Toda la Verdad Sobre el Día Ocho
Arturo Robsy
Cuento
Por la mañana
El día ocho, conduciendo su OCA-6, Juan Palomo perdió la vida
al colisionar su vehículo con la trasera de un camión a la altura del
kilómetro once. Se supone que se le rompió la dirección al coche.
(de la prensa)
Su mujer le hizo pan frito para desayunar: la golosina preferida por Juan Palomo.
—¿Adónde vas hoy? —le preguntó.
—Aquí al lado. Es muy probable que consiga vender una buena partida. La semana pasada ya estuve allí y tengo casi a punto al comerciante.
—¿Seguro?
—Al menos no me dijo que me fuera.
Plegó la servilleta mientras ojeaba el periódico por encima de la taza vacía y se secó los labios despacio. La mujer le trajo el muestrario de la casa y se lo metió en el maletín.
—¿Qué hora es ya?
—Las nueve.
—Es una suerte que los niños ya vayan solos al colegio. Si no tú no podrías hacerme estos desayunos.
Se besaron junto a la puerta: el mismo beso sin importancia de todas las despedidas y de todas las llegadas.
—¿Volverás a comer?
—¿Qué tenemos hoy?
—Canelones.
—¡Hum! Pues no me los perderé. Adiós.
El OCA-6
Juan Palomo, agente comercial, fue extraído con vida de su
automóvil y conducido al hospital municipal, donde se le apreciaron
heridas en brazos y cuello, rotura de una de las vértebras cervicales y
hemorragia interna. Llevado al quirófano, falleció antes de que se le
pudiera intervenir.
(de la prensa)
Al terminar la guerra, Octavio Carreras Abad solo tenía juventud, ambición y perspicacia. Había servido en un batallón de automóviles y allí fue donde aprendió cuanto sabía de motores y de coches.
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Publicado el 28 de mayo de 2019 por Edu Robsy.