El Hogar
Arturo Robsy
Cuento
Hoy es un día feliz: ahora, los cuarenta años y, por la mañana, su mujer le ha besado y sus niños, antes de ir a la escuela, le han dicho un indiferente "felicidades, papá", porque la madre les ha aleccionado.
Cuarenta años. Bien: una fecha para hacer balance y sacar el saldo de su vida. Con el puro y el diario entre las manos, comienza. Realmente no se puede quejar: vive bien en una casa cómoda; tiene una mujer hermosa que envejece y unos hijos sanos.
La historia... ¡hum! Es difícil recordar los pormenores: hay, desde luego, momentos luminosos bien grabados pero, a continuación, sombrías lagunas en la memoria. Sí: de niño, con pantalón y peto, paseando por el puerto en una barca, y su padre, con bigotes, hurgando en el motor, enrojecida la cara.
Una herida, sangre, el médico principiante que cose con sus agujas curvas y él, sobre la mesa, llorando de pura rabia.
Un cierto juego de médicos con alguna vecinita.
Una pedrada; la antigua pandilla de amigos de la guerra donde él era, alguna vez, comandante.
Un religioso repitiendo: Brahmaputra, Ganges e Indo, y haciendo sonar la carraca.
Los nervios de un examen. La boda. Compañeros de trabajo ya que no de otras cosas. Silencio los domingos o el partido de fútbol en casa.
¿Y luego?
La mujer que le envejece; él que... en fin: ¿ha de hablar de su bronquitis y su taquicardia?
Un duendecillo malo repite:
—¿Y luego?
El puro se le ha apagado y el diario calla obstinadamente. ¿Y luego?
Prende una cerilla lentamente. ¡Dios, cuánta cobardía para decirlo!
Y luego, nada.
17 de octubre de 1972
Licencia limitada
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Publicado el 28 de marzo de 2019 por Edu Robsy.