Campo de Gibraltar.


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Publicado el 10 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Premio al Tonto

Arturo Robsy


Cuento


Cosme había sido un canalla autocrático toda su vida, como, sin duda, confirmarían todos los sucesivos socios que fueron devorados por él.. Cuando se sintió morir, decidió salir de este mundo dejando tras si un ejemplo de su mala voluntad hacia el género humano. Sólo de pensar en su testamento, falleció entre carcajadas.

—En resumidas cuentas —dijo el notario a los tres herederos: Don Cosme deja todo su dinero al más tonto de sus hijos.

—Yo he votado siempre al partido del poder. —argumentó el primero, convencido de ser el ganador.

—Yo le quería. —dijo el segundo, superando la marca de su hermano.

—Yo no quiero su dinero para nada. —dijo el tercero, muy avispado.

El notario, nombrado juez, registró un empate: los hijos habían dicho tres tonterías lo bastante agudas como para demostrar que existían en ellos trazas de inteligencia humana. El duelo no tuvo más remedio que comenzar otra vez:

—Estoy convencido de que el Descubrimiento de América fue un encuentro de culturas.

—Pues yo apuesto a que Andalucía será la California de Europa.

—Yo afirmo que no hay corrupción política.

Aquellos tres bribones se fingían tontos pero estaban varios palmos por encima del mínimo exigible. Lo siguieron demostrando con sucesivas ráfagas de afirmaciones cuidadosamente calculadas, hasta que el notario, cansado, decidió aplicarles un test de su invención:

—Juan tiene siete manzanas. Da dos a Pedro. Antonio le regala cuatro. Juan le roba una y una mariposa se le lleva otra, volando. ¿Cuántas le quedan?

—Veintisiete. —dijo el primero.

—Catorce. —dijo el segundo, también después de calcular el número exacto de manzanas.

—Las mariposas no pueden llevarse una manzana por los aires. —se quejó el tercero.

—Suyo es el dinero. —sentenció el notario.


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Publicado el 10 de julio de 2016 por Edu Robsy.

Hoy es Siempre

Arturo Robsy


Cuento


Yo soy el único que tiene el mérito. Sólo yo hice las cosas, así que mi nombre tiene que pasar a la historia y quedarse allí hasta que el mundo reviente del todo, que no será pasado mañana. Y gracias a mí. Así que procuren escribir bien mi nombre: Agapito. A-ga-pi-to.

No me haga preguntas. Deje que lo explique a mi aire, que todos se enterarán igual, así que no intente presumir a mi costa, locutor. Le diré, por ejemplo, si sabe que la gente es tonta. Pues lo es. Sin duda, sin duda.

La gente no mira, ¿sabe usted? La gente corretea por la calle con la cabeza llena de sus asuntos, y no se fija. Pregunte usted a alguien si se acaba de cruzar con un hombre o con una mujer y verá. No se fija nadie. Nadie mira, pero todos se quejan de no ver la luz. Todos dicen que están desorientados, que no saben dónde está la verdad ni dónde la felicidad, pero no miran. Al menos no miran hacia el mundo, sino hacia el televisor y los escaparates. Y así nos va.

Hace falta un tipo especial de persona. Sí, claro: soy un pardo, yo. ¿cree que por eso ando de aquí para allá sin preocupaciones? No. Lo que sucede es que yo veo las cosas. Un hombre que no ve, pero que no es ciego, no es otra cosa que un estúpido, y usted tómeselo como prefiera.

En cambio, yo soy un poeta. Miro las nubes y les busco formas caprichosas, exactamente igual que hacen los niños, y, por supuesto, se las encuentro. Al andar procuro no "pisar raya", y a veces cojo mariquitas por el placer de verlas andar tan tranquilas por mis manos, hasta que aciertan a subir por un dedo y levantan el vuelo.

Ya sé que hay otros poetas que hacen versos, pero son puros disfraces los versos. Siendo un poeta auténtico, ¿para qué ser otra cosa? ¿Qué falta hace? Si yo hiciera un verso me perdería el suspiro del tiempo, la única luz de ése instante, el sueño perfecto de ser la cosa misma que sientes.


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Publicado el 9 de abril de 2017 por Edu Robsy.

El Beso

Arturo Robsy


Cuento


Creo que se puede explicar claramente. Existe una acción y son dos protagonistas los que la comparten. Naturalmente, también hay un lugar y una situación anterior y posterior.

Esto bastaría para aclarar de qué se trata: dos que se besan. Una pareja como las que se pueden ver en los parques, en un rincón oscuro de un "Night-Club", o en lo profundo de una playa a la hora del ocaso. Dos sobre los que no hay que poner atención ninguna por costumbre o por educación, según se quiera.

Ahora, como escritor, debo buscar una definición apropiada y brillante. ¿Qué es el beso? Algo más que una caricia. Un intento de apoderarse del alma del ser amado. Un encuentro de ilusiones y un poco de olvido para todos...

En fin: en este aspecto soy un fracaso, y el beso, por esta vez, va a quedar sin ser definido, aunque, por pundonor, voy a recurrir a una encuesta: tomo desde mi escritorio el teléfono y llamo a Pedro:

—¿Oye? Soy Arturo, Pedro: ¿quieres decirme qué es el beso?

No he reparado en la hora, de madrugada, y Pedro dice unas cuantas insensateces antes de hacerse cargo de la realidad. También está acostumbrado a mi falta de oportunidad y por eso contesta:

—Una porquería —y es que ha cenado abundantemente y toda referencia al amor le produce ardor de estómago.

Sin desfallecer, hago mi segunda llamada: es Luis quien responde, un viejo compañero de cuando el servicio en la Armada:

—El beso es el sobrante de ambición que se regala —Luis es un psicólogo. Un psicólogo oscuro y certero que comprende hacia donde apunta el subconsciente.

Le toca el turno a Rafael, el buen hombre que sueña en el coche que va a comprarse:

—Hombre... un beso es algo así como... —lo piensa un poco más— Es la esperanza que no necesita manifestarse con palabras.


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Publicado el 24 de marzo de 2019 por Edu Robsy.

Aquel que Era Patriota y No Entendía ni Torta

Arturo Robsy


Cuento


«Vale más dominar un mercado que disponer de una fábrica». Guglielmo Tagliacarne.


—¿Cuándo hemos estado mejor que ahora? —me decía aquel que era patriota y no entendía ni torta.

—Nunca.

—¡Ajá! —exclamaba satisfecho—. ¿Y cuándo hemos tenido tanta riqueza?

—Nunca fueron tan ricos los ricos y los pobres.

—¿Cómo? Un pobre de nuestros días vive mil veces mejor que Creso o Midas.

—Desde luego: ni Creso ni Midas se paseaban en autobús o pagaban el recibo de la luz.

Mi conocido, el falso patriota, se hincha como un balón y me mira sonriente, consciente de haberme demostrado ya las ventajas de nuestro tiempo. Compone con las manos un gesto de "¿se-puede-pedir-mas?" y me convida a tabaco.

—Los jóvenes —me dice con paternal confianza— no habéis conocido malos tiempos. No, no me refiero a la guerra...

(¡Menos mal! —pienso— ¡Menos mal!)

—Con hambre los problemas son mayores. Nada hay peor que un padre de familia que no tiene trabajo, porque no lo hay. Vosotros ya habéis vivido en la época de la abundancia y no recordáis las cartillas de racionamiento que tuvisteis de pequeños.

—No hay nada de malo en eso.

—Claro que no; claro que no —se repite para darme a entender que simpatiza con los jóvenes—. Yo creo en la juventud.

(¡Ay! Lo dice igual que cuando afirma creer en Dios, en el Mercado Común y en la Resurrección de la Carne. Nada hay peor que un hombre que cree en demasiadas cosas y no tiene tiempo para comprender ninguna).

—Sois —explica— nobles, abnegados, románticos. Os bullen las ilusiones y estáis dispuestos a sacrificaros por una buena causa. Idealistas: eso es.

(Continúa, pues, acumulando tópicos).

—Entonces...

—Nada... Salvo que, como no habéis conocido otros tiempos, os es muy fácil criticar a la ligera.


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Publicado el 26 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

Cleptomanía

Arturo Robsy


Cuento


Concurso "Arriba 1972" de Cuentos y Reportajes


ARTURO ROBSY nació en Alayor (Menorca). Estudió en Mahón, Madrid y Santoña. Colabora en periódicos y revistas y tiene preparado un libro de tema menorquín basado en leyendas de la isla. También pinta con asiduidad y ha cursado estudios en la Escuela de Publicidad. Los veranos dedica preferente atención a los Campamentos Juveniles, donde ejerce funciones de Jefe de Formación. Ha ganado algunos concursos literarios de ámbito local.


No sé si me han aconsejado que me arrepienta o no; en cualquier caso, las historias parecen tener la misma voluntad y es inútil buscarles una salida mientras ellas no lo desean.

Mara me había dicho que cerrar la puerta es muy importante y Abuela se empeñaba en apagar las luces de las habitaciones. Con esto no quiero afirmar que Mara y Abuela estaban locas, pero demuestro que las cosas son así y no hay motivo alguno para cambiarlas.

En el pueblo, al hacer novillos nos íbamos monte arriba a rebozarnos de tierra y a meter palos en las madrigueras de las culebras. El día libre en la ciudad nos vamos bar arriba, o museo arriba o parque arriba, a sorber limonadas, a beber vino o a besar a alguna muchacha que esté de acuerdo.


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Publicado el 7 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

La Madre

Arturo Robsy


Cuento


—Dime, ¿es niño o niña?

—Mujer, ten calma.

Lavado y fresco se lo traen: un niño. ¡Qué hermoso es verle así, callado, con la piel tierna y arrugada y las manitas de estampa!

—Un niño, pequeña: Mamá... ¿qué efecto te hace este nombre?

Y ella calla: por ahí hay gente mala y su hijo es tan pequeño... Un día soportará una burla; otro, una bofetada, y, de caída en caída, pasará por profesores, por amigos, y conocerá la soledad y la tristeza.

Después, la novia, los licores... Un poco más todavía y, quizá, la guerra para morirse joven o...

—Mujer, ¿qué te pasa?

La madre abre un poco los ojos y aprieta suavemente al hijo.

—Menos mal que no ha sido una muchacha.


17 de octubre de 1972


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Publicado el 28 de marzo de 2019 por Edu Robsy.

Geografía Recreativa y Otras Amenidades

Arturo Robsy


Artículo


El continente pluscuamperfecto

¿Recuerdan ustedes sus años de geografía? Por ejemplo, al maestro que señalaba con su puntero sobre el mapamundi colgado de la pizarra y a los niños que recitaban: Europa, Asia, África, América, Oceanía...

Posteriormente geografías más avanzadas nos enseñaban que los continentes ocupan una extensión de 150.000.000 kilómetros cuadrados y que se reparten en cuatro grandes masas:

—El Viejo Mundo, que comprende Europa, Asia y África.

—El Nuevo Mundo, con las Américas del Norte y del Sur.

—El Continente Austral, con Australia y las islas de Oceanía.

—El Continente Antártico, con las tierras polares del Sur.

Sin embargo, últimamente muchos informadores profesionales y no pocos políticos han olvidado sus viejos conocimiento y se confunden. ¿Cómo es eso? Así de sencillo:

Europa es una península (grande, por supuesto) de Asia; y España otra península de Europa y, por lo tanto, Europa también. Por desgracia, algunos que parecen ignorarlo hablan de "integrarnos a Europa", de "salir a Europa", de "viajar a Europa", de "reunirse con ministros europeos", etcétera.

"De Alicante a Europa —decía un periódico hace poco— se tardarán dos horas en lo sucesivo". ¡Y un segundo! El tiempo de pisar cualquier calle alicantina, porque en teoría pertenecemos a este continente aunque no proyectemos "El Último Tango en París" y las sesiones de strip tease sean privadas en lugar de públicas.

Por eso, y para evitar malentendidos, convendría modificar nuestras geografías así: Europa, Asia, África, América, Oceanía, la Antártida y España, el continente pluscuamperfecto.

De otra forma nuestros hijos podrían preguntarnos: "¿Y nosotros? ¿En qué continente vivimos?". Cosa algo difícil de responder actualmente.


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Publicado el 9 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

Libertad

Arturo Robsy


Cuento


Generalito Romero era delgado y nervioso y recordaba vagamente al gallo de pelea. Tenía ojos fieros y tras ellos ardía el amor a la Patria. A veces, cuando tomaba de más, el amor se le escapaba por la boca y proclamaba sus deseos de hacer un mundo mejor siguiendo unos planos urdidos por él en noches de claro en claro.

La Sociologic Research, benéfica empresa gringa, oyó aquellos cánticos patrióticos y fue a ver a Generalito Romero en su cuartel. Si él quería una Patria mejor y más moderna, la Sociologic Research también, pero con condiciones: le permitirían hacer tantas encuestas como quisiera.

Generalito Romeo, hombre del pueblo pero no para el pueblo, disponía de la División de Carros. ¿Qué tenía la Sociologic? Dinero y la seguridad de que no habría un boicot internacional, porque algo debía ajustarse antes de seguir hablando: Romero y Sociologic iban a hacer una verdadera democracia. En aquella tierra de dos millones de almas todos serían ricos y felices.

—¿Ricos? —dijo Generalito, que consideraba que la riqueza corrompe las sanas costumbres del pueblo.

—Es un decir: con una mano se lo daremos y con la otra se lo tomaremos. Pagarán más impuestos y comprarán las cosas más caras, pero serán ricos.

El objetivo de la Sociologic Research era crear la réplica de un típico Estado de la Unión: el mismo nivel de vida, las mismas costumbres, idéntica comida, empaquetada en plástico, semejantes películas y canales de televisión. También habría que meter la famosa religión electrónica por TV.

Generalito Romero, como futuro benefactor de la humanidad, no aprobaba el cambio de credo. Los curas se le alborotarían.

—Bah, bah. —dijo la Sociologic con calma— Se les enseña a desear más dinero, a cantar en las iglesias y todo lo demás sirve. Ellos se seguirán llamando católicos, pero serán protestantes.

—Si es así...


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Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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